Una cronica de: @Javirodespi – planetacb
No hubo quinto partido, tampoco se necesitó recordar el espíritu de lo que pasó en el 2012, y todo ello porque el Real Madrid y el FC. Barcelona jugaron un partido que parecía una final a la antigua usanza, sin que se contaran resultados anteriores ni pensando en partido siguientes. Y el Madrid ganó, volvió a llevarse el título de liga, delante de su afición que no celebraba uno propio desde el conseguido en Euroliga (si ese se puede considerar así) y es que, como el título de nuestro último OjO Al Blanco de la temporada, sigue siendo el Rey.
Ni una entrada, salvo la de Raphael
El departamento de comunicación del Real Madrid nos comunicó que no había ni una entrada para ver el partido, prueba de ellos fueron las 12.173 almas que poblaron el Barclaycard y en las cuales, afortunadamente, no se vendieron las famosas “balconadas” en que uno está más por los cielos que en una película de Star Wars, así que nos conformamos con el público que entró y con el tifo de los Berserkers en que se recuerda la famosa canción de Raphael “mi gran noche” con una frase muy usada por la afición del Montakit Fuenlabrada esta temporada, “Qué pasará, qué misterio habrá”.
Un secreto a voces
Se barruntaba y se suponía, el Barça iba a usar la zona como recurso táctico visto lo que le supuso en el tercer partido, y así fue, una 2-3 apareció en la defensa blaugrana y que dificultó tremendamente los ataques blancos hasta el punto que la circulación de balón fue inexistente y todo se sustentaba con ramalazos individuales, mientras que en el aro blanco, Ante Tomic hacía y deshacía a sus anchas, aprovechándose de los cambios defensivos en el bloque directo, hasta el punto de coger una ventaja más que respetable de 19-26 en el primer cuarto.
El cambio clave
El Real Madrid se encontraba bloqueado contra la zona de Pascual, chocándose una y otra vez contra ella en forma de escasa circulación de balón y dejándose llevar por la técnica individual que no daba excesivos frutos mientras que la desventaja seguía creciendo (más de diez puntos), sin embargo, hubo un detalle que cambió el panorama propiciado por Pablo Laso, la entrada de Chapu Nocioni por Willy Hernangómez, siendo la pareja de Felipe Reyes en el poste bajo. Ello supuso un cambio de escenario de forma completa en la mentalidad del Madrid, ahora sí que se luchaban los rebotes, sí que se corría el contraataque, sí que el rival no campaba libremente por la cancha y, evidentemente, una cosa lleva a la otra, Llull empezó a sentirse más cómodo y lanzaba con más acierto, Rudy era capaz de taponar a Tomic para culminar a continuación con un triple o, sencillamente, todos volvían a desfondarse, pero, repetimos, no se hagan líos, todo vino a raíz de la entrada del jugador nacido en Santa Fe.
Del bache al E-QUI-PO
Cuando uno se va solo dos abajo (o arriba) al descanso, la principal idea a transmitir es que todo la anterior no vale y que empieza un partido nuevo. Más o menos suponemos que fue lo que tuvieron que decir Laso y Pascual a sus chicos, pero el Barça sabía mejor la lección, seguramente porque se estaba jugando mucho más la vida y empezó a recortar la desventaja de forma gradual pero segura, pero enfrente no tenía al equipo del 2012, ni mucho menos, porque en esas estábamos cuando volvió a aparecer el E-QUI-PO en mayúsculas cuando más peligroso se puso el Barça, gracias a un triple de Juan Carlos Navarro que le convertía en máximo anotador de un playoff ACB. A partir de ahí, de sentir el aliento de su rival en el cogote, volvió el mejor Madrid con una defensa que volvía a hacer estragos y nuevamente con el nombre de Rudy Fernández entre los elegidos, Tomic ya no era el de la primera parte y Ayón tenía expedito su camino al aro mientras que Llull…, je… Llull era una máquina perfecta en carrera que anotaba sin remisión, asistía a sus compañeros, o sacaba falta a cada posesión.
Dios quería que hoy ganara el Madrid
Ya lo hemos dicho hasta la saciedad, el baloncesto es un juego de detalles, como el que supuso que Abrines fallara un mate y que su rebote fuera cogido por Tomic con tan mala suerte que pisara línea o que, Chacho, a pesar de encontrarse en una de sus pájaras de partido, anotara un triple que ponía las cosas muy arriba para el Barcelona. Sin embargo, el halo de máximo romanticismo fue la canasta de Trey Thompkins (hoy volvió a jugar un gran encuentro) que ponía el casi insalvable 87-80 a poco tiempo para terminar, precisamente un hombre muy denostado por su bajo rendimiento.
Emoción pero después
Al final el Barcelona volvió a quedarse sin respuesta, incapaz de responder las cometidas del Madrid, se perdió en una pléyade de jugadores en las que no encontró reacción positiva. Ni Perperoglou, ni Arroyo que hoy volvió a jugar, ni Abrines que, de forma incomprensible, salió en el minuto 28, ni siquiera Ante Tomic que perdió lo conseguido en la primera parte, pudieron evitar el triunfo madridista y lo que supuso el 33º título en esta categoría del club blanco.
Y así terminamos una temporada más
Una nueva campaña llegó al final, si el año pasado os contamos cuatro títulos, porque la Intercontinental ya la metemos esta temporada, en ésta han sido tres, señal de que estamos ante un equipo irrepetible, de absoluta leyenda y que generaciones futuras lo recordarán como un hito único. Nosotros, pobres mortales, seguiremos disfrutando de sus hazañas y, si las fuerzas nos aguantan, también lo contaremos en esta web que anda inmersa en cambios de las que pronto recibirán noticias, mientras tanto, muchísimas gracias por su atención un año más y, hoy sí que sí, ni se les ocurra dejar de sonreír.