CRÓNICA | Diario de una estafa (N+1). El Madrid regala una hora y Hernández Hernández media liga a los suyos: Atlético de Madrid 1 – 1 Real Madrid

Una crónica de: @Datemus

Llegaba el derbi en un momento delicado para los nuestros. A la oleada de bajas y de jugadores recién recuperados de la enfermería, se sumaba la acuciante necesidad de recortar puntos tras el tropiezo liguero con la Real del pasado fin de semana. En lo táctico, ventaja de inicio para un Cholo Simeone al que le encanta plantear partidos en los que le sirve el empate.

No le quedó otra a Zidane que apostar por un once ofensivo. A los habituales ya Courtois, Lucas, Nacho, Varane y Mendy, y a los imprescindibles Casemiro, Modric y Kroos, al francés no le quedó más remedio que arriesgar a un Benzema recién salido de lesión, sumados a Asensio por la izquierda y a Rodrygo, que dejó muy buenas sensaciones contra los donostiarras, por la diestra. Por su parte, el Cholo formaba sin Joao Félix en beneficio del trabajo de Correa acompañando a Luis Suárez.

El partido no empezó nada bien. El Atleti, con un clarísimo 4-5-1, aprovechó inteligentemente su superioridad numérica en el medio campo, se fue a presionar arriba con mucha decisión y acorraló al Madrid en su área, desarbolado en la medular e incapaz de tener la pelota. Por si fuera poco, los colchoneros tocaban de primeras y conseguían llevarla hasta el área de Courtois aunque sin claras ocasiones.

Tras siete minutos complicados, el Madrid empezó a tenerla un poco más y a apostar por posesiones largas. Primero, saliendo desde atrás con combinaciones muy expuestas, contra uno o dos rivales encima de cada tenedor de la pelota. Luego, limitándose a tenerla sin apenas inquietar a la zaga local.

Imagen: realmadrid.com

Un intento tal vez de desactivar la presión inicial que planteó el Cholo que se desmoronó en un contragolpe madridista en el que los nuestros no pudieron estar más desafortunados. Primero Nacho, que en un gravísimo error  intentó anticiparse sin opciones a una pelota en la medular, con todos los espacios del mundo a su espalda, a la que Llorente comparecía con toda la ventaja del mundo. Nuestro exjugador se la llevó a placer, con un latifundio por delante, con todo a favor para lucir su gran zancada. Llegó a tres cuartos, levantó la cabeza y vio el desmarque de Luis Suárez a la espalda de Varane, que comenzaba ya a tapar por un lado al poseedor de la pelota y por otro al que le correspondía en la marca. Casemiro, que ocupaba el puesto de central que Nacho había cedido, mantuvo su posición en lugar de buscar a Suárez cuando no tenía ningún rival a su espalda. Suárez recibió con muchos metros, con un Courtois que tal vez salió demasiado tarde, y aprovechó el preciso servicio de Llorente para batir al belga con el exterior de su empeine, demostrando que el toque y  la definición no se pierden ni con la edad, ni con la barriga ni con el culo grande. Uno a cero en el marcador para un Madrid que a los problemas tácticos, sumaba los grandes errores individuales y una actitud poco agresiva de la mayor parte de sus futbolistas.

El Madrid intentó reaccionar y se hizo dominador en los minutos siguientes, pero con una posesión estéril. Kroos apenas parecía el de otros partidos. Asensio, salvo en un centro en el 17’ que quedó botando y un poco atrás como para que Benzema pudiera mandarla dentro, apenas participaba. Rodrygo era el único que intentaba el desborde por la derecha, pero no le ganó ni una a Mario Hermoso, excepción hecha de las faltas que unas veces eran cobradas y otras no, a gusto del descarado prevaricador Hernández Hernández. Se acusaba falta de ritmo a Benzema, traducida en poca participación y una precisión en los envíos extraordinariamente baja. Sólo Modric, demasiado sólo y mal acompañado, daba cierto criterio a la jugada si la pelota pasaba por sus pies.

