CRÓNICA | Hormigón y (un poco de) rock’n’roll: Levante 0 – 2 Real Madrid

Una crónica de: @MiedoEscenico2

Llegaba la quinta jornada de Liga al madridismo con un cierto aire de desconfianza por el juego mostrado por el equipo en este inicio de competición, a pesar de haber mostrado oficio y solidez sacando adelante la mayor parte de los partidos. Zidane, dado que las lesiones le habían ido limitando en la selección de los jugadores para alguna posición, volvió al 4-3-3 y plantó en el campo a Nacho como lateral derecho, acompañando a Varane, Ramos y Mendy como línea defensiva por delante de Courtois. El centro del campo, ante la ausencia de Kroos, lo sostenían Casemiro, Modric y Valverde, mientras Asensio y Vinicius ocupaban las alas y Karim Benzema volvía a ser el faro del ataque blanco.

El inicio del partido fue una peculiar réplica de aquel que nos descabalgó de la Champions en Manchester: el Levante salió a presionar muy arriba, y la zaga madridista movió el balón de un lado a otro, tratando de salir con la ayuda de Modric y Valverde. Poco a poco, el cuadro madridista fue adelantando con más facilidad las líneas y el balón, y fue ganando terreno, además de posesión. Como una especie de hormigonera a ritmo de música lenta, fue plantando sus tiendas de campaña en campo rival, y generando pequeñas combinaciones que no conseguían transformarse en goles. A veces por imprecisiones en los últimos pases, y otras porque los delanteros, especialmente Benzema, no andaban inspirados en el remate.

Pero, en el minuto 16, un córner botado por Modric al segundo palo salió rechazado hacia el vértice del área. Por allí andaba un solitario Vinicius Junior que, con sencillez, recortó hacia su derecha, se giró la gorra, guiñó un ojo para apuntar bien, y colocó con la diestra un balón al lado del poste contrario que se coló en la portería sin que Aitor Fernández pudiera evitarlo con su estirada. El 0-1 supuso un cierto alivio para los madridistas, además de poner en tela de juicio la leyenda negra del joven brasileño, que marcaba su segundo gol en dos partidos, para goce de @Datemus y otros entusiastas del chaval.

Imagen: realmadrid.com

Igual que en el partido frente al Betis, a partir del minuto 25 las tornas cambiaron, el Levante se trató de apropiar de la pelota, y comenzó a pisar terreno blanco, aunque sus oportunidades en toda la primera parte se limitaron a sendos centros cruzados que no encontraron rematador, aparte de un cabezazo de Vukcevic que fue al larguero de la portería madridista. Al Real Madrid le volvía a costar llegar a la portería rival, y su juego, bastante aseado hasta llegar a la frontal, se apagaba en los últimos veinte metros, con un Benzema sin violín, un Vinicius sin dirección y un Asensio medio camuflado. El gol del chico brasileño fue el único remate madridista a puerta en toda la primera parte, y los blancos se fueron al descanso con la sensación de ser una hormigonera dedicada a tratar de atropellar a una lagartija que se escapaba sin cesar, con un ritmo más bajo que, pongamos, el pulso de Messi en un partido de semifinales de Champions en Liverpool. Por decir algo.

A la vuelta del descanso, el Madrid apareció con otra banda sonora: guitarras afiladas, un bajo marcando un ritmo incesante, una batería como una locomotora de tren, un piano clásico, y mucho rock’n’roll. Valverde volaba por la zona de tres cuartos e interrumpía las salidas del cuadro granota, llevándose las presas entre sus garras para entregarlas de inmediato arriba, mientras Modric se vestía de príncipe y dominaba todos los pasillos de entrada al área local, mandando y llevando de un lado a otro. El problema es que ese auténtico chorro de fútbol ágil, veloz, ambicioso y hambriento de gloria, que duró diez minutos magníficos, se encontró arriba con Vinicius buscando su gorra de bad boy, Asensio buscando su identidad y Benzema sin acabar de afinar su violín (cuando lo que se necesitaba, quizá, era que afilara una faca albaceteña). El caso es que los blancos cortocircuitaban el juego levantinista, movían el balón a toda velocidad, se movían sin cesar y con agilidad, pero fallaban todos los remates o los pases decisivos.

¿No me creen? Así fue: caída de Modric en el área en el minuto 46 tras un pase de Benzema, señalización de una mano de Modric (que no era) en el área, remate de Benzema al poste tras una recuperación de Modric, remate de Vinicius a pase de Asensio que se pasea por el área pequeña, paredes de Benzema y Vinicius que falla el brasileño en boca de gol, pared de Benzema y Vinicius, que pasa el balón flojo al francés en el área pequeña. Todo esto entre el minuto 46 y el 55. En el minuto 57, el Levante introduce un doble cambio que altera el desarrollo del partido. La tormenta imperfecta del Madrid finaliza en parte porque su centro del campo empieza a dar síntomas de fatiga, y porque los dos extremos dejan de presionar la salida del balón con la intensidad anterior. A su vez, el Levante, con sus dos incorporaciones, ganaba en frescura y empezaba a llegar al área madridista. Pero ahí emergió Thibaut Courtois.

