Una crónica de: @MiedoEscenico2
Esta noche llegaba el Madrid a Bérgamo en la peor situación posible para enfrentarse a una Atalanta temible en muchos aspectos. Zidane había tenido que volver a llevarse a media guardería, incluyendo a Chust, Miguel, Blanco, Arribas y Hugo Duro en la convocatoria, por la tremenda plaga de lesiones que asola a la plantilla madridista. Así que salió casi con lo único posible, visto lo visto: Courtois bajo palos, Lucas Vázquez en el lateral derecho, Varane y Nacho como centrales, Mendy por la izquierda, un centro del campo con Casemiro, Kroos, Modrić e Isco, y arriba Asensio y Vinicius. La salida de inicio de Isco disparó la activación de nuestros agonías favoritos en las redes sociales, por aquello de la foto junto al Audi que alguno trucó con Photoshop y que le hacía parecer el padre de un Hell Angel cervecero.
Mentiría si dijera que quien estas líneas escribe es un gran fan de Ferland Mendy. Pero, en días como hoy, uno no tiene inconveniente en bajarse del burro y admitir que le encanta haber visto la carrera alocada que ha iniciado tras marcar su gol, o la sonrisa infantil que asomaba a su cara, mientras declaraba, tras el partido, que no se podía creer lo que le había pasado. Aunque tenga el cuerpo de un cyborg, aunque nos parezca lejano por ser de otro país, con genética de otros continentes, ya es imposible no querer perdidamente a Ferland Mendy e incluirle como uno de los nuestros, uno di noi. No se puede ser tan hater como para no ser madridista y valorar esa sonrisa de niño, repleto de ilusión, como lo más blanco de la noche de hoy. Porque, desde hoy, debería declararse el 24 de febrero como Día Internacional de la Sonrisa de Mendy.
Empezó el partido como se esperaba: una presión del Atalanta selectiva, pero incisiva, intentando entorpecer la salida de balón del Real Madrid, y un equipo blanco tranquilo, pausado, imperial, sacando el balón jugado con oficio, superando las líneas de presión italianas, pero con dificultades serias para conectar con los dos de arriba, Asensio y Vinicius, algo abandonados a su suerte. Sin embargo, la presión transalpina se encontraba con una línea de medios conformada por Casemiro, Kroos y Modrić, ayudados por Isco, y apoyados desde las bandas por Lucas y Mendy, que se sobreponía a los zarpazos de los neriazurri con pases cortos y precisos. Los de Gasperini empezaron a ver que aquello no iba a ser tan sencillo como contra otros equipos, porque el Madrid hacía valer algo evidente: sus centrocampistas manejan el balón como Dios, y eso desactiva la presión casi siempre.
Imagen: realmadrid.com
Pasó un cuarto de hora así, con el Madrid pasando menos problemas de los esperados por las casas de apuestas, y creando menos dificultades de las deseadas a los italianos, cuando llegó, en el minuto 17, una de las jugadas clave del partido. Me van a permitir relatar la jugada desde el inicio, para que puedan entender lo que estaba pasando en el campo, si no les importa. Atacaba Duván Zapata por la banda izquierda del Atalanta, y le salieron a la presión Nacho, Modrić y Mendy, con Casemiro esperando detrás y Kroos atento. Le entró Modrić, le entró Kroos, se tiró Mendy, y recuperó el balón el Madrid; a partir de ahí, la sucesión de pases, yendo desde la izquierda a la derecha, y otra vez a la izquierda, fue esta: Kroos, Isco, Modrić, Casemiro, Asensio, Lucas, Casemiro, Mendy, Isco, Kroos, Modrić, Kroos, Casemiro, Mendy, Isco, Vinicius. Dieciséis pases.
