CRÓNICA | El acertijo y la pólvora: Real Madrid 4 – 1 RCD Mallorca

Una crónica de: @MiedoEscenico2

En horario poco habitual, el de comer un domingo, llegaba el Mallorca al Bernabéu. Y, al medio minuto, ya visitaba los dominios de Courtois, pero solamente fue un espejismo, porque el primer tiempo del Real Madrid fue un ejercicio de ataque continuado: algunas veces aprovechando alguna salida veloz, pero las más teniendo que resolver un acertijo en forma de doble barricada, montada por el Vasco Aguirre para desactivar el potencial ofensivo del conjunto blanco, que se estrelló contra ella durante casi todo el primer tiempo.

Ceballos, a los 5 minutos, abrió un festival de intentos del cuadro merengue, con un disparo duro desde la frontal, que desvió Rajković con apuros. De ahí en adelante, remates de Vinicius, Kroos, Ceballos o Rodrygo, y ya sólo faltaba que Chendo saliera a rematar alguna. No está muy claro si el preparador del cuadro bermellón tenía lesionados a los centrales habituales, porque los tipos que formaban la línea de tres (Valjient, Raíllo y Nastasić) parecían más bien tres macarras de discoteca, dedicados a repartir guantazos, empujones, agarrones, hasta algún pellizco nos pareció ver. La principal víctima de esta cuadrilla de matones no fue otra que Eden Hazard, al que le dieron lo suyo y lo de otro, recibiendo hasta en el pasaporte, especialmente cada vez que recibía de espaldas. Convirtieron el área del Mallorca en una pelea de los bajos fondos, con el tolerante deleite del árbitro, y el equipo blanco optó por buscar espacios para disparar desde lejos y no tener que gastar el presupuesto en linimento y tiritas, hasta la pausa de hidratación.

En banda derecha, la pelea era de otro tipo, éste con antecedentes además: más allá de un apellido peculiar, el estilo de Pablo Maffeo es de todo menos cordial. Pega, agarra, codea y empuja más que nadie, y el objetivo principal de su repertorio suele ser Vinicius que, además, hoy tenía el día juguetón. Con lo que el carrilero del Mallorca se hinchó a perseguir y sacudir al chaval brasileño, del que ya sabemos que, si algo tiene, es que no deja de encarar e intentarlo. No obstante, fue Mendy el que, en una jugada en el minuto 25, decidió que el tal Maffeo necesitaba una pequeña lección, y le metió un doble viaje que acabó con los dos amonestados, pero también con la justicia algo más satisfecha.

Imagen: realmadrid.com

Uno de los problemas de una alineación sin Tchouameni ni Benzema es, probablemente, la falta de altura del once. Quizá por eso a alguien se le ocurrió que Mendy (1’78) defendiera en una falta lateral a Muriqi (1’94), porque no quedaba otra. A algunos se nos ocurren otras formas de emparejar a los jugadores en esas jugadas, pero qué sabremos nosotros. El caso es que Kang-In Lee centró con precisión al segundo palo, y allí estaba el ariete kosovar, rematando de cabeza a la red, con margen para llevar la barra de pan recién comprada bajo el brazo, sin oposición alguna, para poner en ventaja al conjunto visitante.

Desde el 0-1 hasta casi la llegada del descanso, el Real Madrid siguió haciendo ese ejercicio voluntarioso de saltar trampas, esquivar agarrones, fintar ante los sablazos y sobrevolar las minas, para intentar alcanzar la tierra prometida, pero no hubo manera. Los macarras siguieron haciendo lo suyo, por lo general con la condescendencia arbitral, y el cuadro de Ancelotti lo intentó mediante un remate de Vinicius, sin premio. También hubo un par de faltas dentro del área, cuanto menos dudosas, sobre el propio brasileño y sobre Hazard, y todo con el mismo resultado: nada. La chavalería brasileña trataba de encender al público, el equipo se movía incesantemente, pero no había forma, y llegaba el descuento del primer periodo.

Tuvo que ser casi a la contra, y tuvo que ser el Halcón Valverde, en una descomunal jugada individual, recorriendo sesenta metros en conducción, superando rivales por potencia y velocidad, el que ofreciera una solución al acertijo. Se plantó en la frontal del área, recortó hacia su lado izquierdo, sacó su cuerno con la pólvora, introdujo la carga con el atacador, cebó su cañón, prendió la mecha y mandó el balón, con un zurdazo impresionante, a la escuadra de la portería mallorquinista. No sabemos si en la pausa de hidratación le dieron agua o queroseno, pero el caso es que el charrúa es absolutamente imparable cuando echa a volar, y con esos altos vuelos sigue conquistando el corazón del público madridista.