El Atleti se defendía bien atrás en esta coyuntura. Se las arreglaba también para continuar su presión muy adelantada y cuando tenía el cuero, lo jugaba con rapidez y e inusitado criterio, aprovechando los espacios que la desordenada presión adelantada y la inferioridad de centrocampistas del Madrid dejaban, pero también una actitud agresiva con la que ganaban cada duelo individual. El partido se convirtió en una tortura para los aficionados blancos, que sin temer en exceso el 2-0 a la vista de lo que sucedía en el campo, padecían el paso de los minutos sin contemplar ocasiones para igualar. Sólo en el 28’, Casemiro recogió un rechace en la frontal y disparó bien a puerta, pero se topó con un inconmensurable Oblak en la tarde de hoy que la desvió a córner.

En medio de este panorama, llegó en el 41’ el primer saque de esquina para los nuestros. Felipe golpea con el brazo muy separado del cuerpo y desvía una pelota que buscaba ya a Casemiro en boca de gol.  El penalti, conforme al criterio actual que están siguiendo los árbitros, fue clamoroso. Allí apareció el gran Hernández Hernández, el prevaricador infalible, el sicario de confianza de Tebas, Rubiales y toda la maquinaria político militar de esta estafa llamada La Liga, para primero no querer verlo, y luego, a instancias del VAR, no querer pitarlo tras observar la jugada en el monitor a instancias de un González González al que le debió de parecer demasió pal cuerpo desentenderse sin más de tan clamoroso error. El canario, un sujeto despreciable desde el punto de vista de la moral y los valores del deporte, actuó en pos de sus intereses en lugar de los de la limpieza de la competición y dejó sin sanción de ningún tipo una acción en la que la pena máxima estaba ya descontada. Como Sergei Bubka pero desde la miseria más profunda del ser humano, Hernández Hernández se ha vuelto a superar hoy a sí mismo, y mira que lo tenía difícil.

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Se llegó así al descanso, con la afición a caballo entre la indignación con esta basura de Liga que el club ha de intentar abandonar por completo cuanto antes, y entre las cábalas sobre qué haría Zidane para cambiar el rumbo del encuentro. El francés no hizo nada y aunque el Madrid pareció salir mejor, los espacios que dejábamos atrás y las pérdidas en la salida pudieron costarnos cualquier opción de puntuar. Las mejores ocasiones locales llegaron en los diez primeros minutos de las botas de Carrasco, que le ganó dos grandes duelos a Lucas Vázquez a pesar de que el gallego se las había arreglado para sujetarle en la primera mitad. Sólo y sin ninguna ayuda, y con mucho terreno a su espalda, el gallego sufrió de lo lindo y con ello toda la parroquia blanca.

En el 52’, el belga se apoyó en Suárez, que le devolvió a su vez una gran pared ante la que Lucas reaccionó una décima tarde, suficiente para que Carrasco chutara en ventaja ante su compatriota San Tibau. Encomendados al santo y al desfibrilador, nuestro gigantón realizó un paradón que nos permitió seguir vivos en el partido.

Dos minutos después, en el 54’, Lemar roba en la salida del balón del Madrid y cede rápido de nuevo a Carrasco, otra vez por la izquierda atlética. El internacional belga se interna muy veloz en el área, ganando otra carrera a Lucas y cediendo atrás un gran pase de la muerte a Suárez. El uruguayo no tenía sino que empujarla a la red y cuando veíamos volar cualquier chance vespertina, San Tibau se volvió a aparecer con una mano inverosímil que dejó suelta la pelota a la altura de su trasero. Suárez acudió a rematar el balón sin dueño, con todos a punto del colapso cardiaco, pero intuyendo donde estaba, nuestro arquero reaccionó rapidísimo y atrapó la caprichosa antes de que el ariete colchonero pudiera enmendar la clarísima ocasión marrada.

Debió de parecerle suficiente a Zidane como para admitir que hoy no había dado de inicio con la tecla, y metió en el campo a Valverde y a Vinicius por Asensio, de nuevo desacertado pero también poco visto por sus compañeros, y por un Rodrygo al que no le salió nada hoy. No pasa nada. Este chaval tiene clase y la irregularidad es normal en un encuentro mal jugado hasta entonces por todos y con 19 añitos en el cuerpo. Si algo se puede reprochar, es que Zidane no hiciera los cambios antes y con todas las reservas, ya que uno no conoce cuántos minutos tiene el Pajarito en el cuerpo hasta que recupere el ritmo.

