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Una crónica de: @elcarrildel2
Bilbao Basket se ha impuesto (79-62) al Real Madrid, en el partido correspondiente a la Jornada 19 de la Temporada Regular de la Liga ACB, disputada en el Pabellón de Miribilla, de la ciudad de Bilbao.
Don Pablo Laso puso anoche el noveno clavo en el ataúd del equipo de baloncesto del Real Madrid. Lo hizo sin inmutarse, sin un mueca, impasible el ademán. Desconozco hasta que punto de ridículo está dispuesto a llevarnos este caballero. Sus declaraciones al final del partido avergüenzan la historia, la camiseta y el escudo del Real Madrid. Decir que “mi obligación es mirar hacia adelante y buscar una reacción” solo invita a pensar en que nueve derrotas le parecen insuficientes. Va a seguir poniendo clavos en el ataúd, hasta dejar el equipo y la sección lista para su entierro definitivo.
Al parecer, los despidos de Heurtel y Tompkins no son más que una cortina de humo, otra más, y hasta Vukcevic pareció tener razón cuando salió corriendo de la jaula de grillos que es este Real Madrid de Pablo Laso.
Que nadie en el Club diga nada, silencio absoluto, resulta aún más incomprensible. Quizás lo mejor para nuestra salud sea hacer lo mismo, hacer mutis por el foro, desaparecer, no querer saber nada de estos sujetos ni de este equipo cadáver hace ya muchísimos partidos.
Es la octava derrota en los últimos nueve partidos. Escuchar a don Pablo Laso decir que el equipo le preocupa produce hilaridad. Lo único que le preocupa es seguir amarrado a su banquillo, sin importarle lo más mínimo el ridículo histórico del equipo que dirige. Ni en los tiempos más duros de restricciones presupuestarias ni de equipos con jugadores de complemento habíamos vivido situaciones como la presente. Los récords negativos que está acumulando resultan imposibles de entender desde la lógica.
El descenso a los infiernos de Juan Carlos Sánchez y de Alberto Herreros es definitivo. Su pérdida de credibilidad, absoluta. No les queda más remedio que acompañar a don Pablo Laso en su salida.
Ver el martes al equipo de fútbol dejarse la vida para poner coto a un contundente 0-3 en contra, y ver el deambular sin alma, sin espíritu, sin un mínimo imprescindible de espíritu de lucha, del equipo de baloncesto, con don Pablo Laso mirando desde la banda, con los brazos cruzados y las piernas abiertas ir un partido tras otro a la derrota humillante, es un contraste imposible de asumir por un madridista.
¡Qué manera de tirar por la borda diez años gloriosos, grandes, espectaculares, y quedar para los anales como el técnico de los récords negativos, que no supo qué hacer con una plantilla extraordinaria de baloncestistas y arruinó las ilusiones todas de una afición!.
Buenos días a todos. HALA MADRID.
