Una crónica de: @Datemus
Volvía el Madrid de nuevo a casa pero no por Navidad exactamente, sino en vísperas de nochebuena. Y con el nuevo compromiso, retornaban las bajas significativas en la convocatoria de Zidane, con un Luka Modric que, en plena segunda juventud, mucho nos temíamos que se iba a echar en falta ante un rival tan difícil como el Granada.
De entre los suyos, el técnico blanco formó de inicio con el once clásico excepción hecha del “Príncipe Croata”, cuyo puesto ocupó el Pajarito Valverde. El resto del mediocampo estuvo compuesto por Kroos y Casemiro. Arriba, Rodrygo por la izquierda, Lucas Vázquez por la derecha y Benzema como delantero centro, aunque sería más justo decir que como delantero total. En la zaga, Mendy y Carvajal como laterales, Ramos y Varane de centrales y, como de costumbre, Courtois en la portería.
El inicio del partido fue trepidante y estuvo lleno de ocasiones que, frecuentemente, eran fruto de errores causados por la fortísima presión adelantada con la que el Granada planteó el partido. El Madrid también replicó con peligro, consecuencia más de la elaboración que de los errores del rival, y el resultado fue un primer cuarto de hora plagado de ocasiones, en especial, visitantes.
Nada más sacar de centro, un error de Varane dejó la pelota para Soldado acompañado por otros tres jugadores, todos ellos contra Ramos. Cuando Ramos salió al cruce, Soldado cedió con habilidad al centro del área para Antonio Puertas que, más solo que la una y desde el mismísimo punto de penalti, envió milagrosamente la pelota a las nubes no se sabe aún muy bien cómo, la verdad. Una cortesía navideña simpar la del exterior granadino que nos salvó de jugar con el marcador en contra los noventa minutos.
Imagen: realmadrid.com
El Granada se envalentonó, pero el Madrid, dos minutos después, consiguió hacerse notar en una sociedad fundada recientemente, cuyos miembros, Benzema y Rodrygo, producen en cada encuentro acciones más que prometedoras. A ver si abonamos con paciencia, un elemento tan escaso como imprescindible en el entorno de este club, lo que podría ser una fecunda relación comercial. El carioca centró para Karim dejándole en situación de uno contra uno con Vallejo en el área. El francés hizo lo que quiso de nuestra promesa y disparó raso, ceñidísimo al palo, para que el portugués Rui Silva salvara a los suyos del primer gol de la noche con una gran mano abajo.
A pesar de ello, el Granada no se amilanó lo más mínimo. Cada balón que Courtois servía a un compañero iba acompañado de una oración y de un ruego de cada aficionado para que no perdiera la pelota. Cada jugador del Madrid tenía pegado a un rival con una decisión temeraria, preocupándose sólo de quitársela al contrario y no de los efectos que un desborde podría producir con tanto espacio a la espalda. El Madrid se agobiaba y cada vez iba costándole más llevar la pelota a campo contrario. Carvajal, Lucas y Ramos se sumaban al esfuerzo de hacer olvidar a Modric, con un Case desafortunado en crear juego, un Valverde en dificultades y un Kroos especialmente vigilado, que no daba abasto para librarse de rivales y encontrar compañeros con los que imponerse en la medular.
En el 13’, volvió a aparecer la sociedad Franco-brasileira SL. Karim cedió a Rodrygo y éste la sacó a la frontal para que Kroos ensayara el disparo. El teutón lo hizo, contra su costumbre, de empeine y no con el interior, y la pelota pasó bastante cerca del poste. Entretanto, el Granada se acercaba al área de Courtois ora por una pérdida de Varane, muy fallón con el balón en el primer periodo, ora por una salida desafortunada de Courtois en su zona de líbero, manteniendo permanentemente una sensación de cierto peligro muy desasosegadora, ya que una remontada se antojaba imposible a juzgar por el juego desarrollado por el Madrid. Cuando se vencía la presión, con sufrimiento y a trompicones, el ritmo de circulación del balón era muy lento. Nadie atacaba los espacios a la espalda de la defensa y las pocas veces en que los exteriores recibían en banda en disposición de desbordar, se empeñaban en la combinación como única alternativa posible.
