Una crónica de: @Javirodespi – planetacb
El año en el Palacio de los Deportes (o Wizink Center) no pudo acabar mejor para el Real Madrid tras jugar un partido ante un ¿rival? que ha dejado una impresión tan paupérrima que nos hace dudar de si sus jugadores habían sido poseídos por algún ente maligno que le habían quitado sus poderes baloncestísticos. Sea como fuere, el equipo de Pablo Laso olió sangre nada más comenzar el encuentro y desmenuzó completamente a su rival hasta dejarle hecho un completo guiñapo, así que vayamos, sin más preámbulo, con nuestro último OjO Al Blanco del año 2016 en partido jugado en casa, el día que hubo una despedida sangrienta.
Respeto a las víctimas
La brutalidad más enconada hizo nuevamente su aparición esta semana con el atentado sufrido por Berlín y que tuvo su momento de reconocimiento con el minuto de silencio guardado antes del inicio del encuentro. Nuestro más sentido pésame a los familiares de las víctimas y ojalá este sinsentido pueda acabar algún día.
Y otra y otra y otra…
Todas esas cosas que habíamos contado en la previa y que nos habían quedado tan bien como: «es un equipo peligroso», «compite muy bien», «está en racha», se fueron al garete en el primer cuarto, no solo por el tremendo 24-9 de esos diez minutos sino por la insufrible sensación de ver un equipo germano que no pudo afrontar con resignación la baja de Fabien Causeur y salió completamente desconectado del partido ante la incredulidad de Trinchieri y de los que allí estábamos que no salíamos de nuestro asombro cuando veíamos ese 11-0 de inicio, y eso que el Madrid tampoco empezó con ganas de comerse al rival, simplemente quiso hacer lo que otro no pudo, jugar al baloncesto.
Ni defensa, ni ataque, ni nada
Al Madrid le costó cinco minutos oler la sangre, el tiempo que tardó en ver que el rival que tenía enfrente parecía un parvulario más que un equipo profesional de la mejor competición europea y eso fue el peor castigo para el conjunto alemán que se veía superado una y otra vez en todas sus líneas, ya fuera en juego de 1×1, donde cualquier exterior no tenía problemas en marcharse, o en el juego interior con un Ayón que mandaba con soberanía desde el pick and roll o en situaciones interiores, todo ello no tenía respuesta alguna ante el penoso ataque de Bamberg, donde se producían tiros (librados o no) sin ningún tipo de acierto que permitían contraataques fáciles de los blancos con situaciones de 3×2 o 2×1 sin que el balance defensivo de los germanos tuviera la «vergüenza torera» de perseguirlos, algo que resultaría ofensivo hasta en categorías de babybasket.
Esperaos un poco
Tal era el tremendo dominio blanco, en que era habitual ver como el Real Madrid doblaba en el marcador a su rival con marcadores tan sonrojantes como 50-25 o 64-32, que hubo algunos espectadores de las 8.210 almas que poblaban el Palacio, que tomaron las de Villadiego antes de tiempo, algunos como en la zona VIP para dar buena cuenta de los aperitivos llegando bien empezada la segunda parte y otros obviando el último cuarto del partido al que se llegaba con 72-40 y es que estas horas ya empiezan a ser tardías, al día siguiente se trabaja y el cuerpo no está para ver la pachanga de un partido que tuvo una duración completamente inusual para lo que se gasta por estos lares: 1 hora y veintisiete minutos.
Nombres propios no habituales
Ya lo ha dicho Laso en rueda de prensa «es difícil destacar a alguien hoy» y lo cierto es que tiene mucha razón, en un día donde Thompkins volvió a vestirse de corto e hizo un más que correcto partido con 13 puntos, no podemos dejar de destacar a otra serie de «no habituales» en esta sección como Jeffery Taylor, alguien que parece que, por fin, destaca en aspectos más allá de la defensa encontrando ese tiro en las esquinas que empieza a entrar con más habitualidad.
Nombres propios habituales
Aquí traemos hoy a los de siempre pero sería una injusticia no citar el excelente partido de Luka Doncic y Sergio Llull que camparon a sus anchas ante los bases de Bamberg, siendo inútiles los cambios defensivos planteados por Trinchieri y que no pudieron parar el aluvión de los bases blancos en un recital mutuo de ataque no solo de forma particular, sino sirviendo a sus compañeros con solvencia como lo demuestran las 11 asistencias repartidos entre ambos (5 el esloveno, 6 el mallorquín). Por el lado interior Gustavo Ayón que volvimos a ver con esa rapidez de manos en defensa de jugadores exteriores más allá de su poderío interior y finalmente, nos dejamos a uno que no hizo falta ni que jugara, Anthony Randolph le quitó el puesto a Alex Suárez en el banquillo y Laso prefirió no arriesgar viendo cómo iba la cosa desde el minuto 1, una lástima por el jugador español que hoy podría haber tenido minutos de Euroliga.
Así terminamos por hoy pero volvemos en breve, concretamente el jueves a las 19 horas nos espera el infierno de Belgrado en un choque ante Estrella Roja, mientras eso llega, hagan buenas compras navideñas y no me dejen de sonreír aunque alguna vez, como todos, metan la pata.