CRÓNICA | El repostero despistado: Real Madrid 2 – 1 Rayo Vallecano

Una crónica de: @MiedoEscenico2

Ya nos había avisado @pepo2204 en su Previa de que el Rayo Vallecano, a estas alturas de la Liga, había ido haciendo sus deberes, y si aparecía en la sexta posición, habiendo ganado al Barcelona o en San Mamés, no era casualidad. En esta noche bastante fresca en el Bernabéu, Ancelotti decidió utilizar, para superar al cuadro vallecano, una receta compuesta por Courtois en la portería, con la que parece ya defensa tipo, Carvajal, Militao, Alaba, Mendy. En el centro del campo, Camavinga acompañaba a Casemiro y a Kroos, y en la punta de ataque aparecían Vinicius, Benzema y, sorprendentemente, Marco Asensio.

Los primeros diez minutos de partido recordaron un poco al partido del miércoles. El Rayo tuvo la primera llegada, finalizada con un remate cruzado que salió fuera, y el Madrid se dedicaba a mover la pelota en la zona de zagueros y, puntualmente, mandar un balón al limbo, cuando la presión del rival era demasiado exigente. A partir de una llegada de Asensio por su banda, poniendo un pase atrás que Benzema mandó a las nubes, aquello empezó a parecer otra cosa. El Madrid avanzó veinte metros, se replegaba sin complejos, pero afilaba la guadaña pacientemente, sin prisa. Kroos se desentendía de la salida de balón desde atrás, y los defensas iban moviendo la pelota para salir preferentemente por el lado de Carvajal, aunque Alaba también dio muestras de su capacidad para iniciar las jugadas. Casemiro pivotaba para acabar llevando el balón a la banda, y el equipo iba estando cada vez más desahogado. A los cinco minutos de juego, un buen centro de Carvajal, templadito, fue dejado por Benzema de cabeza para que Vinicius lo empujara al fondo de la portería de Dimitrievski, pero el calvo González Fuertes lo anuló por fuera de juego.

Casi al cuarto de hora, Militao envió, a la carrera, un balón al centro del campo. Un balón que Toni Kroos, quitándose por un momento la gorra de mariscal, peinó hacia atrás con su flequillo rubio, convirtiéndolo en un regalo en profundidad a la espalda de la defensa rayista, y los que estábamos en el estadio vimos cómo se encendía el turbo de Vinicius, con una llamarada bajo sus patines invisibles. El brasileño se lanzó a por la pelota como alma que lleva el diablo, ganó la carrera a su rival, se plantó en la frontal y abrió el balón a la derecha hacia Asensio. El mallorquín recortó hacia adentro y puso un pase atrás que el propio mariscal Kroos, llegando a la carrera, envió a la escuadra. El calvo anuló el gol a instancias del juez de línea, por presunto offside de Vini, pero el VAR lo revisó y, esta vez, le llevó la contraria al árbitro, dando por buena la diana que suponía el 1-0.

Imagen: realmadrid.com

Esto de los goles celebrados en diferido tiene un puntito de gatillazo, porque ver al linier con la banderita arriba según vas a celebrarlo es una forma de cortar el rollo feísima. Al menos, esta vez, el gol sirvió para animar a la parroquia y abrir una dinámica interesante, con los ingredientes que había puesto Ancelotti en su receta. El equipo vallecano, en esta primera parte, apenas generaba peligro, con remates flojos y centrados a los guantes de Courtois, y algún remate desviado por la defensa madridista a córner. Y fue precisamente en los córners donde se repitió una jugada que levantó al público varias veces: Thibaut Courtois imponía su altura y cogía el balón, y automáticamente salían los tres delanteros a la carrera, con Asensio o Benzema conduciendo por el medio y montando el contraataque. A pesar de las opciones que fue creando, el equipo blanco no consiguió culminar ninguna de ellas, pero sometió al equipo que anoche vistió de azul a una tortura considerable.

Benzema tenía el violín algo desafinado, y remató por encima de la portería una de las mejores ocasiones del primer tiempo, mientras Vinicius hacía diabluras por su banda y Asensio le abría puertas a Carvajal continuamente para que llegara arriba. Casemiro parecía haber conseguido el 3 en 1 para desoxidar sus tijeras de podar, e iba aquí y allá cortando jugadas rayistas y recogiendo balones recuperados en su cesta, acompañado con alegría por el mejor Camavinga de la temporada, más disciplinado y mejor colocado que nunca. Kroos seguía yendo a todos los lados con sus planos y su cañón del 46, mientras los defensas guardaban la portería de Courtois sin demasiadas dificultades. En el minuto 38, un fantástico pase profundo de Alaba, cargado de efecto, permitió a Benzema llegar con su frac y su reloj de cadena al punto justo donde impactar con la pelota y evitar la salida de Dimitrievski, estableciendo el 2-0. El pastel de Ancelotti, ya en el horno, olía cada vez mejor, y prometía más goles. Y a punto estuvo Benzema de marcar el tercero, rematando de cabeza un balón rechazado que salió por encima del larguero, poco antes del descanso. Tras el mismo, el Madrid salió dispuesto a cerrar el partido, a pesar de que el Rayo trató de volver a apretar.