Aun así, en el 35’, en una gran contra del Madrid, Rodrygo recibió con muchísimo espacio en uno contra uno con Foulquier, que ya tenía una amarilla por un codazo en la cara a Mendy cuando porfiaban en una carrera. Rodrygo hizo un gran cambio de ritmo con el que dejó muy atrás al galo, que no tuvo más remedio que hacerle una falta de libro desentendiéndose por completo de la pelota. Rodrygo, ya en el área, intentó seguir la acción muy desequilibrado, pero uno de sus músculos se rompió en lo que fue la peor noticia de la noche, teniendo que salir en camilla del campo con sobrecogedores gestos de dolor. Esperemos que el brasileño, amparado en su insultante juventud, se recupere antes de fin de año. Siempre es mal momento para lesionarse, pero ahora que se había hecho acreedor de un puesto fijo en el once, debe de tener un dolor espiritual casi tan fuerte como el físico. Entretanto, Martínez Munuera, cagón hasta decir basta, no quiso pitar una falta que habría acarreado la expulsión de Foulquier por doble amonestación. Este es el nivel de los árbitros que, amedrentados por los juicios sumarios que la canallesca y repugnante prensa les monta cada vez que hacen justicia con el Madrid, se aseguran su fantástico sueldo y una vida tranquila basada en la sumisión y cobardía más rastreras. No obstante, pongan este juicio en cuarentena y acudan a beber de la fuente de la sabiduría en este campo: la crónica arbitral de @cubelas13.
Imagen: realmadrid.com
En lo futbolístico, el puesto de Rodrygo lo ocupó Asensio, el protagonista de la noche, que tuvo que quitarse el abrigo en la fría noche madrileña y saltar a jugar sin haber calentado siquiera sus manos.
Con el final del primer tiempo retornaron las ocasiones. En el 44’, Milla saca una falta lateral desde la derecha madridista. Mendy no sigue en la marca a Vallejo que, afortunadamente, remata con el hombro, cediendo a Puerta en posición de marcar pero en fuera de juego. Un minuto después, Valverde rompe la presión, progresa con su prodigiosa zancada y envía a la frontal para Benzema. El francés chuta de interior y la pelota sale rebotada a córner. No llegó el descanso sin que Lucas pusiera un buena pelota desde la derecha que no encontró ni a Karim ni a Case. El balón llegó muy pasado a la otra banda y fue recogido por Asensio, que puso un pase fantástico en boca de gol donde los defensas, cuando llegan, es para marcar en propia meta. Desafortunadamente, no encontró socio ni entre los compañeros ni entre los rivales, y el primer tiempo acabó en tablas pero con el aviso de lo que iba a ser el segundo tiempo del mallorquín.
La segunda mitad empezó como la primera, con otra recuperación del Granada y otro gran pase de Soldado (en sus dos únicas intervenciones destacables hoy), esta vez desde la derecha y para Carlos Neva, que llega a la acción mucho antes que Lucas. Su disparo, no obstante, sale alto y desviado.
El Madrid seguía sufriendo mucho para crear, pero a los diez minutos, emergió el espíritu espartano del “Carril del Dos” de esta institución. Carvajal, inició una serie de duelos por la recuperación de la pelota llenos de personalidad, determinación y carácter. Eso es el Real Madrid, y Dani lo encarnó esta noche para orgullo de D. Alfredo, la leyenda con la que puso la primera piedra del complejo en el que se desarrollaba el partido. En el 53’, pelea sin cuartel un balón con Kennedy y se lo arrebata cuando el visitante quiso resolver una acción de tacón al borde de la cal, algo que no deben tolerar hombres dignos de portar la elástica blanca; Carva avanza en diagonal, se interna en el área y la pega de empeine exterior en una jugada que recordó, pero que mucho, a la de su gol de la Supercopa europea con el Sevilla. Esta vez, para fortuna de los andaluces, un defensa la desvió a córner.
Imagen: realmadrid.com
Sólo un minuto después, Carva progresa de nuevo por su banda, centra al área y allí, Asensio, hace la genialidad de la noche, rematando de tacón a la altura de su cintura y del punto de penalti de espaldas a portería. Sólo el poste, de una forma dolorosísimamente injusta, impidió que la pelota no entrara con el meta del Granada como espectador de lujo, en lo que habría sido un golazo inolvidable. No quedó ahí la cosa. Las acciones de Carvajal y Asensio terminaron por arrinconar por primera vez en el partido al Granada, que se vio encerrado en su área. De la sucesión de rechaces, Asensio volvió a central un gran balón para que el Pajarito Valverde perdonara un gol cantado, por mucho mérito que tuviera el paradón de Silva. Menos mal que no se llama “Valvicius”, porque le habrían crucificado en plenas navidades.
