Una crónica de: @MiedoEscenico2
Decíamos al final de la crónica del partido anterior… “que a un equipo le baste con defenderse ordenadamente para empobrecer así el rendimiento blanco es un problema grave para poder ganar una Liga, que se ganan en los campos de los equipos pequeños”, y que era evidente que faltaban soluciones. En el partido de las semifinales de la Supercopa de España que le enfrentaba al Athletic de Bilbao volvió a repetir bastante de lo mismo.
Llegó al final del partido bombeando balones al área, donde esperaban Mariano, entrado a falta de dos minutos para el 90, y Ramos, que ya había abandonado las tareas defensivas hacía un rato, con el mismo resultado de otras veces: ninguno. Los centros desde los lados, demasiado frontales porque nadie llegaba –ni intentaba llegar- a la línea de fondo para ponerlos, morían en los continuos despejes de la defensa rojiblanca. Vinicius desde la izquierda y Casemiro o Lucas desde la derecha ponían balones como el que tira papeles arrugados a un cesto, mientras los centrales del Athletic coleccionaban despejes. Concretamente, veinticuatro veces en los veintisiete centros que hizo el Madrid a lo largo del partido.
Un cuarto de hora antes del final, tras una espera desesperante, el VAR había confirmado el 1-2, en que Benzema remataba en boca de gol una dejada de Casemiro de cabeza, tras un toque del defensa rival, que rompía el fuera de juego. Llegaba el gol tras una sucesión de oportunidades en que Asensio, por segunda vez, levantaba astillas del larguero, en un remate que Unai Simón desvió levemente con la punta del guante. Ya saben, la puta flor que decían, y que se lleva mal con el hecho de que el equipo blanco lleve 42 goles en lo que va de temporada y, con éste, 20 remates a los palos. El Madrid tenía ocupado el campo del Athletic, buscaba huecos y espacios, pero no conseguía generar oportunidades verdaderamente claras.
Imagen: realmadrid.com
Unos minutos antes, Zidane había intentado cambiar algo el panorama del partido introduciendo a Valverde y Vinicius en los puestos de un Modrić ya casi sin gasolina y un Hazard mejor que en días anteriores, pero todavía lento y poco dado a jugar al primer toque. Hasta esos cambios, el Madrid había seguido buscando la portería bilbaína, pero con poca fortuna, especialmente en una buena jugada en que combinaron Mendy, Kroos, Hazard y Asensio, con remate de este último al palo, con todo a favor para marcar gol, en el minuto 62. Llevaba el Madrid desde la vuelta del descanso intentando compensar la desventaja, pero el Athletic, entre la presión que hacía desde la salida, y las dos líneas que plantaba, muy juntas, delante de su área, no permitía que el Madrid rematara a puerta.
Tras el descanso, había entrado Nacho al terreno de juego sustituyendo a Raphael Varane, al parecer con molestias ya desde el inicio del partido. El cuarto de hora final de la primera parte había venido marcado por la incapacidad del Real Madrid para generar ocasiones y un penalti bastante claro, además de estúpido, cometido por Lucas Vázquez en el minuto 37, y que Raúl García había marcado con un remate duro, estableciendo un 0-2 que parecía insalvable, vista la inoperancia del Madrid en términos ofensivos hasta ese momento. Es un hecho que, al igual que en otros partidos el rendimiento del gallego había sido de un nivel alto, hoy hay que decir que tuvo un día aciago, y suyos fueron los dos errores que condenaron al equipo. Puestas en perspectiva, son dos acciones que no suponen grandes riesgos si las comete un extremo en su posición, pero resultan letales si un lateral comete ese tipo de errores.
A esas alturas, al Real Madrid ya le había entrado esa extraña ansiedad de los últimos tiempos al verse por detrás en el marcador, que le convierte en un equipo previsible y plano. El gol que había marcado Raúl García en el minuto 18, tras el segundo pase erróneo de Lucas Vázquez en la salida del balón, había hecho al madridista otra vez un equipo impaciente y, al mismo tiempo, repetitivo. El Athletic se limitaba a cerrar atrás todos los espacios y dejar a los blancos acercarse por los lados. Mendy y Lucas eran eliminados en el uno contra uno, ambos carentes de los recursos y el talento suficiente para desequilibrar, y el apoyo de Hazard y Asensio, o de los centrocampistas, no daba para obtener ventaja por los lados.
