Una crónica de: @MiedoEscenico2
Se presentaba el Real Madrid ante su afición, ofreciendo los últimos trofeos conquistados, en el partido que suponía el debut de Tchouameni ante su público. Sábado, sol, hora de sobremesa, café, copa y puro, y enfrente, un Betis que llegaba como colíder en la clasificación liguera, y con intención de sacar tajada del Bernabéu. Ancelotti eligió para este partido una alineación razonablemente ofensiva, con Tchouameni de volante tapón, acompañado en los interiores por Modrić y Camavinga, garantía de dinamismo en la zona de creación, y con una línea de ataque formada por Rodrygo, Benzema y Vinicius Junior. Atrás, la defensa titular y Courtois, vestido de rojo, bajo los palos.
Empezó el partido tal y como podría esperarse en dos equipos con gusto por tener el balón, con el Betis buscando balones en profundidad, y el Madrid haciendo ataques algo más progresivos, con mucho tocar, pero poco asomar a la portería contraria. Hasta que, en el minuto 9, un fantástico pase en profundidad de Alaba al desmarque de Vinicius, fue finalizado por el brasileño con una preciosa vaselina superando a Rui Silva por elevación y estableciendo el 1-0. En el Betis, la siguiente mala noticia fue la lesión de Fekir, que era sustituido pocos minutos después por Luiz Henrique, que guarda cierto parecido con Amunike, qué cosas, perdonen la guasa…
En el minuto 17, un saque de banda desde el lado izquierdo del ataque bético era retrasado por Borja Iglesias, pivotando, al primer toque, para dejársela de cara a Canales, que remataba con la derecha al fondo de la red de Courtois, entre sus piernas, sin que Camavinga ni Carvajal pudieran evitarlo. Del saque de centro posterior al 1-1, sin tiempo para reproches ni tristezas, nacía una jugada a 200 km/h conducida por Vinicius, que abrió el balón a Rodrygo a la izquierda, y éste le devolvió el balón con un pase preciso y precioso, para rematar solo contra el portero, pero Vini la remató desviada, inaugurando una suerte que castigó al cuadro blanco durante toda la tarde. En un córner sacado en el 20, Tchouameni obligaba a Rui Silva a hacer un paradón a una mano, tras un cabezazo magnífico, dando continuidad a la tormenta que había decidido desatar el cuadro madridista.
Imagen: realmadrid.com
En el tramo posterior, el Betis trató de poner algo más de calma y control, y el Madrid se replegó, organizado, para poder salir a cazar espacios y ocasiones. En el minuto 24, una buena jugada individual de Vinicius fue rematada por Benzema hacia la puerta, pero un defensa bético desvió el balón a córner. Carvajal y Rodrygo, a base de azada y sudor, comenzaban a generar un surco en el flanco izquierdo de la defensa verdiblanca, y se sucedían jugadas de peligro, pero sin traducirse en el marcador en algo productivo, aunque cada vez más cerca del gol. Al otro lado, Vinicius mostraba tanto nervio al encarar como poso a la hora de decidir, en esa actitud de “falla dos, inténtalo tres” que le hace provocar pesadillas a los zagueros rivales.
Tchouameni iba a cuestas con su sierra radial aquí y allá, cortando cualquier intención del Betis de alcanzar posiciones adelantadas, y llenando su saco de balones recuperados, mientras Camavinga y Modrić iban generando pequeñas asociaciones con los jugadores de banda y ayudaban en la contención. Karim Benzema ayudaba a ligar la mayonesa y aparecía en el área con frecuencia, pero no le llegaban balones en las condiciones necesarias. El Madrid se contraía y se estiraba, pero ni siquiera la pausa de hidratación le acabó de dar la frescura necesaria para rematar algunos de sus avances. Un intento de pared entre Rodrygo y Benzema acabó con un taconazo del capitán madridista que no llegó al brasileño, interceptado por el segundo defensa que vigilaba la línea de pase, porque el primero se había comido un túnel.
Al Betis no le duraba el balón y el Madrid llegaba fácil pero sin mordiente. En el minuto 38, una falta en la frontal, cometida sobre Camavinga, fue lanzada alta por Benzema, con más potencia que colocación. Otra falta más lejana, en el minuto 43, fue lanzada por Alaba también desviada, y se veía que al equipo le faltaba un puntito de oxígeno en los metros finales. De ahí al final del primer tiempo, partido abierto, dos o tres llegadas del Madrid intentando atravesar el muro que había situado el Betis delante de su portero, siendo casi un asedio continuado, pero sin éxito en términos goleadores.