Imagen: realmadrid.com

Quien esto escribe, que fue muy crítico con el belga en momentos anteriores, y creo que con razón, ha de confesar que Courtois se ha ganado con creces mi confianza y la de casi cualquier madridista (saludamos a @missmarta85 desde aquí). Intuitivo, ágil para su estatura, y absolutamente colosal en los remates lejanos, el portero madridista se erigió en el héroe de los siguientes minutos, ya fuera con una parada espectacular a remate de Bardhi (en una deficiente cobertura del tiro de la defensa), o un pie magistral que evitaba un gol en un remate raso y duro. Una serie de desajustes defensivos, esta vez por la sobrecarga del ataque levantinista sobre la zona defendida por Asensio, Valverde y Nacho, supuso una sucesión de llegadas, incluyendo otra de Morales que acabó con su remate al lateral de la red.

En el minuto 68, una falta magistralmente lanzada por Luka Modric fue rematada de cabeza por Sergio Ramos al fondo de la portería granota, pero el árbitro anuló el gol por presunto fuera de juego. El que escribe estas líneas, una vez vista la imagen repetida, y la línea del VAR, no acaba de entender cómo se anuló por ese motivo, y no por la evidente falta del central de Camas a un jugador levantinista, al que empujó con las dos manos y casi lo manda al Turia. El caso es que, en el interín en que se decidía desde la sala VOR si era o no era fuera de juego, Zidane cambió a sus extremos e introdujo al cuestionado Lucas Vázquez y a Rodrygo en la posición de Vinicius, caído a banda izquierda. Mentiríamos si dijéramos que los cambios blancos modificaron gran cosa el devenir del partido, aunque es cierto que el Madrid recuperó algo de llegada al área rival, pero sin continuidad alguna.

Otro nuevo paradón de Courtois, esta vez a Clerc, daba a entender que el lado derecho de la defensa del Madrid era su punto más débil, y que mucho tenía que ver con el agotamiento de la línea de medio campo, donde Valverde y Modric comenzaban a errar incluso en pases aparentemente sencillos. Mientras el Levante ahogaba la salida del Madrid, alguna llegada puntual permitía una jugada algo estrafalaria, por ejemplo, con Modric sacando una falta en corto para Mendy, y el francés disparando a puerta con la pierna derecha, con despeje de Aitor posterior. Al fin, en el minuto 89, Zidane incluía en el campo a Isco y Ødegaard, dando relevo a unos Valverde y Modric completamente agotados.

Los minutos de descuento, con el Madrid algo más recompuesto, vieron cómo el Levante cometía algunas faltas, veía alguna tarjeta y se lanzaba decididamente a por el empate. Fue en el minuto 95 cuando, estando el Levante volcado en ataque, un balón rechazado del área llegaba a Rodrygo que, tras aguantar una tarascada, enviaba el balón en profundidad para la galopada de Karim Benzema. El francés corrió 50 metros, se internó en el área y, ante la oposición de Miramón, desenfundó su violín y, con una nota sublime, en forma de recorte, le dejo clavado. Y, a continuación, al fin, tiró el violín, sacó el mosquete, y clavó el balón en la portería del Levante, mandando el 0-2 al marcador, y al gafe a tomar viento, justo para dar fin al encuentro.

La tercera victoria consecutiva del Madrid en esta Liga le ubica provisionalmente en la primera posición de la tabla clasificatoria, seguido por tres equipos con un partido más disputado. Pueden criticarse muchos aspectos del juego del equipo, su carácter plano y previsible en algunos momentos, su dificultad para mantener el control en otros, o cómo se cuelga de los interminables brazos de Courtois para sobrevivir a los asaltos rivales. Aparte de la tan cacareada falta de gol, claro. Pero lo cierto es que encabeza la tabla con diez puntos sobre doce posibles, y ha dejado la portería a cero en tres de los cuatro partidos disputados, con lo que no cabe dudar del pragmatismo del cuadro blanco. Aunque eso tampoco es incompatible con desear que esos diez minutos de rock’n’roll que nos han regalado hoy se vayan ampliando en cada partido, y vayan acompañados de una mayor efectividad goleadora. Nos gusta ganar, y nos gusta el rock, aunque sepamos que el hormigón a veces es necesario también. Haznos caso, Zizou, coño.

 

RESULTADO FINAL

Levante, 0 – Real Madrid, 2.

 

GOLES

16’  0-1  Vinicius Junior

94’  0-2  Benzema (asistencia: Rodrygo)

 

REAL MADRID

1     Courtois

6     Nacho

5     Varane

4     Sergio Ramos

23   Mendy

14  Casemiro

10   Modric (minuto 89, entra 21. Ødegaard)

15   Valverde (minuto 89, entra 22. Isco)

11   Marco Asensio (minuto 69, entra 17. Lucas Vázquez)

20   Vinicius Junior (minuto 69, entra 25. Rodrygo)

9     Benzema

 

ARBITRAJE

Munuera Montero (Comité Andaluz).

Amonestó por el Real Madrid a Casemiro (min. 4).