CRÓNICA | La alianza de don Tancredo y don Gerónimo: Villarreal 0 – 0 Real Madrid

Una crónica de: @MiedoEscenico2

Como decía @pepo2204 en su previa, cada cosa en su momento y, mientras los aficionados embobados andaban siguiendo la doctrina televisiva de los pedreroles y demás sobre si Benzema jugaría o no en París, Ancelotti volvía a cabrear a sus detractores y alineaba a Gareth Bale, sin vestir la camiseta del Madrid desde agosto, como titular frente al Villarreal en el Estadio de la Cerámica. Con Courtois como cancerbero, una línea de defensa formada por Carvajal, Militao, Alaba y Marcelo, un centro del campo con Casemiro, Kroos y el Pajarito Valverde, y con Asensio y Vinícius acompañando al delantero galés, el cuadro blanco saltó al campo con ganas, pero exigido.

La exigencia venía de la presión que el Villarreal ejecutaba, muy arriba, y que generaba graves problemas en la salida del balón para el Madrid, a veces por la derecha y otras por la izquierda. Poco después del inicio, Chukweze llegaba al área pequeña, pegado a la línea de fondo, tras dejar atrás a Vinicius, Marcelo, Alaba y Casemiro, pero afortunadamente su pase atrás se perdió en el limbo del área. Esos primeros minutos permitieron ver a David Alaba incorporarse al ataque con frecuencia, y esa iniciativa acabó provocando un remate de Vinicius fuera en torno al minuto 10. Al cuarto de hora de partido, la jugada más polémica del mismo: Albiol tenía la pelota en su área, se giró, vió venir al extremo brasileño, le dió el balón a Gerónimo Rulli, y le soltó a Vinicius un codazo sin rima ni razón. El árbitro, en vez de hacer el Manolete, decidió hacerse el Don Tancredo y ponerse de perfil, limitando su actuación a afearle a Albiol su agresión, diciéndole “no vuelvas a hacer eso, guarrete…”, en vez de sacarle tarjeta roja y señalar penalti, como ocurriría en cualquier campo de fútbol de Rejkavijk a Bakú. Cosas del arbitraje de este país.

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El equipo amarillo vio las orejas al lobo, y se lanzó a ocupar el territorio rival con decisión, apretando en la salida, y generando jugadas de peligro como la que acabó con un remate al palo en el minuto 18. El Madrid, por su parte, sufría para salir con la pelota controlada, con Kroos encimado continuamente, y los laterales algo imprecisos. La presión del Villarreal, pelín intensa, llevó unos minutos después a una jugada paradójica, en que Carvajal se llevó un golpe y decidió tomarse la venganza por su mano, soltando un balonazo a Lo Celso caído en el área madridista, en toda la cara. Se lió la tangana, y nuestro Don Tancredo particular decidió, salomónicamente, sacar tarjeta a Foyth (al que parecen gustarle más los líos que a un cochino los charcos) y a Militao, que había ido a detener al argentino en su acoso a Carvajal.

Cerca de la media hora, un buen contraataque conducido por Valverde y gestionado por Kroos acabó con Vinicius mandando fuera el remate, intentando emular los que a veces nos regala el añorado Karim Benzema. Al minuto de este ataque de nostalgia, vio la tarjeta amarilla Asensio por un pisotón accidental a Iborra. Un blanco perfecto para que los medios desvíen la atención del codazo de Albiol, ya saben. Se hablará más del pisotón que de lo otro. Un disparo duro y bien dirigido, en el minuto 37, obligó a Courtois a emplearse a fondo, en el único remate a puerta del Villarreal en toda la primera parte. Pero, al menos, era un remate a puerta, porque la verdad es que el Real Madrid aún no había hecho ninguno hasta ese momento. Cinco minutos después, apareció el Expreso de Gales. Un balón en largo a la espalda de la defensa, un desmarque de ruptura, y Gareth Bale echando humo, de pronto, tras un buen control, delante de Gerónimo Rulli. Que, con su brazo, consiguió desviar el remate del galés, impidiendo así que el Madrid aprovechara casi su única ocasión de la primera parte.

