CRÓNICA | La (puñetera) cuesta de Enero: Villarreal 2 – 1 Real Madrid

Una crónica de: @MiedoEscenico2

Ya nos avisaba @pepo2204 en su Previa de que llegaba la cuesta de enero, y de que el Villarreal era un equipo muy complicado cuando juega en La Cerámica. Y se sumaba a eso que el sorteo de la Copa del Rey había deparado, pocas horas antes del partido, una nueva visita a Villarreal tras el viaje a Arabia, para tomar conciencia de lo difícil que se le va a hacer esa cuesta de enero al conjunto blanco. Tras la rotación presentada el pasado martes contra el Cacereño, Carlo Ancelotti decidió alinear algo parecido a un once de gala. Asumida la baja de Carvajal, en proceso de recuperación para llegar a la semifinal de Supercopa, la línea de defensa destinada a proteger a Thibaut Courtois estaba formada por Militao, Rudiger, Alaba y Mendy. La sala de máquinas estaba conducida por Tchouameni, Kroos y Modrić, mientras Valverde estaba destinado a entrar por la derecha, Vinicius por la izquierda y Benzema en la posición de nueve.

El inicio del partido dio la sensación de que el Villarreal quería darle matarile cuanto antes, y de que el Madrid, especialmente en su zona defensiva, estaba todavía en la cabalgata de los Reyes Magos. Militao, Tchouameni y, sobre todo, Rudiger, repartían caramelos a los atacantes de amarillo, y los madridistas enloquecíamos buscando las pilas del desfibrilador, tras un arranque así. Afortunadamente, unos minutos después, el balón empezó a fluir por los pies de Kroos y Modrić y aquello se serenó, con el Madrid teniendo poco dominio, pero más tranquilidad.

Aun así, el saldo general de la primera parte fue favorable al submarino amarillo, por oportunidades, posesión y convencimiento de ganar el partido. Se detectaba un enorme desajuste defensivo en el flanco derecho del conjunto madridista, con Valverde casi de carrilero, Militao algo desorientado y Rudiger haciendo de sí mismo, es decir, alternando reacciones fantásticas con errores grotescos. Un pase de la muerte de Alberto Moreno, cerca del minuto 5, lo remató Coquelin de tacón al palo apareciendo entre el brasileño y el alemán, poniendo de manifiesto que, por esa vía de agua, el Madrid podría irse a pique.

Imagen: realmadrid.com

El cuadro de Ancelotti se fue sacudiendo, como decíamos, esa tremenda modorra con la que había salido al campo, y las operaciones comandadas por Kroos y Modrić fueron aumentando, aunque hemos de decir que estuvieron, en general, muy poco acompañados. Tchouameni parece una versión moderna de Casemiro, es decir, sin azúcar, sin alcohol y sin burbujas; echamos de menos que llegue a desarrollar aquella doble cara del medio centro brasileño, que le convertía en un padre, un guardaespaldas y un amigo para sus compañeros, y un macarra, patibulario y temible para los rivales, a los que les metía, de cuando en cuando, un buen viaje, para recordarles que no sería fácil. Vinicius está en un momento ya conocido, de fallarlo casi todo, “pero no deja de intentarlo”. Suya fue la ocasión más clara del Madrid en la primera parte, con una combinación de tiralíneas, de Modrić a Valverde, de Valverde a Benzema, y pase con aceite de soja del galo para Vini, pero el chico tiró al muñeco, e hizo parecer bueno a Reina y todo. Se agradece que no se rinda, pero desde estas páginas queremos pedirle que recuerde que sería preferible intentarlo menos pero mejor, solamente eso.

Benzema sigue en ese punto entre tontorrón y melancólico, tras su divorcio de les bleus, del que cada vez salen más noticias desagradables, y su retorno precipitado al calor de Valdebebas (es un decir). El caso es que, aunque sigue tratando de ser ese conector, facilitador, mejorador de jugadas, tuvo otro de esos días en que no es capaz de ejecutar el remate final. Valverde parece el de hace un par de años, corrió igual, trabajó lo mismo, pero le entró la timidez cuando había que poner los atributos encima de la mesa, en los metros finales. De la zona de atrás, diremos que sólo Alaba parecía estar enchufado al partido, con Mendy algo primaveral -aunque menos de lo que lo fue después- y el flanco derecho maltrecho. Volvió a ser por ahí por donde, en el minuto 23, Yeremi Pino trató de aprovechar un pase filtrado magnífico de Gerard Moreno, pero se encontró con Courtois saliendo, con sus ocho tentáculos, a tapar portería, y no pudo superar al inconmensurable belga.

Un ratito antes, una llegada de Militao al área, tras un fantástico pase de Benzema, nos mostró que la eficacia rematadora no está entre sus virtudes. Y, un ratito después, un par de intentos de centro nos mostró que el brasileño tampoco es lo que se dice un lateral derecho. El caso es que, con todo este caos, modorra, tontuna a cuestas, el Madrid sobrevivió al primer tiempo sin conceder un gol y con la sensación de que, a poco que despertara, podría tener sus ocasiones.

