Una crónica de: @MiedoEscenico2
El Real Madrid acabó el partido con una alineación formada por Lucas Vázquez, Militao, Nacho, Marcelo, Camavinga, Valverde, Ceballos, Asensio, Bale y Rodrygo. Es decir, solamente tres jugadores, y uno de ellos el portero, de los que saltaron al campo el pasado miércoles en Londres para ganar en Stamford Bridge. Para ser Ancelotti un entrenador que no suele hacer rotaciones, lo de esta noche frente al Getafe debe de haber sido como un parto para él. No fueron estos todos los que empezaron, pero tampoco se crean: empezaron el partido Alaba, Casemiro, Vinicius y Benzema, pero el once inicial que enfrentó al Getafe tenía novedades, y además jugosas.
La primera parte, en general, fue un ejercicio de dinamismo continuo y remate, con mucho movimiento del balón y de los jugadores por parte del equipo blanco, y un cierto amontonamiento del azulón, acompañado de basculaciones continuas del otro lado. Probablemente, a ese dinamismo contribuía un centro del campo rejuvenecido con la entrada de Camavinga y Valverde como interiores, dedicados con entusiasmo a hacer interminables viajes de ida y vuelta, en ocasiones acompañando a laterales y extremos, y en otras retornando para ayudar a los centrales y a su padrino Casemiro. De hecho, durante gran parte del partido, ambos parecía que habían heredado las tijeras de podar del brasileño, y atacaban la presión tras pérdida con dedicación y empuje.
Se había anulado un gol a Benzema en el minuto 4, por estar adelantado antes de mandar el pase de Rodrygo al fondo de la portería, y desde ahí en adelante, el Madrid, a veces paciente y a veces algo alocado, buscó diferentes maneras de abrir el marcador, viviendo en campo contrario mucho tiempo, pero sin encontrar los espacios necesarios. Los contraataques no acababan de salir bien, apenas había juego entre líneas, los centros no encontraban su destino casi nunca, y se sucedían jugadas que no acababan en casi nada. El Getafe, a lo largo de la primera parte, apenas tuvo un par de acercamientos al área de Courtois, abortados por rechaces del equipo madridista, que aprovechaba cada recuperación para salir por las bandas a buscar el horizonte donde se adivinaba el traje amarillo de David Soria, portero getafense.
Imagen: realmadrid.com
En esa fase inicial hubo remates de Marcelo, de Lucas, y especialmente uno de Valverde, de volea y que salió botando, en el minuto 19, que obligó al portero rival a estirarse para poder desviar el remate, potente y colocado. A fuerza de ser realistas, lo gordo del primer tiempo se coció en los últimos minutos. Marcaba el reloj el minuto 39 cuando una apertura de Camavinga al costado izquierdo le llegó a Vinicius, al que dobló Marcelo. En un gesto técnico maravilloso, quizá heredado de Luka Modrić, quizá inspirado por Garrincha o algún otro antepasado carioca, el joven extremo brasileño puso una rosca medida con el exterior, templada, colocada, sencillamente perfecta, al corazón del área pequeña. Entraba Benzema, pero se pasaba de frenada y, a su espalda, lanzándose en plancha como un Casemiro ansioso por un plato de lentejas, llegaba Casemiro, que con un espectacular cabezazo mandaba el balón a la portería y se apuntaba el 1-0 merecidamente.
A esas alturas, Valverde había recorrido ya las obras del estadio, los restaurantes de los alrededores, y cada metro cuadrado del campo, en un despliegue de potencia inconmensurable, y sería una constante el que lo siguiera haciendo hasta el último minuto del último descuento. Este chico tiene algo especial detrás de esa mirada tímida, que no sabemos si será un hambre de gloria incontenible, o la amenaza de Mina Bonino si no hace lo que tiene que hacer, pero lo que seguro podemos decir es que, con la energía que despliega en cada partido, podría extraerse la necesaria para iluminar las farolas de todas las autovías españolas durante un mes. Lo que está claro es que Mina Bonino es una inspiración, y una invitación a la iniciativa, no sólo para el bueno de Fede, sino para todo el madridismo avispado. Tremenda señora.
A su lado, Camavinga iba ganando, con cada minuto que pasaba, estabilidad, seguridad, descaro y atrevimiento, dominando por momentos su parcela y cualquier otra por la que pasara. Alaba, algo más atrás, mantenía ese ascendente que le permite sentirse tranquilos a los que tiene cerca, a veces volviendo a toda velocidad, otras haciendo magníficas coberturas a Marcelo, y en alguna incorporándose al ataque con intenciones aviesas. Militao, a su lado, se mostraba tranquilo, fiable y centrado, completando un partido resolutivo y muy serio.
