CRÓNICA | El bebé de la Champions: Real Madrid 3 – 2 Inter de Milán

Una crónica de: @Datemus

Ciento veinte pulsaciones aún. Llega tarde la crónica, como siempre. Hoy puede que un poco más porque el pulso no permite atinar a menos de tres teclas con cada dedo. Qué sufrimiento. Qué bonita y qué puñetera es esta competición. Da igual si juegas bien, mal o regular. Ganar es felicidad, perder es depresión. Incluso sin público en la grada, el torneo deportivo por excelencia te depara estos duelos entre dos equipos con grandes plantillas, mayores prestigios y sus respectivas historias, plagadas de gestas que evocan el olor de los puros, el dolor de espalda en la grada de socios de tras varias horas de pie y los prodigiosos vuelos sin motor de Santillana.

Por si fuera poco, llegaban los nuestros con la necesidad agónica de obtener los tres puntos para seguir vivos tras un arranque a años luz de nuestra leyenda. El propio Zidane, cuyo nombre ya está grabado con letras de oro en el olimpo de este trofeo, tildaba de final a un encuentro en pleno mes de noviembre. El rival, el Inter.  Los lombardos llegaban a la capital de España tras confeccionar una potentísima plantilla y birlarnos nada menos que a nuestra perla Achraf. A pesar de su comienzo irregular, cualquiera habría preferido verse en estas circunstancias ante una perita en dulce que, por otro lado, no existe en nuestro grupo, por mucho que los envidiosos más cerriles atribuyan poderes secretos en los sorteos a Florentino.

En lo meramente futbolístico, Zidane optó por su guardia pretoriana para la ocasión y alineó a Courtois bajo palos, Lucas, Mendy, Varane y Ramos en defensa, con Casemiro, Kroos y Valverde de medios y Hazard, Asensio y Benzema en punta.

El partido empezó con diez minutos de un ritmo trepidante que, como en las finales, puede que no fueran de un juego brillante pero sí llenos de ritmo e intensidad. Los púgiles abandonaron el tanteo y fueron directos al intercambio de golpes, armando una presión adelantada en la que cada jugador cogía a su par y en el que en cada duelo, o golpeabas para K.O. o te ibas a la lona. A modo de directos y ganchos, se sucedían las ocasiones en una sucesión solo apta para corazones robustos.

Imagen: realmadrid.com

En el 3’, un robo permite la internada por la izquierda de Hazard y Kroos. Tras algunos rechaces, el teutón logra enviar atrás, donde Asensio recibe el pase de la muerte cerca del punto de penalti, en inmejorable situación. Su zurdazo salió demasiado centrado y el meta Handanovic, a caballo entre los reflejos y la intuición, hizo el paradón de la noche para salvar a los suyos del uno a cero.

Continuaban ambas escuadras ejerciendo la presión adelantada cual trapecistas sin red, cada vez con mayor complejidad y exposición. Al Madrid le costaba sacar la pelota y cada pase iba acompañado por un avemaría de cada aficionado para agradecer un destino apropiado. Los italianos, a pesar de los avisos, permanecieron fieles al riesgo y siguieron combinando desde atrás, con magníficos automatismos con los que los jugadores que recibían de espaldas en la medular, enviaban en largo y sin mirar allí donde sabían que estaba Lautaro, mientras otros compañeros iniciaban los desmarques de cara y en ruptura. Un sufrimiento continuo.

En el 6’, un gran cambio de juego de Ramos a Lucas termina con un pase del gallego a la frontal para que el Pajarito, llegando de nuevo al área rival, chute a puerta advirtiendo que estábamos dispuestos a explotar la alternativa que tan bien os describieron @luismanper en su Previa y @MiedoEscenico2 en su Videoanálisis. El gallego, estuvo sobresaliente en esta fase del partido. No sólo cumplía en defensa y salía bien al ataque, sino que participó de forma clave en la salida de balón desde atrás.

