Un articulo de: @rlopezg80
El Liverpool es un equipo que nos ganó una final de Champions en 1981, y que nos metió un 4-0 muy doloroso en la temporada 2008/2009, pero que a pesar de eso siempre me generó una simpatía especial. Quizás como beatlemaníaco que soy, por ser la ciudad que dio a luz al grupo más importante de la historia de la música pop-rock. Además de eso, porque es un equipo al que suelen dar por muerto antes de tiempo, y muchas veces (como ayer), se agarra con un coraje y una tenacidad a la convicción de sacarlo adelante que es la que finalmente le empuja a conseguirlo. Ya lo vimos en la final de la Champions de 2005, en la que nadie en su sano juicio creía que pudiera sobreponerse a un 3-0 del Milán al descanso.
Ayer fue para mí un día muy feliz además de lo anterior, porque como madridista es un gozo ver al Barcelona vapuleado de esta manera. Y esa felicidad se aliña con una satisfacción especial cuando repasas declaraciones de aficionados, periodistas y ex jugadores culés comprando billetes para Madrid y planeando una celebración en Cibeles. Acabadas las semifinales, hay algo de profundo orgullo cuando se ha tenido que escuchar durante cinco años que la Champions son sólo siete partidos al año y suerte con los cruces, o cuando uno se acuerda de los que decían hace algo menos de un año que el Liverpool sin Salah era una banda.
Imagen: theanfieldwrap.com
Uno incluso llega a mirar con ternura en días como el de ayer, o el de la Roma, a quienes se empeñan en hacer de Messi el mejor de la historia cuando le mete tres goles al Eibar o al Betis. Ayer se ha visto de nuevo que los que han menospreciado las cuatro Champions en cinco años, no estaban movidos por otra cosa que el odio, el rencor y la envidia más insana. Porque esta copa no se regala, esta copa no se puede “comprar” a base de fichajes millonarios, esta copa no se gana con suerte en los cruces.
Para ganar esta copa no basta con tener al mejor jugador del mundo. Porque esta copa no permite errores, y se gana con oficio, personalidad, hechuras, ambición, carácter, empuje, orgullo y con respeto. Respeto a la propia competición y al rival. Y es que ayer se demostraron dos cosas: una que no son “sólo siete partidos”, y otra y quizás la más importante, que no hay que falta jamás el respeto al rival y no darle por eliminado por haber ganado 3-0 o 4-1. El Liverpool, con tres bajas importantísimas, dio una auténtica lección de respeto a esta competición, como la dieron ayer el Ajax y el Tottenham (donde Lucas Moura y Pocchetino dejaron a Messi y a Guardiola a la altura del betún).
Imagen: depor.com
Y estoy muy feliz porque todo esto se haya vuelto a poner de manifiesto, porque ha dado un auténtico bofetón de realidad a los que han intentado quitar mérito a la barbaridad que ha hecho el Madrid estos últimos cinco años. Ayer nadie lo dijo y nadie jamás lo reconocerá, pero un porcentaje muy alto de los que ayer se frotaban los ojos, echó muy en falta el coraje que tiene el Madrid en días así, cuando más de uno hubiese cambiado la genialidad de Messi por el carácter de Ramos. Porque en días como el del taconazo de Redondo en Old Trafford, el del gol de Anelka en el Olímpico, el del gol de Santillana ante el Borussia o el de Ramos en Lisboa, es cuando el estilo deja paso a la historia.
La Champions son sólo siete partidos al año, efectivamente, pero hay que ganarlos. Y hay que saber sufrir cuando el rival te pone contra la pared, hay que apretar los dientes cuando te encierran en el área, hay que tener personalidad cuando te igualan una eliminatoria, y hay que mirarse la camiseta y tirar de orgullo cuando juegas sabiendo que estás eliminado y ves que el reloj avanza. Como hizo ayer el Tottenham. Y como tantas veces ha hecho el Madrid (a pesar de temporadas imperdonables como ésta).
Bueno, sí, vale, …, pero siguen sin ser 7; son 13, que en la fase de grupos no te clasificas por guapo, te lo has de ganar también. Que se empieza por ahí y se acaba por no contar las supercopas y el Mundial de Clubes como títulos, o por empezar a contar los títulos por años naturales en lugar de por temporadas como toda la vida de Dios, un poco de propiedad, por favor.