Un articulo de: @Javiervive
Hay ocasiones en que los sentimientos son difícilmente transformables en palabras. Hoy es una de esas ocasiones para mí. El ejercicio que voy a intentar llevar a buen término en esta breve reflexión es casi terapéutico. Un reto que nacería predestinado al fracaso, si no fuera por el íntimo convencimiento de que tú, que ahora me lees, estás sobradamente capacitado para convertir la abstracción en realismo. No en vano, eres madridista.
Otra cosa es que mi torpeza me impida expresar en estas pocas líneas dichos sentimientos.
En cualquier caso, vamos a ello. Dos o tres minutos le arrebataré a tu tiempo.
Imagina que la luz languidece y charlamos en voz baja, con calma, como si quisiéramos que ningún otro fuese partícipe de nuestra conversación. Solos tú y yo… y ese Real Madrid que palpita en lo más profundo de nuestro ser.
– Hace tiempo ya que me acompaña este dolor. Demasiado tiempo.
– ¿Qué dolor? – me preguntas – .
– Es como una punzada sorda que me recorre el cuerpo. Ese dolor que el transcurrir de los años difumina hasta dejarlo adormecido, pero martilleante, pertinaz.
– ¿Y qué te causa tal dolor?
– La pérdida.
– ¿Has perdido a alguien?
– Todos lo hemos hecho. A veces sin darnos cuenta.
– Intenta concretar.
– Como te digo, a veces no somos conscientes de que alguien o algo muy querido ya no está ahí. Puedes verlo, puedes tocarlo, aún te acompaña, sigue formando parte de ti. Lo quieres como siempre lo has querido… pero en realidad ya no está. Es otro, otra persona, otra idea. Aquello de lo que te enamoraste se ha ido perdiendo lentamente entre la niebla del tiempo.
– ¿Qué has perdido?
– He perdido a mi Real Madrid. Mi Real Madrid del alma.
– ¿Qué dices? Está ahí, como siempre ha estado. Juntos sufrimos y disfrutamos con él.
– Claro que está ahí. Continúa aquí dentro. – me golpeo suavemente el pecho – pero no es el mismo. Lo noto distante, alejado de mí, como si mi amor por él ya no fuese correspondido. Siento su frialdad, su desdén, ya no me sonríe como lo hacía antes. Apenas me habla. Es como si no me viera, como si mi presencia le resultase ingrata.
– Pero… ¿Tú le sigues queriendo?
– Más que nunca.
– Esas sensaciones que dices tener ¿No podrían ser meras paranoias, engaños de tu subconsciente?
– Podrían. Todo sentimiento es puramente subjetivo. Es muy difícil de expresar con palabras. En cualquier caso, sólo el hecho de hablarlo contigo, me alivia.
– Me alegro, pero me gustaría que profundizaras un poco más. Quiero entender.
– Está bien. Me esforzaré más. – me tomo un momento de reflexión y te pregunto – ¿Qué significa el Real Madrid para ti?
– ¿Para mí? Uno de los pilares de mi vida, junto a la familia y los amigos. – respondes con sinceridad.
– ¿Por qué? ¿Por qué es tan importante para ti?
Te noto sorprendido. Titubeas levemente mientras buscas la respuesta.
– Porque forma parte de quien soy, de lo que soy. Porque representa valores en los que creo…
– ¿Y si dejara de representar esos valores? – te interrumpo – ¿Si traicionara a todo aquello en lo que siempre creíste? ¿Si se transformara en algo contrario, absolutamente opuesto a lo que te hacía amarlo?
Ahora dudas mucho más. Te rascas la barbilla, carraspeas, inspiras profundamente, como si con ello ansiaras que el aire que hincha tus pulmones te llevara la respuesta.
– Seguiría amándolo. Sin duda alguna.
– Pero lucharías por cambiarlo ¿Verdad?, por que volviera a ser lo que era.
– Sin duda. – contestas tajante – Lo intentaría.
– ¿Y si fracasas? ¿Si no está en tu mano hacer que cambie?
Cierras los ojos despacio, rebuscas en tus pensamientos hasta que, casi sin darte cuenta, surgen las palabras de tu boca.
– Cambiaria yo. Eso es el amor.
Una respuesta tan simple, tan sencilla… tan sabia. No encuentro palabra alguna que pueda rebatir aquella frase tuya. No puedo decir nada. Mi mente ha quedado vacía.
“Cambiaría yo. Eso es el amor”
El Real Madrid actual no es el que era. Se le ha extirpado el alma, nos mira de soslayo, se muestra altivo, distante, esquivo y frío. Le veo melifluo, artificial, mastodóntico.
No, este Real Madrid no es el de mi infancia, no es el del amor adolescente, no es el Madrid cercano de mi juventud. Es otro distinto. No es el club de mi vida. Nada de lo que veo en él me recuerda a aquel Real Madrid.
Lucharé porque regrese, sí. Rezaré por volver a sentirle como le sentía antes. Intentaré que las nuevas generaciones comprendan… Pero seguramente fracasaré.
La vida pasa, y sólo puedo hacer dos cosas, evolucionar con ella o quedarme anclado en los recuerdos. Por tanto, si el Madrid no cambia, si mi Madrid no cambia… cambiaré yo. Eso es el amor.
Te dije que te arrebataría tan solo un suspiro de tu vida, y cumplo mi palabra.
Cuánto bien me ha hecho ese suspiro.
La pérdida sigue ahí.
El vacío jamás se llena, pero aprendes a vivir con él. Y sigues amando.
Gracias compañero. Gracias amigo. Gracias por ayudarme a comprender.
Por encima de todo, por encima de todos, de cualquier duda, de cualquier dolor, de toda discrepancia, de luchas interiores, por encima de cuántos quieren nuestro mal, se alza un grito que no ha cambiado nunca, desde los primeros días de este gran club… Un grito que aprendimos de nuestros mayores, y que expresa el sentido de todo. Un grito que mira siempre al futuro. Un grito que nos ordena evolucionar, avanzar hasta el infinito. Un grito de ánimo en horas bajas.
Un grito de orgullo en la cima del mundo.
¡¡¡HALA MADRID!!!