CRÓNICA | El lobo de mar y el grumete: Real Madrid 3 – 1 FC Barcelona

Una crónica de: @MiedoEscenico2

Con buena parte de la afición esperando que el Real Madrid saltara al campo con el once y la actitud requeridas para hundir del todo al Barcelona, tras su más que probable caída en diferido hacia la Europa League, llegó Ancelotti e hizo lo que hace Ancelotti. Es decir, puso la alineación que le dio la Copa de Europa en París o la Supercopa en Helsinki, con Tchouaméni en la plaza de Casemiro, o la que ganó 0-3 en Glasgow hace un mes. Parece mentira que todavía haya quien no le conozca, con su mentalidad de viejo lobo de mar que sabe que a mucho viento, poca vela, o que la maniobra es imprudente, si de popa es la corriente. En la portería, Lunin tenía que seguir asumiendo el riesgo de sustituir a Thibaut Courtois, siendo el resto de la tripulación tan reconocible como para tener a Kroos y Modric en la sala de máquinas, Militao y Alaba en la santabárbara, Benzema en la proa, y las parejas Carvajal-Valverde a estribor, y Mendy-Vinicius a babor.

Enfrente, se presentaba ese Barcelona que ha vendido el coche para comprar gasolina, con un once menos físico que en partidos anteriores, con Sergi Roberto en el lateral derecho, DeJong en la plaza de Gavi, y Koundé, recién salido de lesión, entrando de inicio al lado de Eric García. También sabía Ancelotti que embarcación sin cubierta, tumba abierta, y que el grumete Xavi podía ser el que hiciera naufragar su propia nave, a poco que siguiera intentando pilotar una canoa pensando que es un portaaviones, y dejara margen al Madrid para tener sus oportunidades, que aprovecharía a base de dentelladas de lobo. Aun así, el primer remate fue del cuadro blaugrana, centrado y directo a las manos de Lunin, cerca del minuto 5, y, a partir de ahí, se abrió un tramo de ida y vuelta, con ataques de ambos equipos intentando coger al rival al contraataque, pero sin éxito, como un remate de Vinicius que tropezó en Raphinha y salió a córner, a los 7 minutos.

En el minuto 12, Busquets trató de entorpecer un avance de Kroos agarrándole por todos lo lugares imaginables, pero el contramaestre alemán aguantó, se zafó lo suficiente, y metió un magistral pase en profundidad a Vinicius. El brasileño corrió por babor y se plantó frente a Ter Stegen, que desvió el balón con oficio. El despeje salió largo y cayó en los pies de Benzema, en la frontal del área. Cualquier otro le hubiera arreado un zapatazo, pero el galo observó, codificó en su cerebro dónde estaba cada uno de los cinco jugadores que había en el camino, y realizó con dulzura un remate raso con la zurda que atravesó un bosque para llegar al fondo de la red, poniendo por delante al Real Madrid con su primera dentellada.

Imagen: realmadrid.com

Una breve reacción del equipo azulgrana dejó paso a un tramo de presión alta, control y dominio del conjunto blanco, en la que vimos, con el resultado a favor, a Benzema pidiendo agilidad a los recogepelotas, que es de esas cosas que mandan a los rivales al psiquiatra. En el minuto 25, una jugada bien elaborada por los culés acabó con DeJong llegando tarde por un segundo, y Lewandowski mandando un remate alto, a portería vacía, que dejó claro que no estaba nada decidido aún. La banda izquierda del Madrid empezaba a mostrar una vía de agua, con Mendy, Alaba y Kroos teniendo dificultades para taponarla adecuadamente, y el Barcelona cada vez iba ganando más posesión de la pelota. Lewandowski se llevaba un guantazo fortuito de Alaba y trataba de rentabilizarlo, pero no coló a los ojos del Manolete arbitral. Por el lado madridista, a la media hora de partido, Vinicius veía una tarjeta por protestar que un empujón de Sergi Roberto tampoco había sido considerado falta por el colegiado.

En el minuto 34, la ocasión vino de manera fortuita. Una jugada del equipo madridista, en que la presión del rival obligó a Carvajal a mandar un balón arriba forzado, se encontró con la inesperada colaboración, en forma de cabezazo a la nada, de Eric García, con tal mala suerte que el balón le cayó a Vinicius, frente al semicírculo del área. Vinicius dudó si ir a un lado o al otro, y optó por dársela a Tchouameni, que llegaba preguntando. El pivote francés observó, se internó en el área y le dio el balón a Mendy que, a su vez, lo puso para la llegada del Halcón Valverde, que aparecia revoloteando en la frontal del área y, como el charrúa es hombre de pocas palabras, largó un latigazo raso, duro y colocado con su pierna derecha, que se alojó en el fondo de la red de Ter Stegen, aumentando la ventaja hasta el 2-0, y desnudando al autoproclamado rey con otra dentellada.

Ahí sí que despertó el Barcelona, con una galopada y un remate raso de De Jong, que Lunin rechazó con seguridad. Cerca del descanso, Lewandowski trató de cabecear un envío de Busquets, también con la cabeza, y saltaron con sus alfanjes Militao y Carvajal, agarrados a cabos invisibles, para dejarle claro que no había forma de abordar su barco por ahí. Y el primer tiempo terminó con el equipo catalán tratando de asaltar la borda madridista, y los blancos defendiendo cada milímetro de su cubierta, sin mostrar debilidades. El cuadro visitante se fue al vestuario revisando las estadísticas, y extrañado porque había tenido más posesión, había dado más pases, había sacado más córners y había rematado más veces. Sólo perdía en dos aspectos: los remates a portería y los goles. Jojojo.