Imagen: realmadrid.com

La entrada de Valverde fue un bálsamo para los de Zidane desde el primer momento. Su despliegue físico, su agresividad y su alma hecha a la medida de los colores que viste, se hicieron notar desde el primer momento. El Madrid paró la superioridad local en el mediocampo y se impuso en esa zona por primera vez en el encuentro. Por si fuera poco, el Cholo comenzó con su rosario de cambios conservadores y fue cediendo la superioridad numérica en dicha parcela, a la par que sus futbolistas daban muestras de cansancio.

Al despliegue de Valverde, se sumó un Vinicius muy acertado esta tarde por su banda. El brasileño desbordaba con sus acciones individuales y obligaba a volcar rivales a su zona del campo cada vez que recibía, síntoma de la sensación de amenaza que su presencia implicaba. En el 71’, robó un balón a Correa y se fue disparado hacia la portería, pero el uruguayo le agarró reiteradamente y vio su primera cartulina amarilla, obsequio de Hernández al cuadrado que ya le había perdonado no menos de otras dos. Un minuto antes, un trallazo de Valverde desde tres cuartos fue desviado por Oblak con cierto trabajo.

En el 73’, en una gran acción del Madrid por la derecha, Lucas se interna, cede a Casemiro y el brasileño, que cada vez pisaba más y mejor los terrenos del rival, deja pasar la pelota por entre sus piernas en una sorprendente acción con la que sin tocarla, la dejó franca para Karim. No estaba siendo la tarde del ariete francés, que marró la clarísima ocasión de gol.

EL Madrid, ya dueño y señor del partido, continuó su asedio sobre la portería rojiblanca. En el 79’, Vinicius roba un balón y se va como un cohete hacia el área por la izquierda. Da un pase con el exterior propio de Luka Modric, de esos que seguimos esperando del carioca los que aún confiamos en él, para dejar a Benzema absolutamente sólo ante Oblak. El galo remató en plancha demasiado centrado para los monstruosos efectos de Oblak, que consiguió desviar el tiro a bocajarro, pero dejando una segunda acción a Karim con la que enmendar su error. El genio francés chutó de nuevo, algo forzado, pero el esloveno detuvo otra vez demostrando por qué es uno de los cinco mejores porteros del mundo, con un paradón inverosímil y unos reflejos propios de otra especie animal.

Imagen: realmadrid.com

No pintaba que fuera a ser la tarde de Benzema y sin nuestro mejor jugador aportando al conjunto, parecía inevitable que llegara la derrota y que se desvaneciera cualquier esperanza matemática de optar al título. Digo matemática, porque del resto de esperanzas ya se encargan los jefes de Hernández Hernández. Pero el mundo de los genios es un campo inescrutable a cualquier aproximación de la lógica y la razón. Cuando el de Lyon estaba más cansado, donde otros se amilanan recordando sus errores del partido mientras juegan, Karim recibió en la frontal y con un movimiento inexplicable, más propio de  Juan Tamariz, se sacó de su imaginaria chistera un regate imposible con el que generó un espacio inexistente que le permitió servir para Casemiro entre una muralla de jugadores del Atleti. Una vez más, Case pisaba el área y demostraba lo importante que es para el equipo que se incorpore a esa zona del campo donde no se le espera y por lo que es tan difícil de marcar. Cuando encaraba la salida de Oblak, el brasileño heló la sangre de toda la afición al no chutar y ceder de nuevo para Karim, en una asistencia prodigiosa, llena de clase y temperamento gélido, con la que el galo ahora sí no tuvo sino que hacer sonar su violín, esta vez no el Stradivarius que le tiene a bien prestar @MiedoEscenico2, sino el imaginario de Tamariz, con sus cuerdas vocales generando ese inmodesto chan chan channiarona niarino…. que suena a Bach, Mozart y Beethoven juntos.

Un poco de justicia por fin en un encuentro que debió de ganar el Madrid de no ser porque Hernández Hernández se puso una vez más, con el mayor descaro y ausencia de escrúpulos de su carrera, en nuestro camino.

El empate nos deja lejos del título. Más aún lo que la actuación de Hernández Hernández ha revelado hoy: harán lo necesario para que no ganemos. Difícil ilusionarse lo más mínimo a pesar de la entrega del equipo que, contra todo, ha conseguido sacar algo de la emboscada tendida desde los despachos en el día de hoy.