Una crónica de: @danipuerto6
Contábamos en la previa que la vida del “Fuenla” en el Wizink iba a depender de las ganas con las que el Madrid saliera a jugar, de la competitividad con la que el equipo de Laso afrontase el partido. El Madrid, fiel a sus últimas actuaciones ligueras no defraudó a su rival y le regaló los 10 minutos.
En ese inicio que paradójicamente se inició con un 5-0 a favor de los blancos tan mentiroso, que en un suspiro se convirtió en un parcial fuenlabreño para doblar al Madrid en el marcador. A partir de ahí y durante todo el cuarto, los de rojo dominaron ambos aros con comodidad anotando casi sin oposición y no teniendo que esforzarse en defensa, pues su rival ya se complicaba la vida por sí solo para atacar. Mientras, la cara de Laso era un poema, incapaz de cambiar la dinámica del juego. Sólo en ese proceso de autodestrucción momentánea del Real Madrid se salvaba Felipe Reyes, que con 778 partidos jugados en la liga española, igualaba a un histórico como Creus en la clasificación histórica.
En ese primer cuarto acabado con 12 a 27 todo iba a favor de Montakit, que se mostraba muy sólido en su juego aún sin poder contar con su entrenador, pues Néstor García había sufrido un cólico nefrítico el día antes que le imposibilitó su participación.
Imagen: realmadrid.com
Laso sacó su genio, pidió implicación y los suyos respondieron. El Madrid cambió su parsimonia doméstica por la furia europea y arrolló a los rojos en ese segundo parcial. Duros en defensa, efectivos en ataque y con una pareja letal, Llull y Carroll que de los 31 puntos anotados en ese cuarto firmaron 24. El trío Eyenga-Popovic-Bellas era controlado y sin su clarividencia ofensiva, Fuenlabrada naufragaba ante un equipo madridista que ahora sí, se lo tomaba en serio. Los de Laso tomaban la delantera en el marcador y cerraban la primera parte con un resultado de 43-40.
El tercer cuarto fue una continuación del anterior y es que el Madrid seguía mandando en el juego, aumentando el ritmo y desarmando a un “Fuenla” que apenas sobrevivía a base de coraje e individualidades. Al Madrid le iba saliendo todo en ataque, donde encontraba vías para una anotación más coral, aunque el recién ingresado al juego Randolph se mostraba más entonado que el resto. Atrás, Tavares arreglaba cada mala defensa de los exteriores e intimidaba a los fuenlabreños, que veían como el marcador señalaba un +9 a favor de los locales. El último cuarto parecía un trámite a vida cuenta de lo que había pasado en los 20 minutos anteriores. Nada más lejos de la realidad, porque el Madrid volvió a las andadas y permitió a Fuenlabrada volver a un partido que tenía perdido, todo ello de la mano de un estratosférico Eyenga (19 puntos, 7 rebotes), que se multiplicaba en defensa y ataque para ayudar a que su equipo firmara un parcial de 11 – 0 que les metía de lleno en la competición por llevarse el triunfo.
Laso tuvo que reaccionar y Llull (21 puntos) fue su jugador diferencial. El de Mahón estuvo más Llull que nunca y a partir de su electricidad, fue contagiando al resto, que de nuevo, retornaron a ventajas amplias, mandando el mensaje de que el partido ya tenía dueño. Con Llull entonado y con un banquillo que aportó mucho en ataque (59 puntos), para el Madrid esos minutos fueron de “juego, set y partido”, cerrando el marcador en un 89-79 final, dejando claro que no le vale sólo con el escudo para ganar en la ACB, sino que se tendrá que esforzar y jugar al menos, como en la segunda parte ante Montakit Fuenlabrada.