Después de tal meneo, 40 segundos jugando al primer o segundo toque, Vinicius jugó, de primeras, al descomunal boquete que Isco había abierto entre los centrales y hacia el que avanzaba Ferland Mendy a toda velocidad, con su cuerpo mitad robótico, mitad humano. Sólo así se puede explicar que uno de los medios de la Atalanta, Freuler, tuviera que llegar forzado a la frontal de su propia área y hacer una falta evidente a un Mendy que se iba como un torpedo nuclear a buscar la portería y el 1 contra 1 frente a Gollini. El árbitro alemán, vista la falta y la situación, no dudó en señalarla y mostrar la tarjeta roja al medio centro suizo. Probablemente, a pesar de que desde diferentes medios de comunicación, opinadores y tertulianos tratarán de convencer al lector de que la expulsión era rigurosa o que, directamente, no debía serlo, confiamos en el criterio de quienes leen las páginas de El Diario de Mou como para ser conscientes de que son exactamente los mismos veletas que calificaban de evidente esta medida cuando la sufrió Eder Militao hace unas semanas, en una situación algo más dudosa. Que no os engañen, cojones. Era roja y punto.
A partir de ahí se abrió un partido algo diferente. El Atalanta todavía trató de lanzar algún zarpazo, pero el Madrid mantuvo su aplomo, disolvió las posibles llegadas de los de azul y negro con oficio, siendo especialmente destacables la capacidad de Nacho para hacer de todo, y prácticamente todo bien, y la integración de Varane con su brazalete, que aunaba los galones de capitán, general y mariscal, todo en uno, especialmente en los balones aéreos. La expulsión le hizo más fácil la vida al Madrid, pero dejó al árbitro con cierta culpa no muy asumida y, a la primera ocasión que hubo, una extraña jugada en que Zapata cayó al suelo tras un cruce con Casemiro, nuestro armario brasileño favorito vio la tarjeta amarilla, y eso le anunció que no participaría en el partido de vuelta.
Imagen: realmadrid.com
Llevaba el partido apenas media hora, y a Gasperini ya solamente le faltaba que le saliera una amanita faloides en la frente: Duván Zapata, ese torpedo colombiano que en la temporada anterior se hinchó a meter goles, caía lesionado, y tenía que ser relevado por Pašalić, el medio centro suplente que devolvía al equipo su estructura defensiva, a cambio de perder prácticamente cualquier opción en ataque. La flor de Zidane, decían algunos, era un auténtico macetero, a tenor de lo que estaba pasando en el césped. Lo cierto es que, con un once de circunstancias, el equipo blanco, desde ese cambio, ocupó el campo rival y desarrolló, a partir de ahí, diferentes maneras de intentar llegar a la portería de Gollini.
Sin embargo, había un dato que había pasado desapercibido cuando se hablaba del equipo de Bérgamo en los análisis habituales. En esta edición de la UEFA Champions League, los de Gasperini han ganado sus tres partidos fuera de casa (uno de ellos al Liverpool de Klopp), sin encajar un solo gol. Así que ese halo de equipo ofensivo y kamikaze, hurtaba por debajo otra realidad: es un equipo que, puesto a cerrar caminos a su área, sabe hacerlo, digan lo que digan los analistas calvos. Y precisamente a eso se dedicó durante todo el resto del partido. Los tres centrales, junto con los dos medios centros y la ayuda del supuesto media punta, cerraban los portones centrales. En las bandas, los carrileros, ayudados por el central de su lado, más un centrocampista, seguían machaconamente persiguiendo, por este orden, el hombre, al balón y al espacio.
Así que, desde ahí hasta el descanso, el Madrid remató tres veces fuera, y en otras tres ocasiones la barricada humana de la Atalanta se interpuso para mandar el balón lejos o a córner, con los blancos cada vez más volcados. Un cabezazo tierno de Asensio en el minuto 40 y otro remate de Casemiro, tras centro de Kroos, en el minuto 46, fueron el testimonio de que el equipo merengue estaba inmerso en un pulso, en que poco a poco iba venciendo la resistencia de su rival, pero no lograba hacerlo del todo.