Imagen: realmadrid.com
El inicio del segundo acto mantuvo la misma tónica: el Real Madrid llegando casi al área pequeña, pero sin acabar las jugadas dentro de la portería rival: un remate forzado de Benzema, otro de Rodrygo que el francés casi metió con el culo, tras un leve roce de Rui Silva con el guante, llegadas, llegadas y más llegadas, pero sin acabar de picar el billete. Vinicius, Rodrygo, Benzema, se encontraban, combinaban, aparecían en zona de gol, pero nada. Hasta Modric se animó con un zurdazo que buscaba la escuadra y que Rui Silva desvió levemente a córner. El Betis también buscaba su botín, intentando contraataques veloces, que eran abortados con seguridad por Courtois o por errores en el remate.
En el minuto 55, una falta a Rodrygo en la frontal, cortando un contraataque, supuso otra opción para el cuadro blanco. Volvió a lanzarla Benzema, de manera indirecta, y volvió a salir alta. Camavinga alternaba maravillas con desmanes, Modrić iba perdiendo fuelle, y parecía claro que algo hacía falta para cambiar el escenario, porque un partido tan largo al cuadro blanco se le iba atragantando. Otro remate alto de Rodrygo desde la frontal fue el antecedente de una jugada en que Canales superó a Modric, abrió el balón a Borja Iglesias, superando a Alaba, y solamente la providencial llegada de Militao impidió que El Panda pudiera hacer un remate a gol. En el minuto 63, el Halcón Valverde reemplazó a Camavinga, en un acto de sabiduría de Ancelotti, porque dicen que más sabe el diablo por viejo que por diablo. Un minuto después, el uruguayo aprovechaba un pase de Carvajal al espacio, y la ponía en el punto de penalti, dándole el gol a Rodrygo, que remataba sutilmente, con sus calcetines rebosantes de pólvora, al fondo de la red.
El 2-1 pareció activar algo al Betis, pero el Madrid mantuvo la firmeza del tramo anterior, con un Militao descomunal, anticipando cada balón que le llegaba a Borja Iglesias, Alaba controlando dónde y cuándo ir, y Tchouameni comprobando su plano para estar continuamente ubicado a la perfección, con la radial al hombro. Corría el minuto 70 cuando Rodrygo remató, en escorzo, a la cruceta, y Modrić envió el remate con el exterior a escasos milímetros del poste bético. A medida que el conjunto merengue iba tomando más y más solidez, el Betis iba perdiendo la paciencia, aunque seguía intentándolo sin dejarse ir del todo.
Imagen: realmadrid.com
Decíamos antes lo de la sabiduría del diablo, y Pellegrini tampoco es precisamente joven, ni inexperto, con lo que movió su banquillo e introdujo un cambio relativamente sorprendente: retiró al lateral derecho Sabaly, que soñará con Vinicius unas cuantas noches, e introdujo en su lugar a Aitor Ruibal. El catalán, delantero de vocación, le disputó y le ganó los dos primeros duelos a Vinicius, con lo que al Madrid se le cerró relativamente su canal preferente para el ataque. Aprovechando la pausa de hidratación, Ancelotti contestó introduciendo a Toni Kroos y Dani Ceballos para sustituir a Rodrygo y a Modric, buscando más dominio del balón, y un juego menos eléctrico y más controlado. El encuentro era, en fin, como una partida de dos abueletes jugando al tute, y sacando sus cartas a medida que avanzaba la partida. Y en los últimos diez minutos, estaba por decidirse cuál de los dos se llevaría la victoria.
El Betis parecía tener el control territorial, pero los blancos salían con peligro, especialmente con cabalgadas de Valverde, recuperada su posición de extremo/interior/carrilero derecho. De ahí al final, el conjunto sevillano cargó con la responsabilidad del juego, y el Madrid se dedicó a salir con el poso que da el llevar ventaja, sin ansiedad, sino con cabeza y esperando a que se generaran huecos para crear peligro, aunque solamente sirvió para llevar el partido a su conclusión sin más movimiento en el marcador.
Es ésta una victoria que permite al Real Madrid ser líder en solitario de la Liga, con cuatro victorias en cuatro partidos, y que ha tenido como noticias una magnífica presentación de Tchouameni ante su público, siendo considerado el jugador más valioso del partido, y la sensación de que el cuadro merengue tiene que afinar más la puntería, porque hablamos de que, de 22 remates, solamente 4 fueron a portería. Hay trabajo que hacer, y mucha temporada por delante. De momento, toca viajar a Glasgow a empezar la campaña en la Copa de Europa, en busca de la que haga la número quince. Con un viejo diablo al mando, que hoy le ganó la partida a otro.