Imagen: realmadrid.com

La segunda parte empezó con la misma tónica, el Madrid tratando de resolver el acertijo y entrar a llevarse el tesoro, y los defensores de la fe bermellona poniéndolo muy difícil, por caminos futbolísticos o de lucha libre. A la hora de partido, Ancelotti introdujo un doble cambio que modificó el devenir del partido: Modrić relevó a Hazard y Nacho a Mendy. Eso reorganizó al once blanco, mandando a Valverde a la banda derecha, a Alaba al carril izquierdo, y a Rodrygo a la posición de verdadero/falso 9, por lo que vimos después. Un buen disparo de Lucas Vázquez que salió rozando el poste antecedió a la mejor ocasión del equipo visitante, en una llegada de Grenier por la izquierda, que acabó con un pase de la muerte que Antonio Sánchez remató desviado. Y ahí se acabó el peligro del Mallorca.

Alaba lanzaba una falta contra la barrera en el minuto 67 (el destino de todas las faltas directas que ejecutó el conjunto blanco), y Vinicius se llevaba un golpe de Maffeo –otro- en la disputa de un balón dividido, que hizo que hasta Ancelotti se encendiera y saliera del banquillo a decirle a Figueroa Vázquez que la justicia debe ser ciega, pero los árbitros que la aplican, no. En los siguientes minutos, Eduardo Camavinga entró al campo para dar relevo a un Ceballos exhausto, vaciado en la presión, tras un esfuerzo titánico, y también Dani Carvajal suplió a Lucas Vázquez, que salió lesionado del terreno. Con esa configuración, el Madrid detectó que el cuadro mallorquinista empezaba a pagar su propio esfuerzo, y comenzó a pasar las facturas.

Rodrygo circulaba, en el minuto 72, en diagonal hacia el área, y aun llevando un moratón en el tobillo por gracia de Maffeo y un arañazo en el gemelo proporcionado por Antonio Sánchez, alcanzó la frontal y se la dejó a Vini. Éste, en un ejercicio de inteligencia, hizo un sutil control orientado, penetró y cruzó con la zurda, de nuevo sutilmente, al fondo de la red. A continuación, bailó junto al banderín de córner para celebrar el 2-1, y encendió al público con esa sonrisa que obliga a quererlo como si fuera tu hijo. La segunda pausa de hidratación permitió al cuadro merengue acabar de repasar conceptos, y salieron de nuevo al césped con la idea clara: movimientos para abrir a la defensa y aprovechar la ventaja de calidad de los jugadores blancos.

Imagen: realmadrid.com

Otro tantarantán de Maffeo y Raíllo a Vinicius pasó sin consecuencias, pero a la siguiente Valjient, siempre acompañado por Maffeo, acabó amonestado por otro viaje indecente al extremo brasileño, que les estaba gestionando citas con el psiquiatra con cada incursión por su banda. Rodrygo decidió darle a su amigo un poco de descanso de recibir leña y, al tiempo, estrenar su nuevo rol de delantero centro: recibió un balón de Carvajal, entró como una exhalación en el área, quebró a un rival con una croqueta, quebró a otro con el mismo recurso, sacudió sus calcetines llenos de pólvora y cruzó a la red el balón para hacer subir el 3-1 al marcador y acabar de darle el finiquito a las ilusiones del Mallorca.

Parecía que todo se había acabado, pero aún hubo tiempo de ver a Toni gritando en buen alemán: “Suchen Sie nach dem zweiten pol!” antes de lanzar una falta lateral, y a Antonio, en una postura algo espasmódica, rematar con la pierna izquierda al fondo de la red el 4-1. Solamente por ver a Rudiger celebrarlo besando el césped del Bernabéu, como el tipo más feliz del mundo, y a Kroos, con su brazalete de capitán, sus prismáticos y su mortero, sonriente como nunca, mereció la pena.

Esta nueva victoria hace la quinta consecutiva en Liga, la séptima en lo que va de temporada, y la octava en partido oficial desde que se ganó la Champions en París. El equipo blanco sigue mostrando alternativas, posibilidades, y genera ilusión en la afición, mientras mantiene, hasta ahora, una hoja de ruta intachable. Esperemos que el próximo miércoles, cuando reciba al RB Leipzig en la segunda jornada de Copa de Europa, la pueda seguir manteniendo impoluta, y siga dando esta imagen de solidez y perseverancia hasta alcanzar el triunfo.