Una crónica de: @MiedoEscenico2
El reestreno de Zinedine Zidane en el banquillo del Real Madrid era esperado con expectación por el público del Bernabéu, que asistía a la vuelta del entrenador que más éxitos le ha deparado en su historia reciente. En una tarde primaveral, Zidane decidió montar una alineación que fue toda una declaración de intenciones: Navas, Marcelo, Isco, Asensio y Bale aparecían en el once titular, acompañados de Odriozola, Ramos, Varane, Kroos, Modric y Benzema. Colocarlos en un dibujo es inútil, porque el equipo blanco modificó sobre la marcha su esquema un par de veces durante el partido, y eso ayudó tanto a momentos caóticos como a otros plenos de dinamismo.
El partido se inició con un Madrid algo lento, con Bale por la derecha y Asensio en la izquierda, llegadas relativamente tímidas y un Celta bien cerrado atrás y con buen trato en la salida del balón. Se demostró, al cuarto de hora de juego, que la elección de Navas para guardar la portería había sido acertada: un centro desde la banda derecha fue rematado de cabeza por Maxi Gómez con violencia hacia el centro de la portería, y el portero tico, en mitad del movimiento hacia el palo contrario, sacó una mano salvadora haciendo un paradón. Fue ése el único remate del equipo gallego entre los tres palos en todo el partido, lo cual da idea de que el Madrid mantuvo un control estricto sobre las posibilidades celestes de gol, a excepción de un par de jugadas aisladas en la segunda mitad. Y también es importante resaltar que Navas, que se ha mantenido callado a lo largo de estos meses de suplencia en las dos principales competiciones, volvió a demostrar lo adecuado de su perfil para el equipo blanco: sin apenas trabajo, apareció las pocas veces que el Celta trató de acercarse para resolver las jugadas de peligro con seguridad, en alguna ocasión incluso por alto. Un hombre acostumbrado a vivir en el filo de la navaja.
Desde el balón salvado por Navas en adelante, el Real Madrid fue tomando el mando del partido. Como primera medida, Zidane ordenaba, en torno al minuto 20, que Bale cayera a banda izquierda y Asensio hiciera lo propio al otro lado. Y el Madrid, que en defensa se ubicaba en un 4-4-1-1 claro, con Isco en la posición de media punta y Benzema en el vértice, en ataque se transformaba en un equipo ancho, que manejaba el balón de lado a lado, y que poco a poco iba cercando la portería defendida por Rubén. Comenzaron a producirse llegadas al área celtiña, por lo general a través de centros desde las bandas por parte de los dos laterales, aunque no llegaban los remates que pudieran abrir el marcador.
En el minuto 26, un zapatazo potente de Toni Kroos salió rozando el larguero, tocando la red por fuera cerca de la escuadra, y eso fue como la orden de asalto para el equipo blanco. Tres minutos después, un centro desde la banda derecha llegaba al área y Karim Benzema intentaba sin éxito una chilena, pero el rechace llegaba a Gareth Bale que, con un remate de tijera, chocaba contra el travesaño del meta del conjunto gallego. En el minuto 34, Marcelo largaba un disparo peligroso que era rechazado a córner por Rubén y, a la salida de ese córner, Ramos remataba de cabeza, saliendo el balón desviado por milímetros junto al poste izquierdo. En el minuto 40, Marco Asensio, a punto de culminar un contraataque eléctrico, era derribado al llegar al área, pero el árbitro no señaló nada; unos segundos de incertidumbre esperando al veredicto del VAR desestimaron la reclamación de penalti del mallorquín.
Con casi el tiempo cumplido, nueva jugada polémica: Gareth Bale se interna tras un pase en profundidad, Kevin se le echa encima, golpeándose con el codo de Bale que entraba protegiéndose del defensa. Bale acababa la jugada llegando a línea de fondo y poniendo un pase de la muerte que Benzema empujaba a la red, pero el árbitro, sin consultar al VAR, señaló falta al galés, además de mostrarle tarjeta amarilla. Así, se llegó al descanso, con un Madrid algo plano y lento, pero dominando el juego con relativa facilidad.
Alguien había preguntado “Pero ¿y ahí quién defiende?” al ver la alineación, y lo cierto es que se puede decir que hoy defendieron todos. Bale y Asensio ayudaron a sus laterales, Benzema se vació en la presión (a veces, sin ser acompañado), Isco trató de limitar la salida del equipo celeste por el centro, llegando casi siempre tarde, pero sin dejar de intentarlo, y tanto defensa como interiores mantuvieron las posiciones y se agruparon para presionar en campo propio de manera frecuente. Por otro lado, un centro del campo con Kroos, Modric, Isco, Asensio y Bale, no sólo garantiza superioridad, sino que además puede ofrecer fútbol de calidad. En la segunda parte, se confirmaron las dos cosas.
