Una crónica de: @danipuerto6
Sin Rudy, Ayón, Randolph o Campazzo, se presentaba el Madrid en el Pazo dos Deportes de Lugo, donde el Breogán saltó a la cancha con la intención clara de colapsar al Madrid en defensa y aprovechar cada situación que pudiesen generar en ataque.
Los de Laso, una vez más iniciaron el encuentro sin energías, con un baloncesto lento, previsible y fallón. Esta puesta en escena favoreció a los lucenses, que veían como el Madrid les permitía liderar el choque y hacer bueno su plan inicial de partido. Primero Cvetkovic, que anotaba ante la defensa inoperante de Llull y tras él Salva Arco, que conseguía desarmar a los blancos desde el 6.75m, iban sumando para que los locales fueran abriendo distancias en el marcador. En el otro lado, sólo Tavares era el único interesado en competir en ambos aros e impedir que Breogán rompiese el marcador, insuficiente a todas luces, pues el resto del equipo madridista no parecía estar ni física ni mentalmente, de ahí que al llegar al descanso contasen con un cero de diez en triples y hasta once puntos de desventaja en el marcador pese a dominar los aros, algo que los de Laso no supieron aprovechar para hacerse con el mando en el juego.
Imagen: elespañol.com
La segunda parte empezó como acabó la primera, con un Madrid jugando al ralentí y perdiendo la batalla física ante un motivado Breogán, que a ese estilo batallador, unía un alto acierto en aro rival. Los chicos de Natxo Lezkano no sólo ganaban cada duelo cuando se jugaba estático, sino que comenzaban a desplegarse en velocidad consiguiendo puntos fáciles a la contra, “mataban” al Madrid con sus armas, mientras, Laso no daba con el quinteto que presentase batalla a los lucenses, que con cada minuto que trascurría, abrían una brecha mayor en el marcador.
Hasta 29 puntos de diferencia llegó a tener el Café Candelas Breogán, momentos en los cuales el campeón de Europa parecía tener su sede en Lugo y no en Madrid. Fueron minutos donde el público que se congregaba en el pabellón, veía atónito como todo un Madrid se negaba a competir, dejándose arrollar por los suyos. Entonces, puede que por orgullo o porque el Madrid recordó que sabe jugar a ésto, llegó el baloncesto, el acierto y los puntos. En cuestión de unos minutos, los de Laso redujeron la distancia a trece puntos, dando comienzo un runrún entre el mismo público que minutos antes vivía en una orgía baloncestística.
Imagen: elespañol.com
Aquello de “Aníbal a las puertas” que les gritaban las mamás romanas a sus hijos cuando no se comportaban bien, un temor a que el gigante por fin había despertado, que se acercaba y con la mitad del último cuarto aún por jugarse, había tiempo para una remontada. Pero el Madrid, fiel a sí mismo o al menos al que se presentó en Lugo, volvió a las andadas y regaló tiempo a un Breogán que ya no respiraba. Así, de la mano de un veterano Sergi Vidal, ralentizaron el juego y alargaron cada ataque sin arriesgar balones, haciendo buena la distancia en el marcador y asegurando una victoria merecidísima que les permite seguir soñando con salir de los puestos de descenso. El Madrid por el contrario, deberá hacer propósito de enmienda y pensar que se debe ser igual de profesional los días de Euroliga ante grandes rivales, que en lo que toca competir en liga Endesa ante equipos modestos.