CRÓNICA | Maneras de sufrir: Real Madrid 1 (4) – (3) 1 Valencia

Una crónica de: @MiedoEscenico2

Riad, enero de 2023 ¿Qué coño pinta el Madrid en ese lugar y en estas fechas? Lo mismo que pintaban Argentina y Francia jugando la final de un Mundial a mitad de diciembre en Qatar: hacer ricos a algunos. Decía nuestro entrañable @pepo2204 en la Previa que el flujo de los petrodólares está llevando el epicentro del fútbol hacia Oriente. Pero podríamos añadir que una buena parte de ese dinero se distrae hacia los bolsillos de presidentes de organismos, Ligas y federaciones, así como de exjugadores y muchos periodistas, que están más pendientes de gilipolleces que de investigar, informarse, publicar y denunciar las prácticas corruptas que están contribuyendo de forma decisiva a ese traslado.

Ahora que nos hemos quedado un poco a gusto, contaremos que el Real Madrid llegaba con la defensa titular en malas condiciones –sin Alaba ni Mendy, y Carvajal, dudoso- así que el flanco derecho les correspondió defenderlo a Lucas Vázquez y Militao, mientras la zona izquierda cayó sobre los hombros de Don Antonio Rudiger y Don Nacho Fernández, para esta semifinal de la Supercopa de Geri y Rubi (sigan, sigan el rastro de los billetes). La baja añadida de Tchouameni obligaba a Carlo Ancelotti a alinear en el medio a Kroos, Valverde y, otra sorpresa, Camavinga; y a salir con el tridente más ofensivo con el que cuenta: Rodrygo, Vinicius y Benzema arriba. Bajo palos, nuestro Doctor Octopus particular, Thibaut Courtois, que en la rueda de prensa previa al partido transmitió la disposición del equipo a ser el de las noches de frac, pajarita y baile con la más guapa de la fiesta.

Imagen: realmadrid.com

Para ser sinceros, no fue precisamente así, y me van a perdonar que haga una crónica más breve y menos detallada que de costumbre. Es verdad que el conjunto blanco llegó más a la meta rival, que remató más, que dominó más en el total del partido, incluyendo la prórroga, y que tuvo algunos momentos, especialmente entre el minuto 85 y el final del partido, y algunos de la prórroga, en que estuvo cerca de desequilibrar el partido a su favor. Pero también estaba la sensación de que podría estar generando peligro y ocasiones hasta pasado mañana, y no las convertiría en gol.

El caso es que el partido empezó con movimiento, algo abierto, con una presión feroz del Valencia, vestido de bandera, y un Madrid saltando las trampas con la habilidad de un conejo. La intensidad que el cuadro ché le metió a la primera media hora fue contrarrestada por el cuadro madridista con una circulación del balón ágil y tranquila en su propio campo. El problema llegaba en el tramo final de su ataque, donde los plomos volvían a fundirse cada vez que llegaba la pelota. Benzema andaba lento, y no acababa de encontrar su sitio, bajando hasta el medio campo a recibir y tratar de sacar de sitio a los centrales rivales. Rodrygo caía hacia adentro, buscando socios con los que liarla un poco y, salvo un par de conexiones interesantes con el galo y Valverde, apenas generó problemas a la defensa valencianista. Y Vinicius siguió en su modo actual (“no deja de intentarlo”), desafortunado en el regate (1/9 al final del partido) y en el juego (29 balones perdidos), aunque provocando faltas que tampoco supusieron un peligro muy significativo.

Imagen: realmadrid.com

Valverde ponía la gasolina, Kroos el volante y Camavinga dudaba entre el freno y el acelerador, y acabó la primera parte contusionado en la rodilla y con una tarjeta por llegar algo tarde a una cita con el destino. De la primera parte convendrá recordar el gol que puso al Madrid 1-0, un penalti convertido por Benzema, y decretado por el árbitro, tras una falta flagrante de Cömert al galo cuando se quedaba solo frente a Mamardashvili. No hablaremos aquí de si la secretaría técnica del Valencia está últimamente buscando en el mercado más nombres pintorescos que jugadores resolutivos, pero el caso es que pronunciarlos se hace cada vez más difícil.