Imagen: realmadrid.com
Tras la vuelta del descanso, no vamos a esconderles la realidad: la Atalanta no remató una sola vez hasta el final del partido. Ni a puerta, ni fuera, ni nada. El cuadro madridista se quedó con el balón, con la iniciativa y con las oportunidades. El problema es que el cuarto de hora de oxígeno a la Atalanta le ayudó a recuperar oxígeno y fuerzas para desactivar el juego blanco, que tampoco andaba sobrado de pólvora sobre el césped. Por resumir el transcurso de la segunda mitad, el Madrid remató once veces, seis de ellas fueron despejadas o rechazadas por defensas, y tres de ellas acabaron fuera. Entró Mariano por Vinicius antes de la hora de partido, pero no sabemos si fue peor. El Atalanta se cerró más, y el ariete no ayudó demasiado, en su línea, alocado y poco productivo. Para el último cuarto de hora, Zidane decidió meter a los chavales, Arribas y Hugo Duro, porque Asensio estaba desaparecido (otra vez) e Isco ya había dado todo lo que tenía.
Por cierto, el partido de Isco no fue tan malo como dicen sus haters, ni tan estupendo como para ser diferencial. Pero hay que reconocerle que dio al partido lo que el Madrid necesitaba, y que entiende el fútbol mejor que otros que tiene alrededor, y ahí lo dejo. El caso es que, al igual que en la primera parte, el Madrid fue poco a poco erosionando la defensa italiana, desgastando poco a poco la resistencia de los de Gasperini. Antes de irse, Asensio dejó, en el minuto 72, el primer remate del Madrid a portería en la segunda parte, en una falta directa lanzada con suavizante, lo cual da idea de que tampoco es que los blancos crearan grandes oportunidades. Lo que está claro es que la prioridad era echar el cierre atrás y así lo hizo.
El otro disparo a puerta llegó en el minuto 86. Kroos sacó un córner en corto para Modrić, que amagó el centro y la cedió a la zona frente a la frontal del área, donde llegaba Ferland Mendy. El lateral francés hizo un control orientado con su pierna derecha y, mientras sus circuitos de cyborg procesaban la posición y la distancia, con la misma pierna, le pegó al balón con un efecto magnífico, y la colocó pegada al poste y dentro de la portería de Gollini. Un auténtico golazo. Algún idiota les dirá que era la pierna mala. No se crean tonterías. Lo que valió fue la sonrisa de Mendy, amigos, qué sonrisa.
Imagen: realmadrid.com
El 0-1 supuso un breve arranque final de orgullo de la Atalanta, pero poco duradero y nada efectivo. El caso es que se llegó al final del partido con el 0-1, y que el Real Madrid es el único equipo español que ha ganado en la ida de octavos en esta competición, después de ser el único que fue primero de grupo. Y que el partido de vuelta será a mediados de marzo, esperamos que con algunos jugadores recuperados de sus lesiones, aunque, eso sí, sin Casemiro. Pero también es importante recordar que los italianos no podrán contar con Freuler. Y que, allá por Valdebebas, esperamos que esté también esa sonrisa que nos ha convertido hoy al Ferlandismo Absoluto.
RESULTADO FINAL
Atalanta, 0 – Real Madrid, 1
GOLES
0-1 86’ Mendy (asistencia: Modrić)
REAL MADRID
1 Courtois
17 Lucas Vázquez
5 Varane
6 Nacho
23 Mendy
14 Casemiro
8 Kroos
10 Modrić
22 Isco (34. Hugo Duro, min. 76)
11 Asensio (30. Arribas, min. 76)
20 Vini Jr. (24. Mariano, min. 57)
ARBITRAJE
Tobías Stieler (Alemania)
Mostró tarjetas por el Real Madrid a Casemiro (min. 23), que se perderá el partido de vuelta, y Mendy (min. 55).