CRÓNICA | La tradición: Real Madrid 3 – 1 Atlético de Madrid

Una crónica de: @MiedoEscenico2

Hablaba el bueno de @pepo2204 en su previa de la tontería que habían liado entre aficionados atléticos, prensa y demás agentes interesados con lo de Vinicius, las entradas y tal y tal. No se imaginaba que el tema podría ser aún peor, con los animales del Frente Patético colgando pancarta y muñeco alegórico en las cercanías de Valdebebas, y los mismos que estaban alentando la caza, captura y linchamiento del extremo brasileño, ahora haciéndose los escandalizados, al ver que se les han ido de las manos las dimensiones del gigantesco cardo que han contribuido a abonar con la mierda que han escrito y comentado durante las últimas semanas. Luego, llegaría el karma. Como siempre. Así las cosas, Ancelotti puso sobre el campo la alineación más o menos esperable. El mejor portero que tiene, y, por delante, casi la única defensa de garantías, con Nacho, MIlitao, Rudiger y Mendy; Camavinga, Kroos y Modrić en el centro del campo, y Valverde a la derecha, Vinicius a la izquierda, con Benzema en punta y el brazalete de capitán del cuadro madridista.

El partido empezó intenso, con una presión muy alta por parte del Atlético, que el Madrid sorteaba, a pesar de algún error puntual, y salidas y llegadas rápidas por parte del conjunto local. En resumen, que en los primeros 5 minutos los dos equipos perdieron más balones que otra cosa, por sus propios errores en la entrega, fruto casi siempre de la precipitación. En el minuto 8, una pared vertiginosa de Vinicius con Benzema acababa con una dejada deliciosa con el exterior del galo, que el joven brasileño echó a perder por intentar controlar en vez de rematar de primeras. El Real Madrid iba tomando el control del juego progresivamente, y el Atlético estaba más preocupado de hacer el campo estrecho y que el equipo blanco no progresara, que de intentar llegar al área local. Pero, no obstante, el cuadro visitante empezó a estirarse, cada vez más.

El ritmo bajó a partir del cuarto de hora inicial, y eso benefició al cuadro local para ir hilvanando con más paciencia y menos precipitación. Un remate fuera de Correa, desde la frontal del área, fue el primer aviso del equipo rojiblanco, en el minuto 17. El segundo no fue un aviso, sino un gol: un pase a la espalda de Vinicius para la entrada de Nahuel Molina -abandonado por el brasileño, y sin Mendy cerca, sacado de sitio por Correa-, un pase de la muerte al primer toque y Morata, en el área pequeña, rematando a placer, fueron la sencilla maniobra del conjunto colchonero para abrir el marcador. El 0-1 no supuso un gran cambio de la dinámica del partido, salvo por la sensación de que el Atlético se sintió más cómodo y sin necesidad de adelantar a demasiados jugadores cuando tenía el balón.

Imagen: realmadrid.com

El Madrid trataba de llegar al área rival con más ímpetu que sentido, y a los visitantes no les costaba demasiado desarticular las jugadas, habiendo colocado, entre la defensa y el centro del campo, contenedores ardiendo, cepos de cazador y hasta minas antipersona. Es cierto que, moviendo el balón de lado a lado, con cambios continuos de orientación, el equipo local iba desgastando al rojiblanco, obligándole a desplazarse continuamente para llegar a la presión, pero ese desgaste no se traducía en la creación de ocasiones claras a corto plazo. En el minuto 33, otra jugada similar a la del gol, en que esta vez Lemar puso el balón de primeras al área pequeña, salió desviada, pero supuso un serio aviso para que el Real Madrid no se durmiera en los laureles. Una llegada poco ortodoxa del Madrid ya en el minuto 37 fue finalizada con un remate alto de Valverde, justo después de una extraña jugada en que se sucedieron tres o cuatro choques entre diferentes jugadores.