La segunda parte, sin embargo, empezó como el pasado sábado en Villarreal. Un desajuste defensivo, un muy buen centro de Lato, Samuel Lino robándole la cartera y el reloj a Lucas, y rematando, con la espinilla, el balón a las redes de Courtois para empatar la contienda. El 1-1 tampoco tuvo un efecto especialmente incendiario en el conjunto madridista, no se vayan a creer. De hecho, el relevo de Camavinga en el descanso por sus problemas físicos había dejado en el campo a Modrić, mucho más controlador, y el ritmo bajó considerablemente. Había más fases de dominio del Madrid, con alguna llegada, pero era, en general, un dominio plano, que se tropezaba con sus propios cordones en cuanto pisaba el área del portero georgiano. Lo intentó con centros, en general malos, con penetraciones y paredes, en general poco efectivas, y no hubo forma de que consiguiera batir a Mamardashvili, que tuvo una actuación meritoria, especialmente ante dos remates de Vinicius que supo desactivar. En ese contexto, solamente Militao, hasta que tuvo que salir por un mareo, Nacho, fantástico en el rol de central, Kroos con su timón y Valverde con su turbo, parecieron querer ir algo más allá del cumplimiento funcionarial de los mínimos, pero el resto no acabó de acompañarles.

Imagen: realmadrid.com

Como decíamos más arriba, a falta de diez minutos para el final de la contienda, el Madrid pareció afilar sus uñas e irse a sitiar el área ché, con los valencianistas cayendo físicamente, ya fuera por cansancio o por problemas musculares. Todos los intentos fueron infructuosos y se acabó el partido con 1-1 y una prórroga por delante. Si, en general, las prórrogas son emocionantes, esta no fue nada del otro jueves, la verdad. El Madrid volvió a tener fases de dominio y llegada, con remates malogrados, y el Valencia se estiró un par de veces, especialmente en la segunda parte, y en una de ellas obligó a Courtois a hacer un paradón fantástico, demostrando estar en buena forma. Las mejores noticias para el Madrid fueron que, desde el tramo final de partido del que hablábamos antes, hasta el final de la prórroga, pareció que Benzema había recuperado su violín, y generó verdaderos dolores de cabeza entre la defensa y el medio campo rival. El partido llegó nuevamente al final con 1-1, y se decidió en la lotería de los penaltis, en que Cömert mandó el suyo a las nubes, a Gayá le detuvo el último Courtois, y los blancos no se permitieron fallos, con Benzema, Modrić, Kroos y Marco Asensio batiendo al meta georgiano para llevar al Real Madrid a otra final. Sin gloria ni fuste, pero con el billete en la mano.

El caso es que el partido acabó siendo un motivo de sufrimiento para todos. Para los hinchas valencianistas, porque vieron aguantar a su equipo y, al final, acabaron despidiéndose de la competición. Para los antimadridistas (ya hay que ser tonto para elegir serlo), porque su ilusión de que el Madrid cayera eliminado se mantuvo viva hasta el final, y acabó destrozada por la parada de Courtois a Gayá en el cuarto penalti. Para los terraplanistas madridistas, porque el Madrid, aun sin jugar bien ni generar grandes ocasiones, acabó llevándose la victoria y el billete a la final. Y para los madridistas normales, de infantería, como el que escribe estas líneas, porque es decepcionante ver que, en muchos momentos, el equipo blanco está a punto de meter un gol, de dar matarile al partido, y no acaba de hacerlo, como hoy. Pero claro, hay formas y formas de sufrir y, puestos a elegir, ésta, al menos, sale a cuenta.  El domingo relataremos más sufrimiento, esperamos que con un final feliz como el de hoy. Porque nos vamos a la final, en la que probablemente se sumen a las bajas de Alaba y Tchouameni las de Lucas Vázquez y Camavinga. Así que calienta, Chendo, que sales…