Salió el Madrid con la intención de resolver el partido, controlando el juego y buscando la portería rival con paciencia. Marcelo, que ya había ofrecido síntomas de rehabilitación en la primera parte, comenzó a aparecer de manera cada vez más continuada cerca del área gallega. A los diez minutos de la segunda parte, un rechace del Celta hacia la frontal era rematado de primeras por Modric, con bote incluido, y el balón acababa en la red, después de que Rapahael Varane, en clara posición adelantada, se tuviera que contorsionar para esquivarlo. El árbitro solicitó ayuda al VAR, y el VAR le dijo al árbitro que lo consultara en la pantalla a pie de campo. El árbitro, Martínez Munuera, lo revisó y decidió que era fuera de juego.
No queda claro si será ese aura de Zidane, el exceso de frustración acumulada durante la temporada, o la resignación de que las decisiones arbitrales muy difícilmente van a favorecer al equipo merengue en lo que queda de Liga. El caso es que, donde en otras ocasiones se generaban catarsis, tensiones y ansiedad, la reacción del equipo fue bastante fría: dio la sensación de que los jugadores estaban tan centrados en la meta de conseguir un gol, que hubiera dado igual. Apenas habían pasado tres minutos desde la anulación, cuando Marco Asensio tomó un balón en la banda derecha, y lo condujo, evitando rivales, hacia el vértice izquierdo del área rival. Llegaba allí forzado, pero Benzema conectó su radar y Asensio le puso un balón en profundidad que el delantero francés devolvió, casi desde la línea de fondo, en un pase de la muerte con su pierna izquierda. Se abrieron los cielos, y apareció en el área pequeña Isco, ese Isco lento y pesado, ese Isco que perdió balones y apenas ganó otros en los duelos, para anticiparse al defensa en la posición de ariete, y empujar el balón a la red, estableciendo el 1-0 en el minuto 60.
No volveremos aquí sobre el tema del karma, pero lo cierto es que Zinedine Zidane es un especialista en la materia. Arriesgó poniendo al malagueño de titular, en una decisión cuestionada por parte de la afición, y el destino le regaló a Isco la oportunidad de abrir el marcador. Visto y no visto, según celebró el gol, Zidane decidió no tentar más a la suerte, y relevarle por Dani Ceballos, siendo ovacionados ambos. La entrada de Ceballos, destinado a desactivar a Lobotka –que estaba siendo el auténtico cerebro del Celta- trajo, a su vez, otra consecuencia: Marcelo volvió a recorrer la autopista de su banda y, desde ese momento hasta el final, castigó sistemáticamente a la defensa del equipo vigués entrando como cuchillo caliente en mantequilla. Karim Benzema decidió dejarse caer por aquel sector de vez en cuando, y de ahí salieron triangulaciones peligrosas, centros al área y pases atrás, que el Celta no sabía cómo frenar. Una jugada posterior en que Bale condujo el balón de izquierda a derecha se echó a perder por un resbalón de última hora que impidió al galés rematar bien, desviando con la pierna el portero Rubén su remate.
Un párrafo aparte merece Luka Modric. O bien alguien nos ha engañado respecto a su edad, o lo tarde que entró de verdad en competición le tiene ahora al punto. Porque el partido que realizó, ora jugando desde el medio centro, iniciando la salida de balón, marcando el ritmo o combinando en la posición de interior, no se lleva bien con la edad que pone en su pasaporte. Otra vez el croata demostró que es un jugador diferente, de los que lleva la brújula y el diapasón, y que es difícilmente sustituible. Valverde entró para darle descanso en el minuto 77, y se llevó una ovación más que merecida.
Segundos después, otra de las aventuras de Marcelo le llevaron hasta la frontal del área rival, donde dejó el balón, con un sutil toque de su zurda a Gareth Bale. Esta vez, el galés no falló e hizo subir el 2-0 al marcador con un derechazo ajustado al poste. En el minuto 82, Mariano entraba en el campo para sustituir a Benzema, que también recibió su ovación. Y, de ahí al final, el Madrid siguió intentándolo con algunas contras y jugadas, siendo lo más destacable un remate de Kroos que salió por encima del marco del equipo gallego.
No puede decirse que el partido de hoy sirva para sacar grandes conclusiones, pero parece que algo de lo que se esperaba de Zidane ya ha llegado al equipo. Su alineación inicial, repleta de jugadores de talento, la recuperación de jugadores importantes, y la evolución de la primera a la segunda parte del partido animan a albergar esperanzas. Pero, probablemente, la mayor aportación del francés al equipo es esa sensación de paz, de tranquilidad, de seguridad en sí mismo que transmite. Ese estado zen, budista, reforzado por la calva divina de la que hablaba @pepo2204 en la previa, era quizá la mayor necesidad de un equipo y un club atravesado por tensiones continuas desde hace meses. Sólo esperamos que lo que apunta, se confirme en los próximos partidos.
Imagenes: realmadrid.com