Una crónica de: Teresa Arredondo
Los partidos con la Penya siempre dejan imágenes curiosas. La ovación inicial y final a un Nico Laprovittola que volvía a su equipo de los últimos años y que hoy no tuvo su día de mayor acierto. La del mejor partido que hemos visto jugar en España a Klemen Prepelic, que despojado de la presión de jugar en un grande grande, ha dado su mejor versión para los verdinegros, tras una pretemporada en la que ha demostrado que no valía para el Madrid, pero era aprovechable para la Penya. La de un quinteto inicial curioso (no todos los días lo estrena un niño como Garuba) y la demostración palpable de que Pablo Laso es un entrenador con todas las letras. Enfadado con las decisiones arbitrales que no entendía (ni él ni nadie); manteniendo en cancha a un Causeur poco acertado pero que necesita entrar en dinámica de juego porque va a ser muy necesario su concurso a lo largo de una temporada que se antoja complicada para los blancos, que terminaron la pasada con 80 partidos en su haber, a los que pueden sumar los que llevan en sus carnes los mundialistas; realizando trabajo psicológico con un Randolph desquiciado al que una charla en privado con Pablo Laso ha vuelto a medio entonar para firmar un partido que no era el suyo. De los mundialistas, no vimos en cancha a Rudy, quien acabó el pasado partido como suele, sin aliento. Llamativa también la imagen dantesca de la animadversión del público con Felipe Reyes, inquina que no se entiende y aún menos si vemos que, en el día de hoy, también la disfrutó el bueno de Carroll. Ni los mormones se libraron hoy.
Comenzó el partido apretadito, con un quinteto inicial en el que saltaron a cancha Campazzo, Causeur, Carroll, Garuba y Tavares. El resultado del primer cuarto, un 22-23 a favor de los blancos, fue el único momento en el que hubo un cierto peligro para la victoria visitante. Con un Klemen increíblemente acertado (no en vano fue el mejor jugador del Joventut hoy) y algunos fallos de concentración del Real Madrid, lo más destacado que ofreció el juego del Madrid fueron los triples de Carroll, que demostró seguir teniendo un acierto increíble desde esa posición.
En el segundo cuarto, donde Laso puso en cancha a Laprovittola, Jeff Taylor, Lllull, Jordan Mickey y Randolph, a pesar de algunos fallos defensivos y de momentos de falta de intensidad por parte del Madrid, el mayor acierto y también algún que otro error grosero lo pusieron Deck, Llull y Taylor. Al descanso nos fuimos con algo más de ventaja (36-41), no demasiada, la verdad, pero suficiente para comenzar el segundo tiempo de partido con algo más de calma.
Imagen: penya.com
En la segunda parte del encuentro, hacia el minuto 4 del tercer cuarto, los de Laso ya habían alcanzado una diferencia de +12. Este cuarto lo inició el Real Madrid proponiendo el mismo quinteto que al inicio del partido, con la única diferencia de Deck en el lugar anteriormente ocupado por el joven Garuba. La diferencia de puntuación, 49-65, puede deberse fundamentalmente a un aumento de intensidad, tal y como se había pedido por Laso y concedido al entrenador por sus chicos, tanto en ataque como en defensa, destacando Campazzo y algún que otro taponazo memorable de un Mickey muy bien integrado en su nuevo equipo.
Y finaliza el encuentro, como decíamos al principio, con algunas imágenes cuando menos curiosas, ya que no se ve todos los días al bueno de Carroll enfadado con el público, que ha propinado una pitada interesante a un Felipe Reyes que, que sepamos, no le debe nada a Badalona y ésta sí a él por tantos éxitos conquistados con la selección española. Pero, en fin, Mickey, Taylor, Randolph, Laprovittola y nuestro increíble y recuperado Llull, iniciaron el principio del fin de la historia de este encuentro, en el que Randolph fue llevado aparte por Laso y recibió indicaciones y apoyo a partes iguales, para que el sabor de boca no fuera tan amargo. Un partido que finalizó, como no podía ser de otra forma, con una victoria madridista por 69-88, en el que Carroll anotó 17 puntos y el entrenador de la Penya reconoció que aún les queda mucho trabajo por hacer.
Lo dicho, una historia con poca historia.