Mendy caía lesionado también ese minuto, y Ceballos entraba por él en el minuto 43, tras esperar un rato en que el Atlético mantenía una posesión muy larga, aprovechando su ventaja numérica. Camavinga se ubicaba en la posición de lateral izquierdo, Kroos ocupaba el medio centro, con Modrić y Ceballos como interiores. Poco antes del descanso, una buena internada de Nacho por banda acabó con un centro muy peligroso, entre portero y defensa, que nadie llegó a rematar, con lo que el 0-1 se mantuvo en el marcador hasta que empezara la segunda mitad. Suficiente para que los directores generales de las redes sociales volcaran su diagnóstico sobre la jubilación de unos, el cese del entrenador, de su hijo y hasta de su prima, el fichaje de media plantilla, y hasta sobre tirar abajo el estadio para hacer otro. Ya saben, tienen pocas oportunidades, y la mala primera parte del equipo era una de ellas.

La segunda parte empezó con otra pinta bastante diferente. El Madrid fue preparando pacientemente sus escalas, sus catapultas, sus arietes y sus arqueros, y se dispuso a asaltar la fortaleza del equipo rojiblanco sin dilación. La primera llegada fue un córner, la segunda otro centro cruzado de Nacho al que no llegaron ni Vinicius ni Benzema, y la tercera, un remate a las nubes de Valverde. El equipo de Ancelotti iba buscando grietas en el castillo atlético, pero las ocasiones no acababan de ser del todo claras. En el minuto 58, un zurdazo durísimo de Benzema fue rechazado por Oblak y Vinicius, de nuevo, trató de controlar el balón, en vez de darla con lo primero que se le ocurriera, y se echó a perder la ocasión.

Imagen: realmadrid.com

El partido se iba inclinando hacia la portería del esloveno, Vinicius empezaba a tratar de trepar por la muralla, pero le echaban aceite hirviendo en forma de faltas, tarascadas y demás. En el 65, un centro de Valverde desde la derecha, no fue aprovechado por Benzema en otro fallo incomprensible, aunque posteriormente se pudo ver que estaba en fuera de juego. Cada vez era más evidente que el asedio iba abriendo las defensas atléticas, pero ningún asaltante conseguía sobrepasar las líneas rivales. Para entonces, Simeone ya había retirado del campo a Morata e introducido en su lugar a Witsel, manteniendo su vieja tradición de hacerse pequeño con el marcador en ventaja. Es un misterio que aún no haya entendido que esa tendencia es la que le ha hecho apuntarse el 50% de la responsabilidad en las derrotas frente al Madrid: el ser cagón.

En el otro banquillo, Ancelotti hacía todo lo contrario: retiraba a un Valverde bastante desafortunado, especialmente en el pase, y daba entrada a Rodrygo, que nunca sabes qué partido hará, pero intuyes que, siendo un día grande, algo se hará notar… En el 74, Kroos dejó su plaza a Asensio, y el medio campo madridista quedó configurado con Modrić de medio centro, y Ceballos de apoyo a Modrić, Ceballos de interior derecho para ayudar a Asensio, Ceballos de interior izquierdo apoyando a Vinicius y Camavinga, y Ceballos de aguador, de masajista, de delegado y de animador. Es decir, que el Madrid jugaba con dos centrocampistas que parecían seis. Añadido a esto, Benzema y Rodrygo salían a jugar entre líneas, a buscarla para iniciar penetraciones verticales, y ese caos relativamente ordenado empezó a volver loco al equipo colchonero.

Fue en el minuto 79, poco después de un paradón de Courtois ante un libre directo lanzado por Griezmann a la escuadra, cuando Rodrygo demostró lo que decíamos unas líneas más arriba, y se coló por la grieta entre las murallas atléticas. Modrić le dio un pase al que llegaba algo forzado, y el menino brasileño se fue con un regate del primer rival, después hizo lo propio con otro, se internó en el área escorándose hacia la izquierda y, cuando nadie lo esperaba, remató con el exterior de su pie derecho, rebosante de pólvora, enviando el balón a la red en una jugada apoteósica. El empate solamente sirvió para que el conjunto local redoblara su convencimiento de que iba a acabar llevándose la victoria, y para que el visitante se metiera un poco más atrás aún. Pero no llegó el gol, y pasaron los minutos hasta el final sin que se moviera el marcador, a pesar del esfuerzo blanco.