En el minuto 51, vimos una de las mejores jugadas del partido, gracias a una internada veloz de Vinicius, que, con los motores de sus patines echando chispas, fue quebrando contrarios, uno tras otro, modo Maradona, pero llegó tan exigido al final, que remató raso pero flojo y un defensa rayista desvió la pelota bajo palos. Tres minutos después fue Asensio el que trató de vencer a Dimitrievski en el uno contra uno con una vaselina, pero le faltó fuerza y el portero del conjunto de Vallecas pudo pararla. El olor del pastel en el horno empezó a embelesar a todos, porque parecía que el Madrid iba a cerrar el partido en cualquier momento, con llegadas relampagueantes de sus delanteros, a veces ayudados por compañeros, como en la fascinante jugada entre Kroos, VInicius y Mendy, que acabó con un remate fuera de Benzema tras el taconazo de su compatriota, al que a su vez le había dejado la pelota Vini de tacón. Sin embargo…

Imagen: realmadrid.com

No sé cómo se vería en la televisión, pero, a partir de la hora de partido, a mí en el campo me dio la sensación de que el equipo lanzaba una contra tras otra, pero siempre llegaba con el oxígeno justito, y fallaba la resolución. Empecé a ver lucecitas de reserva que se encendían, especialmente en los de arriba, y muchos empezamos a oler que el aroma del pastel empezaba a cambiar, evolucionando a otra cosa. No sabíamos si Ancelotti se había ido a comprar chicles, pero daba la sensación de que el pastel se estaba echando a perder en el horno, con muchos jugadores extenuados por el esfuerzo de correr arriba y abajo, y la carga mental de no haber sido capaces de echarle el candado. Para acabar de ponerlo peor, Iraola, ese león, decidió meter al campo en el minuto 69 al tigre, Radamel Falcao, para que ayudara a ponerlo difícil al terrible Bebe, que estaba empezando a surgir en zonas comprometidas.

Bebe parecía un poli de guardería, rodeado de bebés blancos que no conseguían quitarle el balón, y Falcao empezó a merodear a Militao y Alaba y a ponerles nerviosos. Todo el mundo veía el apagón general y preguntaba por Ancelotti, del que seguíamos sin saber si se había ido a por tabaco, pero estaba claro que el pastel se estaba chamuscando en el horno y él no hacía ningún cambio. Al mismo tiempo, iba surgiendo ese Rayito corajudo y atrevido del que nos había hablado el BierMeister Pepo, con su acostumbrada sabiduría. Y, en el minuto 77, un centro de Álvaro García desde el lado izquierdo, permitió a Falcao cabecear a la espalda de Alaba, y el defensa austríaco tuvo tan mala suerte que su tacón desvió la pelota, y acabó de hacer inútil el esfuerzo de Courtois, estableciendo el 2-1, del que ya se había salvado poco antes en un cebollazo imponente de Bebe al palo. Aún tardaría Ancelotti otros siete minutos en meter los primeros cambios, con el equipo reventado, e introdujo a Lucas por Asensio y a Hazard por Benzema, en una especie de falso 9. A mí me parece que no aportaron gran cosa, la verdad, y no cambió nada, hasta el punto que, en el 89, metió también a Nacho en el lugar de Carvajal, que se había marcado un muy buen partido de carrilero.

Todavía llegaría, en el descuento, con el equipo atascado atrás y amontonado en el área, la mejor ocasión del Rayo, con un remate en el área pequeña que acabó sacando Kroos prácticamente bajo los palos, y un posterior remate desde fuera del área, que Courtois desvió con la manopla por encima del larguero. Finalmente, el 2-1 acabó quedándose en el marcador como resultado final, pero no sin haber sufrido en los últimos 20 minutos, por el despiste del repostero que pensó que el pastel podía dejarse como estaba hasta que era ya demasiado tarde. Solamente Camavinga, Casemiro y Alaba parecieron llegar enteros al final, con Militao absolutamente desquiciado, Mendy haciendo cosas raras y el resto agotado. Carletto, cojones, si hay cinco cambios, igual vienen bien para refrescar al equipo alguna vez, y cambiar algo a mejor, digo yo. Ahora, nos vamos al parón de selecciones y luego, un diciembre durísimo en el que el equipo madridista no podrá permitirse este tipo de lujos, porque los errores se pagarán más caros. Avisado estás, Carlo. Haz caso, leche.