Un articulo de: @AngeluisAlba
Después del último clásico celebrado en nuestro estadio contra uno de nuestros eternos rivales el F.C Barcelona, ha surgido un torrente ingente de opiniones que cuestionan o ponen en duda muchas de las decisiones de Zinedine Zidane. Dejando al margen la decisión de alinear a Bale, teniendo en cuenta que salía de una lesión y que en un partido tan exigente era una decisión arriesgada, son otras muchas las incógnitas a resolver en la toma de decisiones en dicho partido.
Zinedine Zidane, jugador emblemático y uno de los mejores jugadores de la historia, partiendo de su experiencia de jugador y con un gran conocimiento sobre los entresijos de un vestuario es conocedor que este partido, el del clásico, es especial… la rivalidad, la transcendencia a nivel mundial y sobre todo por la importancia del resultado, una victoria da el campeonato virtual y un empate lo dejaría prácticamente finiquitado.
Entonces, puestas las bases de la importancia del partido, debemos suponer y en eso no me cabe duda, que conoce los puntos fuertes y los débiles del contrario, su equipo técnico y todos, sabemos que el Barcelona gira en torno a un eje Busquets – Iniesta – Messi, anulando dicho eje, el equipo contrario se convierte en un equipo previsible donde sus posibilidades de alcanzar la victoria se reducen drásticamente, viendo las grandes debacles este año del equipo culé, tanto en el partido en París contra el PSG como en el partido en Italia contra la Juve, consistió en lo dicho anteriormente, además de una presión alta en medio campo, que anulaba su futbol de toque y se le robaba el balón propiciando un contragolpe mortal en la mayoría de los casos.
Dicho esto, el domingo vimos todo lo contrario a esa puesta en escena, es más, la contraria, jugamos de la única manera que nos podía ganar el equipo de Luis Enrique, ver a Busquets hacer más faltas que todo nuestro equipo y salir con el balón jugado, presión inexistente, Iniesta con el balón en su poder y tener diez segundos para pensar con el balón en los pies, y Messi sin marcaje o solo con el de un jugador que tenía tarjeta al cuarto de hora. El Barcelona es un equipo que elabora casi siempre por el centro, y más, a falta de Neymar que es el único que puede penetrar con regate desde el extremo, nosotros jugamos con inferioridad en el centro permitiendo que cada llegada del Barcelona supusiera un peligro para nuestra portería, baste como ejemplo el primer gol de Messi, un eslalon de quince metros que tras regatear a tres jugadores por el centro, tira a puerta sin marca desde el punto de penalti.
El entrenador marsellés, debio elegir entre jugadores de talla mundial y reconocidos, dícese Ronaldo, Benzemá, Bale, Kroos o Modric, los cuales vienen de una eliminatoria muy exigente contra el Bayern, con prórroga incluida o jugadores como Morata, Lucas Vazquez, Asesio, Kovacic o Isco, con más hambre y un juego mucho más enérgico e imprevisible. Si cualquiera de nosotros tuviera que elegir entre los primeros o los segundos, a quién elegiría, difícil elección.
Zidane sabe que el control del vestuario es la clave del éxito, tener contentas a las vacas sagradas de un vestuario hace que no se descontrole, no me imagino subiendo en fila india a los representantes de dichos jugadores consagrados al despacho del presidente exigiendo o pidiendo explicaciones sobre la no alineación de los mismos en partidos transcendentales. Por tanto, el entrenador tiene un problema indisoluble ante la derrota, si lo hacen los jugadores de mayor prestigio será criticado por no elegir a los otros, y si perdiera con los menos mediáticos será criticado por no hacerlo con los anteriores. Solo se me ocurre una solución desde mi ignorancia, que ponga a los que mejor estén independientemente de su estatus en la plantilla, Ronaldo antes de ser una mega estrella, perteneció al grupo de los desconocidos.