Imagen: realmadrid.com

La prórroga se inició con los mismos parámetros: el Madrid asaltando el campo atlético, Modric en modo mariscal, Ceballos repartiendo sus clones aquí y allá, Asensio apretando y siendo dinámico, y Vinicius castigando a Nahuel, a Savic y a cualquiera que se pusiera delante, desafortunado en la finalización pero persistente en el daño que infligía al costado rival. Rodrygo bullendo de un lado a otro, Benzema entrando y saliendo, y todo ello acompañado de un Nacho expeditivo y serio, un espectacular Camavinga en la posición de lateral izquierdo, incisivo en ataque y responsable en defensa, un Militao imperial atrás, desactivando cada intento atlético y un Rudiger que acompañaba lo que hacía el resto con criterio. Es decir, un equipo jugando bien.

En el minuto 97, ocurrió la jugada que acabó de inclinar el partido hacia el lado madridista. Hubo una falta clara de Nahuel Molina a Vinicius en la banda, y Savic trató de retrasar el saque de la misma reteniendo el balón; Vinicius trató de quitárselo, y ambos se enzarzaron en una pelea bastante infantil, que el árbitro resolvió, salomónicamente, con una amonestación para cada uno. Un par de minutos después, una penetración a toda velocidad de Camavinga cerca del lateral del área fue parada en falta evidente por el propio Savic, que vio la segunda tarjeta por ello. Una vez que se quedó con uno menos, el Atlético acabó de plegar filas, aparte de que Simeone ya había quitado del campo a Griezmann, dando entrada en su lugar al joven centrocampista Pablo Barrios. Ya saben, el cagómetro, disparado. Y ya fue inevitable el desenlace.

Corría el minuto 103 y una buena jugada por la derecha del Madrid acabó con un centro de Asensio al que no llegó Rodrygo, que Vinicius pifió al intentar rematarlo, y que llegó de rebote a Benzema, que esperaba pacientemente, afinando su violín, en el segundo palo. Y el francés, pleno de clase, colocó la pelota pegada a la base del poste, marcando el 2-1, compensando con ello un partido enormemente desafortunado en el pase. La segunda mitad de la prórroga, sin embargo, vio caer físicamente al Madrid, especialmente porque Ceballos volvió a parecer humano, Rodrygo se lesionó y el equipo tuvo que protegerse, dejando el balón al Atlético para tratar de explotar su superioridad numérica al contraataque. Entraron Mario Martín por el dañado Rodrygo y Odriozola por Nacho, ya agotado, y el equipo blanco esperó a su momento.

Imagen: realmadrid.com

Y, en el último acto de justicia poética del partido, Vinicius corrió el contraataque acompañado de Asensio y Benzema, decidió ir recortando hacia el centro y, llegado a la frontal, envió un remate raso y duro, junto al poste izquierdo de Oblak, que certificó la victoria madridista por 3-1. El tipo al que los medios de comunicación, antiguos rivales y los imbéciles radicales del equipo rival habían puesto en su punto de mira durante los últimos días cerraba el partido con un gol, tras una jugada individual. Karma puro y duro.

Con esta victoria, se cumplen las viejas tradiciones: el Madrid remonta un resultado adverso, el Atlético se encoge cuando va ganando, la victoria es para los blancos y los colchoneros buscan cualquier excusa para disimular que han vuelto a perder. La vida sigue igual. Desde estas páginas, hemos de decir que no creemos que «Madrid odie al Real», como cantaba la roñosa pancarta de los radicales: de lo que estamos seguros es de que el Real Madrid sigue mandando en la capital. Allá penas. Y a semifinales.