En el 9’, empezaron a llegar los golpes del oponente: Ramos realiza una salida demasiado arriesgada en la medular y la pelota termina por llegar a Achraf en ventaja. Su centro, demasiado pasado, lo recoge Perisic en la izquierda que opta por centrar al segundo palo, donde Barella, muy forzado, remata flojo pero al larguero. Sólo unos segundos más tarde, Lautaro queda en el área uno contra uno con Ramos. Se hace hueco y chuta. Ramos desvía y la pelota, con Courtois sentado ya en el suelo, se habría ido a gol de no ser porque el belga sacó una mano a modo de “gadgeto-brazo” para desviar un balón imposible. Una vez más, nuestro arquero estuvo entre los mejores a pesar de los dos tantos encajados. Tres minutos después, Lautaro cae a nuestra derecha, atrae la atención de la defensa y centra a la frontal, donde entra Vidal como una locomotora. Su disparo, prácticamente imparable, se fue lamiendo la cara exterior del poste.

Imagen: realmadrid.com

Siguió el partido con menos ocasiones, pero no por ello sin ese reto suicida puesto en práctica desde los primeros minutos. Nuestro juego ofensivo echaba de menos que la pelota pasara más veces por la botas de Kroos e incluso e Karim y Hazard. Pero sobre todo, anhelaba más protagonismo de un Marco Asensio que empezó regular y se fue diluyendo. En ataque, lo intentó a base de combinación, desmarque y posicionamiento táctico, pero no probó un solo disparo (excepción hecha del minuto 3’) ni amenazó con el desborde, lo que facilitó mucho la tarea defensiva de sus pares. En defensa, fue perdiendo fuelle con los minutos y faltando cada vez más a su cita con la presión que, por otro lado, realizó siempre a costa de dejar la ayuda a Lucas a un Valverde omnipresente.

En el 22’, Lucas realiza un gran centro desde la frontal al desmarque de Benzema en el área. El francés, sin posibilidad de hacer nada salvo que seas Benzema, se inventó una dejada de cabeza a la frontal digna del Nobel a la creatividad. Allí apareció Valverde, que recogió la pelota muy alta en su remate y la envió a botar en el suelo con toda la intención del mundo. Por desgracia, salió demasiado fuerte y se marchó por encima del larguero por poco.

En el 24’, la insistencia de los nuestros encontró por fin recompensa. Por una vez, la maldición del canterano fue conjurada cuando Mendy presionó una recepción de Achraf en la medular, pegado a la banda y de espaldas. El francés desequilibró hábilmente al marroquí sin llegar a hacer falta mientras que el natural de Madrid, tal vez demasiado confiando en su izquierda, quiso ceder al portero. La idea no salió como quería y el primero que lo intuyó fue el genio del fútbol, el tío más inteligente de los veintidós que jugaban: Karim salió como una bala por la cesión defectuosa, se fue de la salida del portero con un quiebro prodigioso y le mostró a Europa como juega el delantero de la última década del Real Madrid. 1-0 que hacía justicia en el marcador.

El campo parecía inclinarse hacia la portería italiana. Un Madrid más confiado en su juego avisó de nuevo con una jugada individual de Hazard por la izquierda que, mostrando la pelota, quebró hacia la línea de fondo y centró con mucho peligro de no haber sido por la solvencia en la ayuda de los lombardos para enviar a córner. El saque lo realizó Kroos al primer palo, donde apareció un Sergio Ramos imperial, marcando los tres tiempos en un remate majestuoso a la base del segundo palo. Un golazo del heredero de Carlos Alonso en las noches europeas. 2-0.

Imagen: realmadrid.com

Cuando nos las prometíamos muy felices, los milaneses nos hicieron un traje a medida digno de su más alta costura. Brozovic, más solo que la una, centra a placer desde tres cuartos con Casemiro, Valverde y Kroos demasiado obsesionados con cerrar el espacio a sus espaldas. La posición entre líneas del destinatario, Niclolò Barella, no fue cerrada por nadie y Ramos quedó demasiado lejos de su marca mientras que a su espalda, Varane debía optar por marcar a Lautaro o a Perisic, al que no habían seguido ninguno de los tres medios, inapropiadamente concentrados en la posición del Vidal. El francés se fue con el croata mientras Ramos veía confiado desde la distancia como el balón llegaba atrás y en desventaja a Barella. Pero ahí fue cuando el italiano, con su genial asistencia de espuela, convirtió los trapos recibidos en sedas orientales y nos facturó a precio de Armani lo que debería no haber pasado de un prêt-a-porter. Como no podía ser de otra forma, la pelota le llegó a Lautaro, que la envió a la red antes de que Varane pudiera llegar en la ayuda. 2-1

De ahí al final del primer tiempo, el choque continuó equilibrado y ninguna escuadra se descompuso. El segundo tiempo fue otra cosa. Los italianos, que se habían visto perdidos, se llenaron de confianza con el gol y se juramentaron  para ir por el encuentro.

