Una previa de: @danipuerto6
Cada visita del Madrid al Carpena para enfrentarse a Unicaja se convierte en un lleno absoluto en el pabellón cajista. Un partido que genera una expectación bárbara sin importar como lleguen los contrincantes al duelo y es que desde que el equipo malagueño creció hasta meterse de lleno en la élite del baloncesto español, un Unicaja – Real Madrid dejó de ser un partido más.
Llegan ambas plantillas castigadas de los esfuerzos europeos de entre semana. El Madrid cuenta con la duda de Llull, que se resintió ante Darussafaka junto con las ya sabidas de Rudy y Felipe, aunque los dos últimos pinta a que sí estarán en el choque liguero. Unicaja por el contrario viene con las bajas seguras de Suárez y Alberto Díaz, jugadores vitales en el esquema de Luís Casimiro.
Si el Madrid ya es de por sí un auténtico dolor de muelas táctico por la variedad de recursos que presenta, llega a Málaga con unos datos que preocupan más aún si cabe al conjunto verde. Y es que los de Laso son más fuertes allí donde Unicaja más endeble se muestra, es decir, en la defensa y el rebote. Para el equipo cajista, la pelea del rebote es su talón de Aquiles, pues son de los peores equipos en la liga, donde el mejor de todos, el rey de los rechaces es precisamente su rival del domingo. El Madrid llega con dos auténticos “carpantas” como Tavares y Ayón, que por sí solos rondan los 13 rebotes por partido. Si a ellos les unimos a Randolph, Thompkins y a un Felipe que se juega ser el tipo con más partidos a sus espaldas en la historia del Basket patrio de máximo nivel, nos da que Unicaja puede tener una grave vía de agua, tan grande como la que se llevó por delante al Titanic.
Imagen: eurosport.es
Otra de las claves del partido será ver como resuelve Casimiro la baja de Suárez. Ni Wiltjer, ni Dani Díez parecen idóneos para lo que les viene, nada menos que una de las mejores parejas de “cuatros” que se puede encontrar en Europa a día de hoy. La sociedad Randolph-Thompkins da puntos, rebotes y son una absoluta amenza para cualquiera, más aún si enfrente se encuentran un alero “forzado” a jugar más de la cuenta fuera de sitio como Díez y a un americano que reniega de su cuerpo, porque midiendo lo mismo que un poste de la luz, ni rebotea, ni defiende, ni utiliza su cuerpo para abrirse hueco y es que si Wiltjer pudiera, se cambiaba el cuerpo con el primer Campazzo que se cruzase. La opción es Lessort, un trabajador incansable, pero incapaz de abrir la cancha para que Shermadini pueda mover sus pies bajo el aro. Lessort es otro “cinco”, con lo que no será raro verle coincidir en los mismos espacios que el georgiano.
El partido será tan disputado como los físicos de ambos dicten. Quizás el Madrid parta con la ventaja de un banquillo más profundo y productivo, pues si encima logra que Rudy y Llull sean de la partida, la diferencia será abismal. Unicaja debe trabajar en lo colectivo para evitar que los blancos dominen los aros, para luego dar la manija del ataque a su trío exterior formado por Boatright, Jaime Fernández y Roberts, generadores de todo lo que ocurre en el ataque verde. Si la defensa del Madrid logra minimizar el juego de “penetrar y doblar” de los tres pequeños, a Unicaja se le pondrá el partido tan cuesta arriba que una victoria sería de una hazaña histórica, pues tanto Shermadini como Lessort viven de la capacidad de estos tres para dejarles en ventaja.
En resumen, un partido donde correr hacia el aro rival será obligado habida cuenta de los gustos baloncestísticos de ambos entrenadores y donde la diferencia estribará en cuál de los dos equipos será capaz de ser igual de intenso y efectivo a la hora de replegarse en defensa.