Imagen: realmadrid.com
Antes de que acabara la primera mitad, sin embargo, Casemiro volvió a ser protagonista. Por segunda vez, Soto Grado, del que seguro dirá algo Nilo Campo en su Crónica Arbitral, señaló una falta con la que el brasileño no estaba de acuerdo, y la magnitud de la segunda protesta le costó ver la tarjeta amarilla, que le impedirá jugar un duelo tan crucial como el del Sánchez Pizjuán de la semana que viene. Al minuto siguiente, el amonestado fue Federico Valverde, que uno nunca sabe si ha hecho la falta o no, con esa cara con la que mira de “yo no he hecho nada”, mientras no para de hacer cosas.
Tras el descanso, la dinámica se mantuvo más o menos, aunque el equipo blanco, cada vez más ajustado a nivel interno (muchos de los jugadores no habían jugado nunca juntos), jugaba con más calma, sin dejar de generar peligro. Marcelo, sin demasiada exigencia defensiva, era el eje alrededor del que pivotaba el ataque por el flanco izquierdo, a veces centrando al área y otras facilitando el movimiento de balón para las internadas de Vinicius en la zona de peligro. Un remate suyo al lateral de la red, tras un buen pase en profundidad de Benzema, fue lo más destacado en el primer cuarto de hora del segundo tiempo, además de una buena combinación entre Valverde y Rodrygo por banda derecha, una sociedad que cada vez tiene mejor pinta.
En el minuto 64, una falta indirecta a favor del Real Madrid fue jugada en corto por Rodrygo y empalmada con saña por el Halcón Valverde, que con un chut raso y durísimo, hizo saltar las luces LED de la publicidad junto al poste de Soria. Pocos minutos después, llegó la jugada que cerró el partido. Una buena apertura de Lucas Vázquez a la derecha llegó a Rodrygo y el menino brasileño, que a cada minuto se iba entonando más y más, puso el balón en el corazón del área, donde entraba el gallego. Dos de los defensas azulones, bien aleccionados, junto con el portero David Soria, se tiraron a taponar el posible remate con la derecha y el de Curtis, con la pausa que da la edad, colocó el balón suavemente con la pierna zurda, en el hueco que le ofrecieron generosamente al otro lado de la portería.
Imagen: realmadrid.com
El 2-0 dio cierta tranquilidad a la parroquia blanca, y al entrenador la de ir introduciendo cambios de refresco. Los primeros en abandonar el campo fueron un Karim Benzema luchador y con peligro, pero sin apenas remate en la noche de hoy, y ese Casemiro que les entregó a Camavinga y Valverde las llaves de la mansión para que la cuidaran en su lugar, y cumplieron en general con nota. En su lugar, entraron Ceballos y Gareth Bale, bajo una sonora pitada, compensada con bastantes aplausos. Poco después, era Asensio el que entraba en el lugar de Vinicius, merecidamente aplaudido tras un buen partido. El Madrid seguía generando ocasiones, pero el juego se iba haciendo más y más deslavazado, con menos continuidad que al principio, aunque a Valverde le salieron estrellas en el pecho, cada vez más, y a Camavinga se le iban transformando las rastas en medallas. Finalmente, entró Nacho para dar descanso a Alaba, y el partido discurrió sin grandes novedades hasta el final, a excepción de un remate de Unal al poste ante la estirada de un Courtois que no tuvo que hacer ninguna parada durante el encuentro.
El 2-0 final supone mantener la ventaja acumulada en lo que va de temporada, pero, sobre todo, permite certificar que, a 9 de abril, la plantilla cuenta con muchos jugadores en un buen estado de forma para afrontar el tramo final, donde se juega lo importante. El martes, frente al Chelsea, es necesario acabar de ganarse el pase a la semifinal de la Champions, y el sábado habrá que visitar al Sevilla, uno de los rivales más duros de la Liga, pero parece que hay equipo para hacerlo y para hacerlo bien. Respecto a los pitos a Bale, solamente desear que el karma les regale una hermosa almorrana a todos los que han pitado a un jugador de su equipo mientras jugaba: ojalá les dure hasta que acabe la temporada y no puedan sentarse a ver ni un partido del Madrid. O de su equipo, sea el que sea.