CRÓNICA | Latigazos: Celta 1 – 4 Real Madrid

Una crónica de: @MiedoEscenico2

Llegaba el Madrid a Vigo todavía bajo el impacto de la salida de Casemiro el día anterior con destino al Manchester United, y se presentó en Balaídos también con la baja por gripe de Toni Kroos, como ya nos había avisado @pepo2204 en su fantástica previa. Ancelotti decidió alinear, para enfrentar al Celta del Chacho Coudet, a Courtois en la portería, con Carvajal, Militao, Alaba y Mendy en defensa; un centro del campo formado por Tchouameni, Camavinga y Modrić, con el apoyo por la derecha de Valverde, y en punta de ataque, Benzema y Vinícius Junior.

Empezó el partido con un error garrafal de Carvajal, seguido de una falta bastante ingenua de Tchouameni en la frontal del área, en el minuto 2. La lanzaba Óscar Rodríguez y la paraba Courtois con seguridad. Esos primeros minutos nos permitieron ver una constante: la presión alta de ambos equipos, y muchas pérdidas en la salida de los dos. El Madrid, en esos primeros minutos, no estaba cómodo, y le costaba mantener el control de hacia dónde se iba dirigiendo el partido.

Llegó el minuto 10, y caímos en la cuenta de que Modrić apenas había tocado dos balones, y eso siempre es mala señal. Sin elaboración, en una intercepción que salió larga, Benzema jugó para Vinícius y el extremo remató, pero la pelota salió mordida y  por encima del larguero. En el córner siguiente, tocó Tchouameni de cabeza y Alaba remató a puerta, pero la mano de Tapia impidió que llegara a su destino. Tuvimos que esperar a que el VAR avisara a Gil Manzano, y que éste fuera al monitor para verificarlo y señalar el evidente penalti. Benzema lo convirtió con su habitual templanza y el 0-1 subió al marcador de Balaídos en el minuto 13.

Imagen: realmadrid.com

En el minuto 17, una perdida de Camavinga tras una recuperación de balón permitió comprobar, tras un centro de Hugo Mallo, que Tchouameni tiene la jerarquía aérea que requiere su posición en el campo, con un despeje antológico de cabeza. El Celta se posicionaba en campo madridista, y apretaba lo suyo. Con eso conseguía cortocircuitar la salida de balón del equipo hoy vestido de negro, provocándole frecuentes pérdidas de balón y sin permitirle dominar el juego.

En el minuto 22, Militao llevaba la mano arriba e impedía que un cabezazo de Paciencia fuera a portería, cometiendo otro penalti tan evidente como el anterior. El incombustible Iago Aspas lo mandó al fondo de la red, con un remate seco, duro y ajustado al palo, haciendo inútil una fantástica estirada de Courtois. El 1-1 fue una especie de reinicio, de tal modo que el Madrid volvió a asomarse al campo celeste de nuevo, y Modrić, Vinícius y Benzema empezaron a conectar en banda izquierda, y generando buenas jugadas que acababan, por lo general, en centros de Mendy. Es decir, en poder de los jugadores vigueses.

Una pérdida de Camavinga permitía, a continuación, una llegada y remate de Javi Galán, que se iba alto. Otra de Valverde, en la frontal, habilitó otro remate alto de Cervi. La respuesta del Madrid fue un disparo lejano de Carvajal que bloqueó Tapia, y el equipo vigués contestó, a su vez, con una buena contra que acabó en cabezazo desviado de Paciencia, en una cierta ida y vuelta. El conjunto madridista, para qué engañarles, parecía tan cómodo como en un estanque lleno de pirañas, y sólo cuando el balón pasaba por los pies de Modrić ganaba algo de sentido su juego, sin ser un correcalles.

Imagen: realmadrid.com

Y fue nuestro pequeño príncipe croata, tras un recorte magistral, el que puso el balón en la escuadra con un latigazo magnífico, colocado y con efecto, en el minuto 41. El 1-2 llevaba la rúbrica inequívoca de que el 10 madridista estaba empeñado en seguir marcando las diferencias en el campo y no en el DNI o el pasaporte. Y, antes del descanso, Vinícius sacó su patinete eléctrico para horadar la banda derecha de la defensa del Celta, pero su remate fue desviado por un jugador rival.

El segundo tiempo empezó con una tónica similar, aunque el cuadro madridista empezaba a salir con velocidad cada vez más frecuentemente hacia la portería de Marchesin. Un remate desviado de Paciencia fue el único botín del Celta como resultado de su dominio territorial, y el Madrid iba pareciendo cada vez más cómodo sobre el césped. Una llegada de Vinicius, una galopada de Valverde, acabaron en la orilla del área celeste. Pero, en el minuto 55, llegó una salida al contraataque del equipo de negro, el latigazo definitivo, ejecutando Modrić un pase en profundidad, sencillamente descomunal, que Vinicius cazó en carrera, con su patinete chisporroteando a toda velocidad y directo hacia la portería rival. El niño dribló al portero y remató a puerta vacía, con la serenidad que otras veces echamos en falta, para establecer el 1-3 que parecía casi definitivo, y echarse un baile para celebrarlo.