En plena vorágine madridista, en el 56’, Asensio realiza un gran desmarque al espacio (por fin), librándose de la vigilancia de su par, Kenedy. Al llegar a la línea de fondo, Kenedy llega para cargarle por la espalda y desequilibrarle lo justo, pero Marco, con su descomunal clase, saca un centro lleno de precisión y talento al área que supera al portero para llegar al segundo palo. Allí, Case, que se había incorporado al área, se come en el salto a Vallejo y marca de un gran testarazo inteligentísimamente picado. Si la acción de Casemiro tiene mérito, la de Asensio aún más. Es digna de que se la narren la legión de “listencios” que, faltándole al respeto, le nombran siempre por ese mote propio del humor más chabacano. Lo que no les es ausente es una hipocresía sin parangón, de la que hacen gala cada vez que critican al Bernabéu por pitar, cuando ellos, desde sus casitas, insultan a diario en sus redes a no pocos de los nuestros. Si al menos no fueran tan insoportablemente pesados…..
El Granada se estiró con el gol y Diego Martínez movió el banquillo, retirando efectivos de una superpoblada medular que maniató durante más de cincuenta minutos al Madrid para meter más pólvora arriba. Los locales, por el contrario, comenzaron a tener espacios y con ellos llegaron la rapidez en las combinaciones, la movilidad en los apoyos y las ocasiones de gol. No obstante, en el 57’, pudo empatar el Granada en un pase en profundidad a Puerta que Casemiro, inexplicablemente, intentó despejar de espuela sin conseguirlo. Menos mal que hoy no era el día del centrocampista nazarí y su disparo se perdió demasiado cruzado. Y todavía, en el 74’, con el Madrid dominando, un malentendido para despejar un balón en el área madridista entre Casemiro y Varane, generó una gran ocasión marrada por Jorge Molina. Habría sido la correspondencia al regalo de Puerta en el primer minuto de encuentro.
En el 77’, Valverde y Lucas Vázquez dieron paso a Vinicius e Isco. Uno se preguntaba si no nos terminarían por dar algún pesar estos cambios, dicho sea sin intención de juegos de palabras ni dobles sentidos. El hecho es que el Madrid perdía pulmón y trabajo cuando se necesitaba mantener, a toda costa, el resultado favorable. Fruto tal vez de ello, y seguramente del empuje final de los visitantes, llegaron unas buenas internadas por las bandas que pusieron algo de congoja en la moral madridista. Por fortuna, ni encontraron remate ni tuvieron trascendencia. Aun así, el Madrid salió a las contras descuidando la guardia y quizás con demasiada alegría, permitiendo que el partido se rompiera, así como el equipo, que se dividió en dos líneas: una para contragolpear y la otra para defender. Tal vez lo más prudente habría sido combinar y llegar al área haciéndole sentir al rival el cansancio y el dominio.
Imagen: realmadrid.com
En el descuento, con el Granada quemando las naves, el Madrid salió en otro contraataque. Benzema, menos participativo que en partidos precedentes, recibió de Isco para reclamar su cuota de brillo en la constelación de las leyendas blancas incluso en noches de niebla como la de hoy: trazó una diagonal a la par que avanzaba de esa forma ingrávida, armoniosa, acompasada, rítmica, melodiosa… con la que parece más danzar que jugar al fútbol, con la que reduce la entropía del universo con su prodigiosa combinación de belleza proporcionada y perfecto orden matemático. Hizo varios amagos de manera simultánea para desconcertar a su par, y terminó chutando muy colocado desde la frontal para sentenciar el encuentro. Karim, en pura esencia. ¡Qué jugadorazo, por Dios!
Terminó así un encuentro con una nota negativa, la de la lesión muscular de Rodrygo. Esperemos verle ya en enero al nivel con el que ha venido jugando sus últimos encuentros. En lo positivo, la sexta victoria consecutiva, que nos permite mantener el pulso con el Atleti pero, sobre todo, la vuelta de ese Asensio brillante que estaba, junto con Hazard, en las plegarias nocturnas de cada madridista devoto. Dios quiera que este año de mierda termine permitiéndonos ser testigos de como esa estrella mallorquina tan brillante que vimos todos nacer, comienza a tornarse, irreversiblemente, en supernova blanca.
Entretanto, desearos a todos los lectores y escuchantes ( y espectadores en YouTube) de El Diario de Mou, una Muy Feliz Navidad. Cuidaos mucho y cuidad de los vuestros. Qué seáis felices disfrutando de ellos.