El Madrid comenzó algo tocado con el Inter decidido, lleno de personalidad, de agresividad y de las peores intenciones. Su presión arriba resultaba asfixiante y, ni desde la perspectiva que otorga ser espectador, habría acertado a señalar a qué compañero pasar una pelota sin riesgo.

No es que hubiera grandes ocasiones, pero el juego del Madrid empezó a ser Varane presionado hacia Lucas, con otro apretándole. De ahí a Courtois, vigilado por un punta, para dársela a un Ramos con un lombardo ya encima. El balón parecía un viacrucis en la que cada defensa era una estación y cada pase una tortura. La pérdida en área propia acechaba hasta que Courtois terminaba por despejar en largo para perder la pelota pero ganar unos segundos de alivio.

Imagen: realmadrid.com

Pasaron los primeros veinte minutos. Cuando esperábamos que la presión parara, se intensificó aún más, probablemente como consecuencia del cansancio de los nuestros. Los italianos ganaban cada vez más duelos individuales. Si la pelota llegaba misericordiosamente a Casemiro, el brasileño, que completó un segundo tiempo desastroso en aportación ofensiva, la entregaba al rival. En ocasiones se producía el milagro de que llegara bien a Kroos o a Valverde, y sólo entonces recordábamos al Inter que jugaba Champions contra el Madrid. Por si fuera poco, el colegiado permitió sacudir a los neroazurri lo que quisieron y más, y varios hombres se unieron al festival de palos exhibido por Vidal en el primer periodo, complicando todavía más nuestras escasas acciones ofensivas. No obstante, respecto del árbitro, nada como leer la tradicional e impecable crónica de @cubelas13.

Tras varias llegadas al área, en el 62’, Perisic sirve por su izquierda a Lautaro, cuyo remate desvía Ramos desde el suelo en una impecable marca. Dos minutos más tarde, con el Madrid insistiendo en una presión adelantada cada vez más estéril, Zidane dio entrada al dúo de bebés brasileiros de la casa. Vinicius JR. Y Rodrygo Goes daban el relevo a un cansado Hazard y a un agotado, pero también desaparecido, Marco Asensio. La intención del técnico francés fue doble: por un lado, dar más fuelle al intento de robo a los defensas italianos. Por el otro, atacar los espacios que dejaban a su espalda con la velocidad de los cariocas.

La cosa parecía empezar a ir mejor. Incluso en el 65’, una combinación entre Vini y Karim terminó con otra magistral cesión del genio galo a Lucas Vázquez en la frontal, cuyo disparo salió desde esa posición un poco desviado. Sin embargo, sólo dos minutos después, todo el plan pareció desmoronarse cuando Casemiro perdió su enésimo balón en campo propio, esta vez con todo el equipo descolocado y a contrapié. Perisic recibió por la izquierda un buen balón al área y, tras controlar bien, chutó con habilidad cruzado, salvando la oposición de un Lucas al que nadie pudo auxiliar en el uno contra uno. 2-2.

El tanto espoleó definitivamente a los lombardos. Sus ánimos renovados borraron de sus mentes la palabra cansancio. Para el Madrid, fue un mazazo moral. La superioridad del juego milanés y la asfixia practicada sobre nuestra salida de balón no se habían traducido en un gran número de ocasiones. El partido se igualó cuando no había dado tiempo a neutralizar el domino con el efecto de los cambios. Fue ahí cuando llegaron los mejores minutos de los visitantes y un par de grandísimas ocasiones.

Imagen: realmadrid.com

La primera, en el 74’. Mendy despeja horriblemente de cabeza y se la da a Lautaro que se perfila en el área casi sin oposición. Su disparo sale lamiendo el palo. Un minuto después, Kroos pierde un balón en la frontal del área italiana. El contragolpe termina con una apertura de Lautaro a Perisic, cuyo remate cruzado se va por muy poco.