Imagen: realmadrid.com

La vuelta del descanso nos hizo ver que se había acabado la buena suerte y el trébol de cuatro hojas se había marchitado, porque, a los dos minutos, un error garrafal del primaveral Mendy en la salida del balón permitió al Villarreal pillar a la defensa del conjunto blanco aún más descolocada de lo habitual, y Gerard Moreno le puso un balón a Yeremi Pino, que entraba solo por un descomunal boquete por nuestro lado flojo. El chaval la cruzó con ganas, Courtois pudo desviarla con la punta de los dedos, y no sabremos si iba dentro, fuera o al poste, porque Mendy llegó para intentar sacarla y la acabó metiendo definitivamente dentro, moviéndose al compás de Stravinsky.  El 1-0, no obstante, tuvo al menos la virtud de desperezar al equipo blanco, que se lanzó de manera decidida hacia la portería de Reina, y jugó ahí sus mejores minutos del partido.

El conjunto madridista asumió riesgos, pero se plantó en campo contrario y comenzó a generar llegadas, no demasiado claras, pero suficientes para meter al rival en su terreno y dejar claro que buscaba sangre. El cuadro groguet aprovechó para intentar lanzar al veloz Chukweze al contraataque, visto que solamente Alaba parecía saber lo que necesitaba la situación, frente a la enajenación transitoria que parecía experimentar el resto de los defensas, más acostumbrados a defender a los rivales que las líneas de pase. En el minuto 56, llegó la primera intervención significativa del VAR, en un pase elevado de Tchouameni para Vinicius, que puso un pase de la muerte, y que rechazó un defensa tras rematar –mal, de nuevo- Benzema.

Aunque imagino que @cubelas13 se lo explicará en su Crónica Arbitral, yo solamente les diré que no solamente me pareció una estupidez de penalti, perfectamente prescindible, sino que el roce del balón en la mano de Foyth amortiguó su velocidad y aquello casi hasta convino al extremo brasileño. El caso es que el árbitro, previa visualización en el monitor, decretó el penalti, y que Benzema lo marcó, siendo el único remate del partido que consiguió que entrara en las redes del equipo local. Como la felicidad son momentos, y hay que disfrutarlos, se le cayó otra hoja al trébol apenas un minuto después: Alaba se resbalaba en el área madridista, intentaba retirar la mano ante un pase rival, y lo cortaba de forma completamente involuntaria. Pero, claro, después de lo anterior, el árbitro decretó nuevamente penalti.

Imagen: EFE

Gerard Moreno marcó desde los once metros y, con el 2-1 en contra en el minuto 64, Ancelotti decidió empezar a mover el banquillo. Retiró al casi transparente Tchouameni (0 faltas en el partido) y al desafortunado Mendy para dar entrada a Lucas y Rodrygo, Valverde pasó al centro del campo, Alaba al lateral izquierdo, y Militao recuperó la posición de central (es un decir). Es decir, movió todas las piezas, pero el resultado no fue mucho mejor: aunque el Madrid tuvo otro momento de recuperación y ataque, especialmente mediante salidas a la contra, Vinicius se mantuvo en modo “pero lo sigue intentando”, Benzema cantando baladas sobre los puentes de París, y Rodrygo tuvo una especie de ocasión que recordó el 1-1 de la vuelta de semifinales contra el City, con él haciendo de Benzema… y nadie haciendo de Rodrygo para entrar al pase de la muerte que puso, en posición acrobática. De las entradas a Vinicius, las tarjetas amarillas perdonadas, y el puñetazo de Parejo a Rudiger en el área preferimos que les informe @cubelas13, ya saben.

De ahí hasta el final, más cambios, con Camavinga entrando por Modrić en el minuto 70 y Asensio entrando por Valverde en el 82, con el mismo resultado: ninguno. Sí que hemos de decir que la entrada de Camavinga le dio algo más de vida al equipo blanco, mostrándose proactivo en el corte y jugando el balón con bastante criterio. Y que Lucas Vázquez le dio algo más de seguridad al flanco derecho, haciendo coberturas y cerrando ese lado de una manera algo más sólida que durante la primera hora de partido. De Asensio no diremos nada, salvo que, en el último de los ocho minutos de descuento, una pifia suya, tras una jugada ensayada pero sin mucho sentido (el portero sube a rematar el último córner ¿y jugamos el balón a la frontal en vez de centrar?), casi cuesta el tercer gol.

La segunda derrota del Madrid en esta Liga llega en un mal momento, justo antes de viajar a la Supercopa de Geri y Rubi, perdón, a la Supercopa de España de Arabia, y con la sensación de que al equipo le cuesta mucho generar fútbol, echándose de menos la solidez de tiempos pasados. Perder el primer partido del año es casi una tradición para el Madrid, el año pasado contra el Getafe, sin ir más lejos, pero en este año la cuesta de enero es más pronunciada, con la Supercopa, la Copa del Rey y la Liga obligando a esfuerzos cada tres días. Confiamos en la especial idiosincrasia de este grupo de jugadores, en los valles pintusianos y en la sabiduría de Carlo Ancelotti para superarla, aunque es comprensible que, tras partidos como el de hoy, tengamos nuestras reservas.