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De ahí al descanso, partido de ida y vuelta, con otra amarilla, esta vez para Bale, en el descuento, y otro golpe, esta vez de Parejo, a Vinicius, antes del saque de una falta, que solamente sirvió para que Don Tancredo jugara a pacificador del desierto, una vez más sin tomar decisión alguna al respecto. No me pregunten cómo fue posible que el equipo que hizo solamente tres faltas, en los 49 minutos que duró el primer tiempo, viera tres tarjetas amarillas, y que el rival hiciera seis faltas y sólo viera una, debida simplemente a las ganas de reyerta de uno de sus jugadores. Vinicius había estado recibiendo faltas de manera continuada, unas pitadas y otras no, dos guantazos en la cara, y el pobre chico no daba crédito a lo que veía.

El regreso del descanso trajo, sin embargo, otro partido. El Real Madrid salió dispuesto a mandar, y apenas tardó cuatro minutos en generar la primera ocasión, con un remate de Marco Asensio que salió alto. Un par de minutos después, Vinicius recibió el balón con espacio por delante, tras una transición rápida, y Albiol se vio obligado a hacerle una nueva falta y, esta vez sí, ver la tarjeta. Tras un remate a las nubes de Lo Celso, Bale conseguía robar un balón en la salida del equipo amarillo, y lanzaba un torpedo duro y colocado, aunque centrado, que Rulli conseguía desviar con la punta de los dedos lo suficiente como para que tocara en el larguero y saliera fuera.

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El galés empezaba a aparecer en el frente de ataque, y dos minutos después, regalaba a Vinicius un pase que el brasileño, quizá pensando en garotas de Copacabana, o en los colegas de Miami, remató al muñeco incomprensiblemente. El Madrid iba ganando centímetro a centímetro, y generaba peligro continuamente, ya fuera por los escarceos de Vinicius, los centros de Marcelo, o la presión de Valverde. En todo ese despliegue ofensivo, aparecía un lunar evidente: probablemente el de hoy ha sido el partido más desastroso de Dani Carvajal en ataque, sin conseguir poner un solo centro acertado; unos cortos, otros largos y todos acabando en recuperación de los amarillos.

En el minuto 64, un gran pase de Vinicius permitió a Bale entrar hacia la portería y, ante la salida del portero y la presión de dos defensas, rematar con el exterior de su zurda. La consiguió tocar levemente el cancerbero y, antes de que acabara dentro de la portería, la despejó definitivamente Foyth. Poco después, un fuerte remate de Toni Kroos también tuvo como destino los guantes de Don Gerónimo, que defendió su arco como si estuviera jugando la final del Mundial para la albiceleste. A falta de un cuarto de hora para el final, un Bale reactivado dejó su puesto a Luka Jovic, y poco después, un extraño despeje o cambio de juego, qué se yo, de Marcelo, desde la banda, estuvo a punto de colarse por la escuadra de Courtois, pero el belga estuvo diligente y sacó una manopla salvadora.

Imagen: realmadrid.com

Con el campo inclinado hacia la portería del submarino amarillo, tocado pero no hundido, Ancelotti hizo cuatro cambios en cuatro minutos, ordenando entrar a Rodrygo, Modrić, Hazard y Nacho en lugar de Asensio, Valverde, Vinicius y Marcelo, respectivamente. Curiosamente, esta monumental modificación de la alineación deparó unos minutos de vuelta de control del partido y la iniciativa por parte del Villareal, con una parada sencilla de Courtois tras un remate flojo y rebotado en un defensa blanco. En el tramo final, lo más destacable fue que Casemiro demostró un cariño propio del Día de los Enamorados, abrazando a un rival y viendo tarjeta por ello, y una doble ocasión final del conjunto madridista: Jovic, frente a frente con Rulli, tras un fantástico pase de Hazard, intentó una vaselina que salió rechazada por el larguero, y el rechace posterior fue rematado por Nacho con un derechazo duro y seco, que Estupiñán sacó bajo palos. Y el marcador del partido acabó como empezó, con empate a cero, pero la sensación de que, entre Don Tancredo y Don Gerónimo Rulli, se las habían apañado para evitar una victoria merecida de los blancos.

Ahora ya sí que queda por delante, como principal objetivo, el sacar un buen resultado en el Parque de los Principes, y la sensación, a pesar del resultado, es que poco a poco van entrando en dinámica de juego algunos jugadores que, hasta este momento de la temporada, han tenido un papel entre residual y ausente. Vienen días de comentarios de prensa y televisión hablando de la falta de gol del Madrid, del pisotón de Asensio, pero, afortunadamente, los aficionados estamos más que acostumbrados a leer y escuchar tonterías, y nos dan igual. Es el precio de ser del mejor equipo del mundo, ya saben.