OJO AL BLANCO: Una tramontana en diez minutos de locura

Una crónica de: @Javirodespi planetacb

Un partido que parecía igualado tras tres cuartos, fue destrozado en cuanto Sergio Llull se puso la capa de Superman o se dejó llevar por la tramontana de su tierra, sus increíbles catorce puntos en diez minutos fueron suficientes para superar a un Unicaja que demostró que no viene a pasearse.

Foto: Virginia Pacheco / Planetacb

La vuelta de Taylor

Al final pudo recuperarse y estar con sus compañeros, Jeff Taylor formó parte de la plantilla quedándose fuera tanto Álex Suárez como el ya conocido Trey Thompkins, ambos acompañados por Dino Radoncic que ha colaborado en los entrenos de esta semana.

Máxima igualdad 

Va a ser difícil encontrar mayor igualdad entre ambos equipos tras los diez primeros minutos de cuarto y eso que Unicaja llegó a tener un momento claro de amenaza con el 6-12 merced a un triple de Dani Díez, pero las alternancias en el marcador se producían minuto a minuto demostrando ambos conjuntos nivel de igualdad en acciones de poste bajo, como en sus lanzamientos exteriores, solo un error no forzado de Unicaja con bola para empatar le dejó 4 puntos abajo (20-16) merced a un contraataque fallado por Rudy pero que pudo enmendar Ayón con un palmeo.

Lección de liderazgo

Si el Real Madrid se pudo permitir la ventaja que tuvo en el descanso (38-34)  fue debido a la lección de un auténtico líder sobre la cancha llamado Andrés Nocioni, más allá de sus estadísticas con 9 puntos, 3 rebotes y 11 de valoración, sino por lo demostrado no solo con el balón en sus manos, ya fuera saliendo en contraataque como si tuviera 20 años, taponando y recibiendo un tapón pero bajando rápidamente a defender, sino por el aura que dejó a todos sus compañeros a cada grito que daba para colocarlos en la pista o, sencillamente, siendo él. Absolutamente clave durante el tiempo que estuvo en cancha y que, su ausencia en los tres últimos minutos de juego, le permitió a Unicaja volver a engancharse al encuentro ya que el Madrid perdió su referente.

Movimiento contra bote

Si les digo que lo que menos se vivía en el Palacio era ambiente de playoffs, no faltaríamos en ningún momento a la verdad, pero lo cierto es que la cosa era más un partido de fase regular que unas semifinales y, en este ambiente cómodo para el rival, a pesar de las 9.030 almas, pues permitió a Unicaja hacer más su juego, con mucha circulación de balón hasta buscar buenas opciones, mientras que el Real Madrid, con mucho abuso del bote y ciñendo sus jugadas a poco más de un pase o en acciones individuales, vio como el equipo andaluz le recuperaba terreno hasta llegar a ponerse por delante, cosa que no consiguió al final del tercer cuarto, simplemente, porque tuvo menos acierto de cara al aro, quedándose en un 52-50 que dejaba todo para el último período.

El trance (habitual) de Llull

Irte con 14 puntos al final del tercer cuarto y colocarte en 24 a falta de 7:20 para terminar el partido, solo puede tener un nombre en la figura de Sergio Llull, poseído por su estado habitual anotando sin descanso, fue la espoleta que necesitaba el público madridista para meterse en ambiente, pero claro, se necesitaba algo más para un Unicaja que seguía haciendo su juego, no Nedovic y Omic como estiletes ofensivos y eso que al último le puso un gorro el Chapu que pasará a la historia de los playoffs, pero no se crean que se descentró, al momento volvió a anotar en el poste bajo.

Buscar la segunda opción 

Con defensa dura sobre Sergio Llull, tocaba buscar alguna opción más y, el jugador de Mahón encontró un buen aliado en Othello Hunter, principalmente cuando le defendía en un flash agresivo o en 2×1 y las continuaciones del jugador americano eran una opción más que válida dando el pase y dejándole franco el camino al aro. Ahí tuvo el problema Unicaja, si se emperraba en Llull era capaz de encontrar algo más y si le dejaba en 1×1 siempre sacaba algo positivo para el equipo, demasiados problemas para Joan Plaza y que le supuso cosechar su primera derrota en el playoff al caer por 71-68.

Así terminamos hoy, con la retina llorosa de la tremenda exhibición del menorquín y ya pensando en nuestra próxima cita del viernes, segundo partido y con el 1-0 para los blancos, ahí estaremos para contarlo y, como siempre, ya saben, nunca dejen de sonreír.