Con el partido muy cuesta arriba, apareció la magia con que la Champions toca al Madrid. Con el pecho lleno de ese corazón madridista que nunca se rinde, de esa alma creada para portar nuestro escudo, venciendo la extenuación fruto de su lucha constante defendiendo el color blanco, el Pajarito tomó la pelota, la templó, y mandó en el juego con la personalidad de un bailarín de Montevideo dirigiendo a su pareja de tango. Su balón mostró a Vinicius la ruta con la que batir en carrera al viento y el joven brasileño puso en marcha las más rápidas piernas que atacando el espacio, uno vio en unos cuantos añitos. Como si la historia se estuviera escribiendo por el camino, el hermano mayor envió una pelota medida al bebé de la Champions, al niño mimado de esta competición, a la criatura a la que el destino hace comparecer hoy en el Castilla y mañana en el Bernabéu en una noche europea haciendo un hat-trick. Fiel a su cita con el preámbulo de una leyenda que ojalá termine de cuajar, Rodrygo Goes amansó la pelota como si la cosa no fuera con él, como si la ocasión no tuviera importancia, sirviéndose el balón para chutarlo de empeine con una precisión aún más sorprendente, adelantando de nuevo a su equipo y permitiéndole seguir muy vivo aún. Rodrygo, el gol de hoy sólo lo marcan con esa frialdad, naturalidad y talento los que están llamados a las grandes empresas. Ojalá llegues donde te esperamos. 3-2 en el 79’.

Un minuto antes, Luka Modric relevó a Kroos. El croata colaboró a que los diez minutos restantes hasta el final, aun con el Inter volcado en la igualada, terminaran con algunas ocasiones claras de gol. En el 82’, otra contra de un gran Vinicius termina con un excelente balón a Lucas Vázquez. ¿Hemos mencionado al gallego de nuevo? Extraordinario su partido en la noche de hoy. El canterano sirvió un gran centro al genio galo que, al peor estilo del peor Vinicius, lo desperdició con un patético remate en boca de gol que, de puro horrible, terminó por golpear su mano en lugar de la red. Ya en el descuento, una gran jugada de Modric terminó con otro pase a Karim, cuya maniobra en el área resultó en un gran remate cruzado que salvó el meta visitante con un gran paradón.

Así se llegó al final de un partido agónico por la alternancia en el dominio, las ocasiones en ambas porterías y la necesidad de victoria. Oxígeno puro el que dan estos tres puntos ante un rival, preparado por Pintus, que pareció contar con una reserva inagotable de este elemento.

Imagen: realmadrid.com

Muchos dirán que el Madrid jugó de pena, que es una vergüenza que te remonten así un 2-0, que así no se va a ningún sitio. No les niego ciertas razones en sus análisis pero, si me lo permiten, estas conclusiones resultan algo exageradas.

Esta noche, el Madrid, nos ha recordado lo que se sufre para ganar esta competición, lo dificilísima que es y la importancia de las victorias ante grandes rivales aun cuando no se haya ejercido el dominio del juego.

Es más, se me ha venido a la memoria ese sobresaliente artículo de José Samano con motivo de la final de la Undécima. En él, recogía las reflexiones de Luis Suárez Miramontes cuando recordaba como su portentoso Inter caía en las semifinales de la Copa de Europa 65-66 con nuestro portero Betancour lesionado. Conviene recordar las palabras del genio gallego: “Fue increíble, increíble. El hombre se sostenía como podía apoyado en un palo y pasaba el tiempo y no éramos capaces ni de acercarnos a su portería. Nos mirábamos unos a otros y decíamos sin parar: oye, que no hay portero, coño… ¡Ese es el Madrid!”.

Puede que esta noche nuestro Madrid sí les haya dejado acercarse mucho más de la cuenta, pero emociona comprobar como la indescifrable genética de nuestro club nos ha llevado, aun llenos de padecimiento, a otra victoria ante un grande europeo. No le restemos méritos por mucho que aún no se haya ganado nada.

 

FICHA TÉCNICA

REAL MADRID: Courtois, Lucas Vázquez, Varane, Ramos, Mendy, Casemiro, Kroos (Modric 78’), Valverde, Asensio (Rodrygo 64’), Hazard (Vinicius 64’), Benzema.

INTER DE MILÁN: Handanovi, D’Ambrosio, De Vrij, Bastoni, Achraf, Vidal (Nainggolan 87’), Brozovic, Young, Barella (Gagliardini 78’), Perisic (Aléxis Sánchez 78’) y Lautaro Martínez.

 

GOLES

1-0  Benzema 24’

2-0  Ramos 33’

2-1  Lautaro 35’

2-2  Perisic 68’

3-2  Rodrygo 80’