Una crónica de: @MiedoEscenico2
Dice el viejo proverbio que quien no conoce la historia, está condenado a repetirla. En la vuelta de semifinales de Copa del Rey, jugada en el Santiago Bernabéu hoy, se repitió una vieja historia. No ha pasado tanto tiempo, poco más de un año, era un día de diciembre en torno al mediodía. Pero no se aprendió lo suficiente de aquello, y ahora el Madrid está eliminado de la Copa del Rey, viéndose forzado a centrar sus aspiraciones, una vez más, en el torneo más difícil de la temporada, es decir, la Liga de Campeones.
Salía el Real Madrid al césped del santuario blanco con la alineación más parecida a una de gala, teniendo en cuenta el estado de unos y otros. Keylor Navas se calzaba los guantes de portero, y la línea defensiva estaba formada por Carvajal, Varane, Ramos y Reguilón; el centro del campo, el clásico Casemiro-Kroos-Modric, y en la delantera aparecían Lucas Vázquez, Benzema y Vinicius. Una alineación que dejaba a las claras la intención de Santiago Solari de tratar de llegar a la final de la competición. Ya no es noticia que Reguilón es el elegido para estos partidos, ni que Lucas sea el propietario de la banda derecha, aunque lo sea especialmente por el trabajo que ofrece defensivamente, equilibrando al equipo.
Y el caso es que el Madrid no salió mal al terreno de juego. Bien plantado, con una presión adelantada, aunque no arriba del todo, especialmente en el centro del campo, que dificultaba la construcción del Barcelona y que tenía como resultado habitual la recuperación del balón mediante los centrales blancos, aparte de algún robo aislado en medio campo. Pronto se notó que el equipo madridista había salido a intentar volcar la eliminatoria cuanto antes de su lado, y la primera parte sirvió para contemplar diferentes oportunidades, casi todas llegadas del desequilibrio que Vinicius generaba en su banda. Semedo no podía con él, pero era ayudado diligentemente por Sergi Roberto, Busquets y Piqué, que cerraban al joven brasileño las opciones de pase.
Aun así, las oportunidades generadas desde esa zona del campo se iban sucediendo: un posible penalti al extremo brasileño (minuto 13), un remate del propio Vinicius a pase de Benzema que salió alto (minuto 18), un remate raso del mismo Vini que paró Ter Stegen (minuto 22)… El Barcelona, en los siguientes minutos, trató de recuperar el control del juego, y buscó la portería de Navas, especialmente con balones cruzados desde la izquierda, en que Dembelé y Alba se medían con Carvajal y Lucas Vázquez, colosal en las ayudas. Las pocas situaciones de peligro eran bien resueltas por la defensa blanca, mientras que daba la sensación de que el centro del campo no acababa de carburar: Kroos andaba demasiado ocupado tratando de evitar que Messi jugara el balón con comodidad, mientras Modric subía y bajaba, pero no se mostraba tan preciso como suele.
En los últimos diez minutos de esa primera parte, sin embargo, se desató el Madrid. En apenas tres minutos, se sucedieron cuatro oportunidades, dos de ellas muy claras, que no llegaron a convertirse en gol. Vinicius recibió un centro desde la derecha y remató con su pierna izquierda, rechazando un defensa; recuperó el balón y se lo puso en el área a Karim Benzema, que la paró con el pecho pero se precipitó intentando rematar de volea, centrado, y encontrándose con el cuerpo de Ter Stegen. Un minuto después, otra vez Vinicius recibía un pase de Reguilón, y remataba con un extraño efecto, pero el balón salió rozando el larguero por fuera. Y poco después, en el minuto 40, un nuevo remate del brasileño, tras pase de Lucas Vázquez, era rechazado por la defensa azulgrana.
Llegaba el descanso y la sensación era unánime: el Madrid había perdonado, y el viejo axioma del fútbol, que dice que el que perdona lo acaba pagando, sobrevolaba las cabezas de todos los aficionados madridistas. El Barcelona no había rematado una sola vez a puerta, pero el Real Madrid había tenido ocasiones como para irse al vestuario con un 2-0 al menos. La salida al césped en la segunda parte invitó a pensar que el equipo de Concha Espina seguiría buscando ponerse por delante: el Madrid seguía apretando adelante y trataba de generar oportunidades, una vez más desde el flanco izquierdo de su ataque.
