Una crónica de: @MiedoEscenico2
Lo dejó claro Ancelotti en la rueda de prensa, y lo cumplió en la alineación. Si los jugadores están bien, jugarán. Si los ve cansados, pondrá a otros. Y decidió enfrentar a la Real Sociedad en Anoeta con Courtois bajo palos, la línea defensiva más titular con Carvajal, Militao, Alaba y Mendy, el centro del campo clásico con Casemiro, Kroos y Modrić, y la zona ofensiva con Benzema y sus dos ahijados brasileños, Rodrygo y Vinicius. Sin reservar nada, y sin miedo alguno. Con todo. Justo antes, el Atlético veía como Kubito, con un gol fantástico, le levantaba los tres puntos en el Wanda, y ya venía la tarde con cierta coña porque el ingeniero Pellegrini había desactivado el Efecto Javi y se había llevado también la victoria en el Nou Camp. Sólo faltaba lo nuestro para bingo.
El primer cuarto de hora de partido fue una especie de “hola qué tal” de los dos equipos, con más dominio del balón de la Real, pero más apariciones peligrosas del Madrid, sin que ninguno de los dos conjuntos mostrara superioridad sobre el otro. A los quince minutos, Benzema pidió el cambio, y eso nos dejó preocupados a todos los madridistas. Las molestias que presentó el francés obligaron a entrar a Jovic, y el problema se duplicó, como quedó claro en el resto de la primera parte, porque el vacío que dejan los buenos duele más cuando lo ocupan los que no hacen ni la mitad de cosas.
Imagen: realmadrid.com
Aun así, la salida del campo del galo impulsó una especie de reacción rabiosa de los jóvenes brasileños del equipo hoy vestido de azul: Rodrygo y Vinicius, por turnos y, a veces juntos, se lanzaron con desesperación a por la portería rival, como si les hubiera partido el corazón haberse quedado sin su padrino sobre el campo. Aquello no cuajó en nada concreto, pero abrió en canal el partido que, hasta la media hora de juego, se convirtió en un ida y vuelta continuo, espectacular y pleno de ritmo. Desde el minuto 30, fue la Real la que ganó en dominio y presencia en el campo madridista, pero ahí apareció un colosal Militao en defensa, que sacó por arriba, por abajo y por el medio todo lo que rondaba la portería del líder de la Liga.
El final de la primera parte fue algo esperpéntico, con Kroos tratando de sacar una falta en horizontal, la Real cortando la jugada y lanzando un contraataque, y Mendy mandando la pelota a córner finalmente. Al descanso, la sensación era parecida a la de otros partidos anteriores del Real Madrid: parecía que el rival había controlado mucha parte del partido, que se había visto dominado, pero después los datos mostraban que la Real Sociedad no había rematado a puerta en toda la primera parte (cuatro del Madrid entre palos), y que la posesión era un 53/47.
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Antes del primer minuto de la segunda parte, un robo de Jovic habilitó a Rodrygo para que rematara a las manos de Remiro. Y, antes del segundo minuto, otra combinación fantástica entre Vinicius y Jovic acabó con el brasileño cruzando el balón junto al poste de la portería donostiarra y enviando el 0-1 al marcador. Los que decían que Vinicius no tiene gol siguen llorando amargamente en su cueva, mientras el brasileño va añadiendo muescas en su pistola, a medida que avanza la temporada. La Real, como era lógico, reaccionó y dio un paso adelante, y vio cómo el equipo madridistas se metía detrás de los muros de piedra de su castillo y esperaba, pacientemente, a lanzar sus saetas por las aspilleras.
En una de ésas, Vinicius y Jovic volvieron a encontrarse, cerca del minuto 52, pero el remate del brasileño acabó saliendo desviado. Gorosabel no hacía más que ver a su alrededor camisetas azules con el número 20, y no es descartable que acabe soñando unos días con ellas, porque Vinicius parecía tres o cuatro jugadores. Tampoco se puede decir que, en el otro lado, Diego Rico estuviera demasiado tranquilo, porque Rodrygo sumaba a una disciplina absoluta en defensa, un instinto maquiavélico en ataque, y solamente le podían parar con faltas o desviando balones a cualquier sitio lejano. En el minuto 56, Kroos se colocó el flequillo, sacó su media sonrisa, e hizo la seña de “vais a meter el gol de los malditos en este córner”; y Casemiro saltó a rematar el centro parabólico del germano, y prolongó hacia el segundo palo, donde apareció Jovic en el área pequeña para tirarse en plancha, entre defensa y portero, y rematar de cabeza al fondo de la portería, marcando un auténtico golazo.
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El 0-2, curiosamente, animó más al Madrid a buscar la portería rival, tomando algún riesgo, pero demostrando que quería cerrar el partido y no pasar las angustias de otros. Imanol movió el banquillo y metió a Turrientes y a Barrenetxea para tratar de compensar la situación, pero el Madrid siguió moviendo la pelota con paciencia y serenidad, esperando a llegar y martillear arriba en el momento adecuado, especialmente por la banda izquierda. Ancelotti decidió meter en el campo a Eduardo Camavinga en el lugar de Casemiro, que se había pasado todo el partido paseando por el filo de la navaja de la quinta amarilla, pero demostrando que sabe hasta dónde puede usar las tijeras de podar sin que se le vaya la mano, dando equilibrio y apareciendo donde hace falta.
Isak intentó rematar en el minuto 69, pero Courtois siguió estando inédito para ese momento, porque el balón salió alto. A falta de un cuarto de hora, que la Real pudiera hacer algo en el partido dependía, básicamente, de lo que le dejara hacer el Madrid, que volvió a replegarse para esperar su momento. Modric y Kroos habían sacado su reloj de arena y lo volteaban cuando les salía de las pelotas, ahora frenando y ahora acelerando, sin que la Real Sociedad pudiera hacer mucho más que forzar córners y llegar con más ahínco que peligro. A falta de diez minutos, Carletto dio descanso al teutón, así como a Rodrygo, y metió en su lugar a Valverde con sus bombonas de oxígeno, y a Asensio con ese misterio que le acompaña, porque nunca sabes si será transparente o explosivo.
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En los últimos minutos, Militao volvió a ponerse las charreteras, el sable con su funda y la gorra de plato, y decidió coleccionar medallas para su traje de gala de emperador del área, despejando por arriba, por abajo y por el centro, hasta dando un pase en profundidad para Vinicius que estuvo a punto de marcar el tercer gol del Madrid. En el descuento, la Real siguió dando muestras de impotencia, mientras el Madrid controlaba sin grandes dificultades que el marcador no se moviera. La victoria de hoy, conseguida en un campo muy complicado, sitúa al Madrid en una posición de ventaja muy destacable en Liga, con sus perseguidores lejos, y acumulando un colchón de puntos que le permite cierto margen si comete un error en un momento posterior de la temporada.
Y, para finalizar, con el permiso del lector o lectora, quiero dedicar esta crónica a alguien que lo merece, aunque poca gente le conozca. Un chaval de 18 años, madridista de corazón, que es, probablemente uno de los cinco mejores centrocampistas defensivos que he visto jugar nunca, y que se acaba de romper el ligamento cruzado. Nada de rendirse, Pablo, que eso es ser madridista: paciencia y sacrificio, y a esperar el momento, que llegará. Volverás más fuerte, seguro.