Una crónica de: Manuel Pérez Abascal
En el deporte profesional, tras un resultado siempre se esconde una imagen. Dicha imagen algunas veces no se semeja con el resultado final y otras, se muestra esclarecedora ante la situación de un grupo mostrándote el porqué de un resultado negativo.
Este símil podría servir para explicar la situación que vive actualmente el Real Madrid. Ha vivido a lo largo de esta temporada ambos casos: dejándose puntos con una imagen aceptable y como sucede en la actualidad, ayudando a entender porqué al Madrid le ha abandonado absolutamente todas las virtudes que le llevaron tan sólo hace unos meses a considerarlo por todos, como el mejor equipo del mundo.
Pero si la imagen es importante, dada la situación del Madrid en la tabla, el resultado lo es aún más. Y por ello, catalogo como inexplicable la imagen dada por el equipo. Falto de intensidad y olvidándonos de todos aquellos intangibles que debe mostrar un colectivo en este tipo de situaciones, el Madrid se ha abandonado en esta liga en lo puramente futbolístico. Hoy no se le puede achacar falta de remate o ausencia de gol ( hoy no estaba Benzema para abarcar todas las críticas, muestra más para saber que los males no empiezan y acaban en la figura del francés como mucha gente cree) porque esa fue la mejor y única noticia positiva: el regreso de Gareth Bale, rápido, veloz, dinámico, sin miedo, moviéndose con astucia y buscando los espacios. Marco dos goles de delantero centro. El gol lo puso el galés ante la ausencia de Cristiano. Muy por debajo de su nivel, como el resto de compañeros.
Uno espera ante tanta adversidad, que el talento individual aparezca para salvarte ante un mal día; pero esa sólo puede ser un factor decisivo en un momento puntual. Pero nunca como solución futbolística. De un equipo con tantas soluciones ofensivas se espera recursos para salir indemnes de cualquier conflicto táctico generado por el equipo contrario. Pero de eso, ni rastro.
Porque, y después de una primera parte donde el equipo mostró empaque para superar la situación adversa de un gol en contra, se mostró tras la reanudación sin la suficiente categoría para hacer frente a una presión adelantada del Celta con un Casemiro especialmente desacertado en la salida del balón y con un Modrić tan irregular en el juego como un Kroos tan irrelevante. Especialmente sangrante fue la aportación de los laterales, en especial Marcelo. Su desdén defensivo es insostenible y su ataque resulta improductivo. De todos es sabido la importancia capital que supone el jugador brasileño en el juego de ataque… pero también empieza a ser un habitual ver a sus compañeros dejar sus tareas defensivas para ir a cubrirle la espalda ante la mirada de un jugador que pierde la posesión, la posición y que en muchas ocasiones acompaña todo esto con un regreso “cochinero” del que para mí, se trata de un agravante y una falta de respeto hacia el colectivo.
Con todo este panorama y a 16 puntos del líder, el Madrid no puede considerar una remontada pensando en imaginarias situaciones o pronósticos. A mi juicio, Zidane debe preparar al grupo para el futuro. Un futuro que se encuentra mes y medio y habla francés. Mientras todo eso llega, le queda rearmar al colectivo, buscar la mejor versión del mismo y ver cada partido de esta Iiga que promete hacerse muy larga, una oportunidad como puesta a punto para demostrar al mundo que este club y en situaciones con tintes caóticos, siempre ofrece su mejor versión. Quién sabe. Quizás sea la típica temporada nefasta en la que ganamos otra Copa de Europa.