Y, finalmente, el axioma se cumplió. Curiosamente, el punto que el equipo blaugrana había tratado de explotar en largo durante toda la primera parte, mediante lanzamientos en profundidad de Messi y Rakitic, se reveló crucial poco después, en una jugada algo menos directa. En el minuto 50, Dembelé aprovechaba un pase de Jordi Alba a la espalda de Carvajal y ponía un pase atrás al que Suárez llegaba una centésima de segundo antes que Ramos para poner el balón en las redes defendidas por Keylor Navas, al que el remate del uruguayo pilló a contrapié. El 0-1 generó una breve reacción en el equipo madridista, que trató de empatar la eliminatoria. Kroos lanzó un balón cerca de la escuadra con la pierna izquierda, y Casemiro remató fuera un lanzamiento de falta del alemán, pero no consiguieron inquietar a Ter Stegen.
El que sí inquietó al portero teutón fue Sergio Reguilón, probablemente uno de los jugadores más destacados del partido por parte madridista; en la enésima penetración de Vinicius por banda izquierda, el brasileño puso un balón al centro del área, que el lateral blanco remató en un escorzo espectacular de cabeza, y no fue menos espectacular el paradón de Ter Stegen que desvió el balón en el minuto 61. Un disparo de Carvajal que atrapó Ter Stegen y otro posterior de Vinicius que, tras tocar en un defensa, salió a córner, siguieron mostrando a un Madrid desesperado por nivelar la contienda. Un minuto después, Solari decidió meter en el campo a Gareth Bale y sacar del mismo a Lucas Vázquez.
Fue la antesala de otra jugada decisiva de Dembelé, que recibió un pase en profundidad de Semedo, esta vez a la espalda de la zona izquierda de la defensa madridista. Ramos estaba volviendo de campo contrario, Casemiro no fue al corte, y el centro del extremo francés fue empujado a la red por Varane, en su intento de evitar el gol de Luis Suárez. El 0-2 castigó el estado de ánimo de los blancos y, apenas tres minutos después, Luis Suárez encaró a Casemiro en el área, y el medio centro brasileño le pisó en su pie de apoyo, cometiendo un penalti evidente. El propio Suárez se encargó de marcarlo, con una parábola por el centro de la portería, haciendo subir el 0-3 al marcador, con veinte minutos por delante para el final del partido.
De ahí al final del choque, el Real Madrid siguió intentándolo con la misma suerte que antes, a pesar de la entrada de Valverde y Asensio en lugar de Casemiro y Vinicius, y el Barcelona lanzó contraataques sin éxito. Disparos desviados de Bale y Asensio, y escaso acierto fueron la enseña que el Madrid portó en esos minutos finales, certificando así su despedida de la Copa del Rey, en un partido donde echó de menos a Cristiano Ronaldo, a Ruud Van Nistelrooy y casi hasta a Iván Zamorano. Le condenó su falta de puntería cuando tuvo al Barcelona contra las cuerdas, y lo pagó con la eliminación copera.
Ya habíamos vivido este partido antes. En aquella víspera de Nochebuena de 2017, el Madrid hizo una primera parte valiente, tiró más que el Barcelona a puerta (como hoy), pero la primera parte acabó con empate a cero (como hoy). En la segunda, el Barcelona marcó un gol en una jugada rápida (como hoy), y el Madrid se desmoronó, cayendo por 0-3 (como hoy), con un penalti en contra (como hoy). Salvo por el hecho de que aquel día Carvajal acabó expulsado tras un mal partido, demasiadas coincidencias entre uno y otro partido. Este déjà vu debe de ser una lección a aprender rápidamente de cara al sábado próximo, en que los mismos rivales vuelven a verse las caras. El Madrid tiene tres días para poner a secar la pólvora, cargar la artillería y lanzar su último intento de reengancharse al tren de la Liga. Si no, volverá a caer en los mismos errores, y se verá obligado a pasear por el filo de la navaja contra el Ajax, en menos de una semana… al más puro estilo madridista de los últimos años. Pero esta vez, sin el liderazgo goleador de Cristiano Ronaldo ni el aura protectora de Zinedine Zidane, será otra historia… o no.
Imagenes: realmadrid.com