Imagen: realmadrid.com
La verdad es que no había empezado mal el partido, intensos los dos equipos en la presión arriba, con alguna ocasión para el Madrid, como un disparo seco y duro de Modrić, que había neutralizado Unai Simón con ciertas dificultades, así como un remate de Hazard que salía desviado por el portero vasco. Mientras tanto, el Athletic también tenía sus opciones, con algunas llegadas peligrosas, en salidas al contraataque veloces y buscando sangre.
En su línea de los últimos tiempos, Zidane había prescindido de las rotaciones para el partido de esta noche en La Rosaleda, y presentaba el mismo once que había empatado a cero en El Sadar. La duda que queda es que si, con aquel equipo inicial, se percibieron problemas de creatividad, de fluidez en el juego, de creación de oportunidades de peligro, de encabezonamiento en hacer centros al área con el rival cerrado, en resumen, de un fútbol vulgar y previsible, no se entiende que el francés haya insistido en el error, y haya vuelto a verse a un equipo con un encefalograma plano en ataque, con muy pocas alternativas.
La eliminación en semifinales de la Supercopa ubica al Real Madrid en una situación relativamente peligrosa. Fiarlo todo a otras competiciones que no sean la Liga no parece muy sensato, dada la dificultad que está exhibiendo el equipo para imponer un estilo de juego que le permita dominar de verdad y llevar a los partidos donde quiere. Limitarse al sacrificio defensivo y tratar de aprovechar detalles de calidad en ataque para ganar los partidos es una cosa muy simeónica, pero poco zidanesca. Funcionó la temporada pasada para ganar la Liga, pero los tiempos cambian, los equipos cambian, y las circunstancias también. Hoy ese juego no valió para ganar en Pamplona ni vale, evidentemente, para remontar un resultado en contra. En lo que va de temporada, ha ocurrido ya varias veces. Y solamente en el partido de Moenchengladbach el equipo se sobrepuso a un marcador adverso, remontando en los últimos 5 minutos para empatar.
Imagen: realmadrid.com
Decíamos hace tiempo, en un artículo sobre Zinedine Zidane, que había edificado el éxito de aquel equipo que ganó tres Copas de Europa seguidas, sobre una característica clave: lo imprevisible. Los defensas atacaban, el delantero centro no marcaba tanto como otros, había un movimiento continuo, el equipo era asimétrico y jugaba a cosas diferentes durante el mismo partido. El mayor problema, a día de hoy, de este equipo, parece ser evidente: cualquier rival sabe lo que tiene que hacer para desactivarle, porque tiende a hacer siempre lo mismo, y sus elementos hacen, por lo general, lo que se espera de ellos. Hay muchos cerrajeros, pero pocos futbolistas tienen las llaves para abrir defensas cerradas. Y no nos referimos a bombear balones al área para intentar que Ramos o Mariano los rematen. Se llama talento, Zinedine. Saes.
RESULTADO FINAL
Real Madrid, 1 – Athletic de Bilbao, 2.
GOLES
0-1 18’ Raúl García
0-2 38’ Raúl García (penalti)
1-2 73’ Benzema (asistencia: Casemiro)
REAL MADRID
1 Courtois
17 Lucas Vázquez
5 Varane (6. Nacho, min. 46)
4 Sergio Ramos
23 Mendy
14 Casemiro
8 Kroos
10 Modrić (15. Valverde, min. 67)
7 Hazard (20. Vinicius Jr., min. 67)
9 Benzema (24. Mariano, min. 88)
11 Asensio
ARBITRAJE
Martínez Munuera (Comité Valenciano)
Mostró tarjetas a Lucas Vázquez (min. 37) y Kroos (min.83).