Imagen: realmadrid.com

La vuelta al césped vio a un Madrid más agresivo en defensa, hasta con una falta de Benzema a Busquets, imagínense, los pájaros tirando a las escopetas. Pero, por el contrario, más impreciso y quizá demasiado abierto. Aun así, una penetración de Benzema por banda izquierda acabó con un remate alto de Kroos en el minuto 50, dejando claro que el conjunto blanco iba a seguir sacando el colmillo siempre que pudiera. Apenas un minuto después, una apertura de Vinicius hacia el otro lado permitió a Benzema llegar a la frontal y marcar otro golazo con la izquierda, pero el gol fue anulado por fuera de juego. El Madrid estaba desempolvando la artillería, mordía en cada balón dividido, movía la pelota con facilidad y se preparaba para el abordaje. Kroos había cambiado su título de ingeniero por otro de Capitán de Fragata, y presionaba y defendía como no le habíamos visto desde que tenía 19 años. Si es que entonces lo hacía.

A los diez minutos de la segunda mitad, el Barcelona pareció desperezarse y acercarse al área local, pero cada acercamiento era acompañado de una salida paciente y tranquila de los madridistas, manejando el balón en campo rival como en otras grandes ocasiones, aunque sin avistar la portería contraria.  Xavi decidió cambiar algo, y retiró del campo a Busquets, Raphinha y Balde, para dar entrada a Jordi Alba, Ferrán Torres y Gavi en su lugar. Se incrementó la presión barcelonista, y eso le devolvió provisionalmente el control de la pelota, aunque Lunin podría haberse pasado el primer cuarto de hora del segundo tiempo tomándose un café o fumándose un puro. Sí que tuvo que salir en el minuto 62 a evitar una llegada rival, pero no fue más allá de un momento de soltar la taza y volver a cogerla.

Modrić y Kroos, Kroos y Modrić, uno desde su despacho y el otro desde su trono, dominaban cada centímetro del césped, a base de cambios de juego, paredes, pases de tacón y cualquier otra modalidad de lujo futbolístico que se le pueda ocurrir al lector. Una internada de Lewandowski, en que se tiró en el área elegantemente, ante un contacto claramente insuficiente de Carvajal, dará pie a que el barcelonismo pueda llorar a lo largo de los próximos días. Pero Manolete dijo que nasti, y nasti era. Ansu Fati entró por Dembelé a falta de algo más de un cuarto de hora para el final, mientras Ancelotti esperaba pacientemente al momento de hacer sus cambios, y fue Ansu Fati el que remató cerca del poste de Lunin en el minuto 77, justo el momento en que Camavinga dio el relevo a un fantástico Luka Modrić, vaciado ya.

Imagen: realmadrid.com

En ese tramo, el balón era del Barcelona, pero el cuadro blanco mantenía la disciplina defensiva, bien colocado, con ayudas constantes entre los centrales, y con el cuchillo entre los dientes para salir al abordaje. Los intentos culés por rematar al marco de Lunin eran infructuosos, y Xavi hacía su último cambio metiendo a Kessié en el lugar de Pedri. Fue en una mala salida del Madrid en el minuto 82, con una pérdida que pilló a Camavinga, Carvajal y Valverde fuera de sitio, y permitió a Ansu Fati llegar a poner, de forma magnífica, un pase de la muerte que Ferran Torres transformó en el 2-1. Rodrygo entró por Vinicius, bastante desaparecido en la segunda parte, mientras se acercaban los minutos finales. Gavi, en su línea, repartía hostias a diestro y siniestro, aunque a Manolete no le pareciera significativo que el mismo jugador llevase cuatro faltas en apenas veinte minutos, pero eso se lo dejamos a la Crónica Arbitral de Nilo Campo.

En el minuto 87, los que entraban al campo eran el enmascarado Rudiger y Marco Asensio, dejándoles su lugar Carvajal y Benzema. El Barcelona se lanzaba a tumba abierta a por el empate, descuidando la cubierta, como ya sabía Ancelotti, y un contraataque en el 88, conducido por Valverde, acababa con un pisotón claro de Eric García a Rodrygo dentro del área, que ni árbitro ni linier apreciaron. Tuvo que ser el VAR el que dejara clara la jugada al colegiado toreril, para que señalara el evidente penalti. Rodrygo lustró sus botas, aireó sus calcetines, siempre repletos de pólvora, y clavó un disparo, sutil pero colocado, junto al poste izquierdo de Ter Stegen, que se tiró muy bien para que la fotografía fuera más bella, pero no evitó el 3-1 definitivo. La tercera y última dentellada.

Parece que la Liga es cruel con el Barcelona también, una pena, pobre grumete, ya saben. Sin embargo, con el Madrid parece que está siendo lo que cualquier madridista desearía a estas alturas: nueve partidos, ocho victorias, un empate. Cosas del lobo de mar que hay a los mandos. En todo caso, como decía el sabio @pepo2204 en su Previa de este partido, no son más que tres puntos, tres gotas en un inmenso océano. Pero que saben a cerveza fresquita, a gambas a la plancha y a gloria. Disfruten de la alegría de lo relatado, pero no se pasen, que el miércoles el Madrid visita Elche para intentar seguir con la racha.