Aidoo remataba, prácticamente solo, un córner botado por el conjunto celeste en el minuto 63, y eso ya supuso un aviso para los madridistas, que seguían perdiendo balones de una manera bastante ingenua. Así que decidieron dar el latigazo final: una salida a la contra, conducida con vigor por la impresionante humanidad de Aureliano I Tchouameni, llegó a los pies de Vinicius, que puso un balón en diagonal al que llegó el Halcón Valverde, tras caerse Benzema, y cruzar el balón con un remate raso y colocado para conseguir el 1-4. En el minuto siguiente, Modrić ponía otro balón profundo que Karim Benzema estrellaba contra Marchesín, y el Celta ya no sabía cómo evitar que esos tipos vestidos de negro y amarillo fosforito, como avispas, le llegaran y le picaran por todos los sitios.

Imagen: realmadrid.com

En el minuto 70, Rudiger entraba por Carvajal, que había visto una tarjeta amarilla, y el cuadro blanco se preparaba para hacerse fuerte y esperar pacientemente a otra recuperación y salida para matar definitivamente el partido con el látigo. El Celta seguía con ese dominio territorial estéril de los minutos anteriores, pero ahora se palpaba el bolsillo cada poco, porque sabía que el Madrid podía volver a levantarle la cartera, la novia o las llaves del coche con uno de sus latigazos. Un disparo alto de Fran Beltrán fue la antesala de otra llegada, esta vez de Camavinga, que puso un buen centro desde la izquierda, y que Benzema remató fuera con dificultades.

En el minuto 77, entraban Lucas Vázquez y Dani Ceballos para dar descanso a un imperial David Alaba y al pequeño príncipe de los croatas, Luka Modrić, que salió con una merecida ovación emitida por el público del estadio vigués. Para entonces, el equipo madridista ya estaba empezando a hacer el equipaje para volver, y Ancelotti rabiaba en la banda para que los jugadores cumplieran con eso de “Hasta el final, vamos, Real”. Camavinga y Vinicius hicieron caso, y se lanzaron a buscarle problemas a la defensa celeste, que tenía que multiplicarse para parar al brasileño, y a duras penas lo conseguía.

En el minuto 82, el técnico italiano recolocaba al equipo con los dos últimos cambios, dando entrada a Hazard y Asensio por Camavinga y Vinicius. Asensio se puso en la derecha, Hazard en la izquierda, y Valverde ocupó plaza de interior, con Tchouameni y Ceballos, en una nueva combinación de centrocampistas. En este último tramo de partido, el cuadro madridista controlaba mejor el balón, lo movía sin perder la paciencia, e iba moviéndolo de un lado al otro, buscando el resquicio por el que volver a entrar a buscar el tesoro en el área del Celta, que ya daba signos de flaqueza.

Imagen: realmadrid.com

Una impresionante internada de Rudiger por banda, nos hizo ver que le encontró el gusto a eso de los latigazos y los intangibles, combinando con Benzema, al que le hizo penalti Hugo Mallo cuando se la dejaba de tacón al alemán. Benzema le cedió a Hazard el privilegio de tirar el penalti, y el belga lo tiró con bastante poca fe, desviándolo Marchesín, que también rechazó el remate posterior de Benzema. Los últimos minutos no sirvieron para mucho más que acordar el armisticio y dejar el resultado como estaba, alguna llegada del Celta sin peligro, y salidas del Madrid que tampoco llegaban a más. Solamente destacar el despliegue de Federico I Valverde en la presión, que estaba en el minuto 91 corriendo como si acabara de levantarse de la siesta y con ganas de marcha. También un pisotón fortuito de Aidoo a Benzema en el descuento, que le plantó los tacos en la mano sana, y nos hizo temer lo peor, y una última contra que Asensio desperdició tirando fuera, acabando el enfrentamiento con 1-4.

Poco a poco, va dando la sensación de que el Madrid va encontrando cómo combinar los elementos de que dispone para afrontar este primer tramo de temporada previo al Mundial, aunque, contra equipos más potentes que el Celta, tendrá que cuidar más la posesión del balón, especialmente en la salida, porque no podrá permitirse esas pérdidas ingenuas que ha cometido en los dos primeros partidos de Liga. En todo caso, la evolución parece positiva, se va viendo más conexión, pero se echa de menos, quizá, algo más de control en la salida del balón. Tres partidos oficiales, tres victorias. No va mal la cosa. Que dure.