Una crónica de: @luismanper
Esta eliminatoria europea entre los dos mejores equipos de Europa actualmente, que va camino de convertirse en un Clásico al repetirse por tercer año consecutivo, se presentaba como una final anticipada y la verdad es que el partido no decepcionó, pues si bien parecía que el Manchester City llegaba peor que la temporada (con varias bajas en defensa y sin haber ganado un solo partido a los cinco primeros de la Premier hasta hace poco), le bastaron tres fogonazos para ponerse por delante de un Real Madrid que, a pesar de haber incorporado a Bellingham y del cambio táctico que se sacó Ancelotti de la chistera, cambiando a Rodrygo a la banda izquierda para mover a Vinicius a la delantera, volvió a caer en el error de la temporada pasada no matando al City cuando lo tuvo a tiro, y ya sabemos que a un equipo hecho a base de irregularidades financieras que cada vez tiene más pinta que quedarán impunes… O lo matas o te mata.
Y para matar a más de uno, que mejor imagen que el primer gol del City, pues primero Tchoaumeni, que era la gran duda del once pues jugó como central sentando a Nacho, llegó tarde a cortar un contragolpe ganándose una amarilla a los 40 segundos (lo del arbitraje fue desesperante pero la opinión sobre el mismo mejor se la dejo al gran Nilo Campo), y en la consiguiente falta Lunin colocó a Vinicius solo en la barrera y él se movió hacia el lado contrario de la portería esperando el centro a la olla, pues lo que nadie esperaba es lo que pasó por la cabeza de Bernardo Silva, quien vio un hueco enorme en el primer palo y aprovechando que Vinicius se dio la vuelta en la barrera, abrió el marcador con un disparo seco al palo corto dejándonos a todos estupefactos, Lunin incluido. Pero lo que no se esperaba el Manchester City, es que al primer cuarto de hora iba a llegar por detrás en el marcador, pues primero Camavinga recortó en una esquina de la frontal del área y se sacó un trallazo seco que rebotó en Rubén Días y descolocó a Ortega convirtiéndose en el 1-1 y después Vinicius lanzó a Rodrygo en contraataque desde su propio campo y el brasileño se plantó en el área para batir a un defensa y al portero suplente del City con un solo toque muy leve que entró llorando en la portería convirtiéndose en el 2-1, cuando quedaban todavía 75 minutos por delante.
Imagen: realmadrid.com
Como todos imaginábamos, un ritmo del partido tan frenético no podía alargarse mucho más tiempo, por lo que de repente todo se calmó y las largas posesiones del City no se traducían en ocasiones claras de gol, entre otras gracias al marcaje sensacional de Rudiger sobre Haaland, por lo que entre balones al espacio y caracoleos de Mendy en defensa regateando a rivales como si fuesen bolos, el juego fue volcándose poco a poco hacia el área visitante a través de dos disparos de Vinicius al muñeco, otro de Bellingham cuando lo tenía a favor y otro tiro de Rodrygo que salió rozando la escuadra en las típicas ocasiones que luego se echan de menos cuando el marcador no es favorable, como se encargó de demostrarnos el Manchester City en la segunda parte, cuando aprovechó otra ocasión desperdiciada por Vinicius quien a la media vuelta mando alto una gran asistencia de Rodrygo, para remontar el partido con dos latigazos impresionantes a la escuadra de Foden y Gvardiol, que la defensa madridista no supo tapar, en el primer caso no se han debido enterar que el extremo inglés lleva unas cuantas semanas siendo el mejor de su equipo porque le dejaron recibir a placer en la frontal del área y cuando se dieron cuenta el balón estaba en la escuadra mientras que en el segundo caso, no debieron creer que Gvardiol iba a sacarse ese trallazo a la cepa del poste pues el de ayer no deja de sacar su primer gol con la zamarra del Manchester City.
Tras el 2-3, a Ancelotti no le quedó más remedio que agitar el avispero para que el Real Madrid saliera del shock que le supuso verse por detrás en el marcador tras haber dominado y creado el peligro durante gran parte del partido… y vaya que si lo agitó, pues mientras todos esperábamos que sustituyera a Bellingham que parece haberse caído en el peor momento de la temporada (a tiempo está de resucitar) y quizá a Valverde, el dejó a ambos en el campo sustituyó al goleador Rodrygo y a un Kroos que hasta entonces había manejado el partido a su antojo y la apuesta no le pudo salir mejor porque una asistencia exquisita de Vinicius la aprovechó Valverde para rematar con el alma un misil, que se convirtió en el 3-3 pues el balón salió con tal violencia de la bota del uruguayo que Stefan Ortega solo pudo hacer la estatua.
Imagen: realmadrid.com
Aún quedaba un cuarto de hora de partido, pero habían pasado tantas cosas que a todos nos quedó la sensación de que aquí se firmaba el armisticio para que todo se decida en la vuelta, los entrenadores tampoco se complicaron mucho ya agotando los últimos cambios en el que Ancelotti dio entrada a Joselu en lugar de Vinicius mientras que Guardiola tuvo que sacar a Julián Álvarez en lugar de un Foden, que se había dañado un tobillo que tenía maltrecho en un lance con Camavinga, si la lesión de tobillo del inglés le impide estar en la vuelta, las opciones madridistas de estar en la vuelta aumentarán pero no hay que olvidar que este City de ayer contaba con bajas muy sensibles como Walker, Aké o el mismísimo Kevin De Bruyne que más de un disgusto nos ha dado en eliminatorias pasadas como la del año pasada o la de la temporada del confinamiento, por lo que como predijo Rodrygo en las entrevistas post partido “la eliminatoria en Manchester City se la llevará quien tenga más acierto en los metros finales”. Ya saben, esa ley del fútbol tan sencilla de prever y tan difícil de aplicar que cobra más sentido, cuanto más grande es el rival, y este rival es el mejor de Europa hoy en día.