Un articulo de: @danipuerto6
Sería allá por el 2009 cuando Walter “Edy” Tavares comenzó a sonar en el panorama baloncestístico nacional. El C.B. Gran Canaria se había hecho con un chaval de Cabo Verde, de 2.21m de altura y una envergadura de 2.40m, pero que a sus diecisiete años sólo había tocado una pelota de baloncesto para cambiarla de sitio si molestaba.
Quien vio a ese Tavares primigenio no hubiese imaginado la progresión que luego tuvo, nadie, ni sus entrenadores pensaron al ver aquel gigante con pies de barro, que en tan sólo cinco años pudiera pasar de no haber jugado jamás a baloncesto a jugar nada menos que en la NBA. Pero tuvo en el “Granca” el tiempo, la paciencia y el entrenamiento necesario, que unido a su ética de trabajo y su capacidad de sacrificio dieron como resultado ese milagro.
Edy se obsesionó con el baloncesto americano y con aún lagunas en su juego, decidió dar el salto. Negó todas las ofertas recibidas en Europa y apostó por su sueño americano. Lo fió todo a esa progresión brutal y su ética de trabajo para ganarse un sitio entre los mejores del planeta, pero se equivocó. En la NBA no tuvo ni la formación ni la paciencia necesaria y su camino allí estuvo plagado de sinsabores, con más oscuridad que luz. Sin ofertas interesantes por parte de franquicias NBA y perdiendo el tiempo en la liga de desarrollo, su destino estaba claro: Regresar a Europa.
El destino tiene estas cosas. Tavares pintaba a refuerzo culé para el próximo verano, era el Barça el que pretendía al gigante de Maio para sustituir la hipotética salida de Tomic, al que parece, se le ha agotado el tiempo en la casa blaugrana. Todo estaba decidido, todo estaba hablado, hasta que Ayón se lesionó y las previsiones de recuperación fueron las peores, el borde inferior del Labrum del hombro izquierdo se dañó y había que pasar por quirófano, no menos de cuatro meses para su regreso y la necesidad imperiosa de los blancos por ocupar un hueco que se había ampliado semanas antes con la baja para todo el curso de Kuzmic. Laso lo tuvo claro, entre los escarceos con Vidmar, la opción más apetecible y lógica era él, era Tavares.
Con Tavares ya vestido de blanco tras darle calabazas al Barça, se planteaban mil incógnitas por despejar. ¿Era lo que se necesitaba?, ¿Podrá sacar Laso de Edy lo que no pudo de hombres más curtidos como el propio Tomic, Mejri o Bouroussis?, ¿Se podrá modificar el juego del Madrid hasta tal punto que un jugador de las características de Tavares pudiera ser importante?… Preguntas cuyas respuestas se irán respondiendo a lo largo de esta temporada, pero sobre todo, en la siguiente, con un Edy totalmente integrado y conocedor ya de primera mano todos los sistemas del equipo.
Tavares es miedo al tapón, son tiros cambiados, es defensa, es poner un sello al aro del Madrid. Pese a no estar en un buen momento físico, es capaz debido a su tremenda envergadura de “acojonar” a cualquier pivot que tenga que defender, obliga a que sus pares se abran, les fuerza a lanzar desde más lejos de lo necesario por miedo ese tapón que buscando sumar más cerca, llegaría seguro, un alivio para una plantilla, la madridista, que ha visto como no sólo han caído dos pilares defensivos como Ayón y Kuzmic, sino que el propio Randolph, máximo taponador del equipo ha caído lesionado dos veces, primero su hombro y ahora por problemas de estrés en uno de sus pies. La llegada de Edy también supone un cambio de juego en ataque, algo que aún no hemos atisbado debido a que el Madrid se mueve como si Tavares no estuviese en cancha, centrando el juego un paso por detrás de la línea de 6.75 metros y abusando de los lanzamientos lejanos, algo que no extraña pues es el santo y seña de este equipo, pero que desactiva a un jugador que crece al acercarse al aro como Tavares ya que los rechaces son más largos, quedando fuera en muchos casos del radio de acción del caboverdiano.
Edy engaña, es más rápido y ágil de lo que su cuerpo dice, aunque necesita aún mucho trabajo técnico, necesita asimilar dos o tres movimientos que le ayuden a acercarse al aro sin la necesidad de que sea otro el que le lleve por medio de una asistencia, necesita esos movimientos que le permitan sumar puntos propios, buscarse sus propias canastas, porque Edy pese a su tamaño carece de juego de pies, le cuesta jugar de espaldas al aro, situación importante esta para cerrar defensas sobre él, pudiendo asistir luego a los fiables tiradores que tiene a su alrededor.
Tavares no llega como un parche puntual, no lo es, llega para quedarse, ese contrato por tres años así lo dice, un contrato que le dará estabilidad y esa oportunidad de seguir creciendo en su juego, de seguir añadiendo armas ofensivas a su arsenal, le dará la oportunidad de ser importante en Madrid, mimbres tiene para lograrlo. Quien sabe, quizás en poco tiempo veamos que Edy ha sido capaz de cambiar algo que hasta hoy parecía impensable, ver al Madrid de Laso tener como primera opción ofensiva a un pivot grande, a un center de la vieja escuela.