Una crónica de: @MiedoEscenico2
Se presentaba el partido entre Real Madrid y Valencia camuflado entre el interés malsano de la prensa por la situación de Isco y la disputa de la final de la Copa Libertadores en el Santiago Bernabéu en fechas próximas. Para la afición madridista, suponía la oportunidad de comprobar si el equipo blanco seguía en esa situación de bipolaridad extraña, que tan pronto supone un fiasco en Eibar como una resurrección parcial en Roma.
Santiago Solari optó, en una decisión sensata, por mantener lo que funcionó en Roma y efectuar las modificaciones mínimas debido a molestias físicas de algunos jugadores. El Real Madrid saltó al campo con Courtois bajo palos, una línea defensiva formada por Carvajal, Varane, Ramos y Reguilón, en el centro del campo aparecían Marcos Llorente, Modric y Dani Ceballos, y en el frente de ataque repetían Lucas Vázquez, Benzema y Bale.
La entrada al partido del equipo madridista fue llamativa por su energía. Unos primeros minutos de toma de contacto dejaron paso a una exhibición de presión alta, actitud ambiciosa y dominio del juego. En el minuto 2, una volea de Benzema con la izquierda, tras centro de Bale, salía rozando la escuadra izquierda de Neto. El balón fluía con más rapidez que en otras ocasiones, y se sucedían aperturas a las bandas y pases en profundidad que mantenían al Valencia contra las cuerdas. A los ocho minutos de partido, un rechace de la defensa valencianista que caía cerca de la línea de fondo era recogido por Dani Carvajal que, tras dos recortes repletos de decisión, ponía el balón en el corazón del área pequeña, y Wass, en el intento de despeje, marcaba en su propia meta el 1-0.
A partir de ahí, el Madrid se serenó con balón, llevando a cabo circulaciones continuas, buscando las zonas del campo donde podía generar superioridad, aunque sin balón seguía apretando muy arriba. Marcos Llorente hacía un balance defensivo repleto de energía y orden táctico, y tan pronto aparecía entre los centrales como presionaba de manera insistente hasta producir la pérdida de balón. Ceballos, en una demostración física exuberante, recorría un kilómetro tras otro, recuperando balones y tratando de hilar jugadas, aunque en ocasiones le faltó soltar el balón un poco antes. Modric iba recuperando su mejor tono ofensivo, produciendo jugadas de peligro y buscando una posición central desde la que marcar el ritmo del ataque. Carvajal seguía con su recital de anticipaciones, y tan pronto robaba un balón por velocidad, como lo cortaba apareciendo en zonas del campo poco habituales en él. Benzema llevaba a cabo esfuerzos defensivos y tiraba de amor propio para bajar a ayudar al equipo en la recuperación de balón. Reguilón exploraba la banda izquierda e iba tanteando posibilidades de centrar, acompañado por Gareth Bale en esa misión. Lucas seguía en su interminable pelea con la dicotomía de perder en ataque todo lo que lograba, gracias a un esfuerzo interminable, en defensa. El problema, en esta fase del partido, es que esta superioridad del Madrid no se transformaba en goles. Remates de Ceballos, Benzema y Bale en varias ocasiones no obtuvieron el premio del gol, y el partido llegó al descanso con el marcador de 1-0.
El inicio de la segunda parte dejó claro que el Madrid iba a dosificar los esfuerzos en la presión, y el Valencia fue ganando terreno y posesión de balón progresivamente. A medida que el equipo blanco iba dejando ver el cansancio físico que afloraba tras la intensidad de la primera parte, el cuadro ché adelantaba líneas y empezaba a llegar con peligro, por medio de Gameiro y Santi Mina, especialmente. Los madridistas comenzaban a compactarse en la zona defensiva, centrados en cerrar las incursiones desde el centro del campo, además de ir preparando salidas al contraataque. Comenzó ahí una fase del partido en que el Valencia llevaba a cabo ataques largos, mientras que el Real Madrid salía al contraataque de manera relampagueante, pero esta dinámica cada vez fue castigando más el desgaste físico blanco.
Poco después de la hora de partido, Asensio entraba por Bale, que había estado participativo, pero no especialmente acertado. Santi Mina estaba a punto de llegar a un balón en profundidad que atajaba Courtois saliendo hasta casi el borde del área, y un centro peligroso de Parejo se paseaba por el área madridista sin encontrar rematador, aportando una sensación de cada vez mayor peligro del Valencia. Modric había rematado poco antes desde fuera del área, pero el balón se iba alto, al igual que ocurría con otro disparo de Carvajal con la izquierda. A medida que pasaban los minutos, el Madrid iba perdiendo fuelle y el Valencia cada vez dominaba más arriba, especialmente tras la entrada al campo de Kondogbia y Piccini. En esos minutos, el trabajo defensivo de Reguilón y Carvajal, incansables, dificultaba las llegadas valencianistas por banda. En el minuto 71, Valverde relevaba a Modric y aportaba oxígeno y presencia aérea en el centro del campo. Poco después, una espectacular cabalgada de Marcos Llorente por la banda acababa en un pase atrás a Marco Asensio, que intentó rematar dentro del marco de Neto, pero el cuerpo de Garay impidió que fuera gol. Pasados unos minutos, una internada de Asensio en el área, cerca del marco del Valencia, acabó en un balón para Ceballos que, por no darla con la izquierda, trató de cederla atrás, anticipándose la defensa valencianista. Entraba posteriormente al campo Batshuayi, que tendría un uno contra uno claro ante Courtois, pero una parada espectacular del portero belga malogró la ocasión valencianista. Después, faltando diez minutos para el final, Ceballos dejaría su lugar a Isco, que fue recibido por el Bernabéu mayoritariamente con aplausos, aunque también sonaron pitos.
Y, tras una segunda parte con el equipo madridista cada vez más replegado, el Valencia dominando y llegando, y medio Bernabéu temiendo que llegara el gol del empate, volvió a aparecer Dani Carvajal. Una carrera de 70 metros con el balón, al límite, finalizaba con un pase horizontal que llegaba a Benzema; el francés sacó el reloj de su chaleco, frenó el tiempo un segundo, y cuando se abrió una leve grieta en la defensa del Valencia, puso el balón raso para que Lucas Vázquez, una vez más apareciendo en la posición de delantero centro, enviara con su pierna izquierda el esférico a la red de Neto. El 2-0 acabó definitivamente con las esperanzas del Valencia de equilibrar el choque, y el Madrid se dedicó a controlar el juego hasta el pitido final.
La lectura que se puede hacer del partido es la opuesta a la del de Ipurúa hace una semana: aunque el acierto goleador apenas haya acompañado, la actitud, el trabajo y el sacrificio han dado hoy al Madrid una victoria más que merecida, que ha servido para confirmar varias cosas. Por ejemplo, que Marcos Llorente y Reguilón son relevos de garantías para muchos partidos; o que Ceballos esté consolidando una posición destacada dentro del centro del campo madridista, por su movilidad y su trabajo incansable; o para que algunos de los jugadores puestos en tela de juicio por su bajo estado de forma, como Varane o Modric, hayan recuperado algo de crédito, dando síntomas de mejora. Esta victoria reengancha al Madrid a la competición liguera, y además lo hace cabalgando a lomos de jóvenes criados en su cantera, que están dando un paso adelante para ganarse un puesto en el mejor equipo del mundo. Éste es el camino: una plantilla donde todos puedan dar lo que tienen y sentirse parte del éxito, un retorno a los orígenes.
Imagenes: realmadrid.com