CRÓNICA | Baño y masaje: Real Madrid 2 – 0 Atlético de Madrid

Una crónica de: @Datemus

Es un poco injusto que el calendario no nos deje disfrutar, sin preocupaciones de ningún tipo, de la clasificación europea, obtenida tan brillantemente hace sólo tres días. Sobre el mismo césped, para bien o para mal, nos íbamos a jugar una parte importante de nuestras opciones en el campeonato nacional de Liga, en uno de los derbis más complicados de los últimos tiempos.

Primero, porque el Atléti comparecía hoy muy arriba en la tabla, con una importante ventaja sobre el Madrid, susceptible de acrecentarse y tornarse muy cómoda de llevarse los de El Cholo los tres puntos del Di Stefano. Segundo, en lo futbolístico, los colchoneros llevan una década haciendo de cada enfrentamiento con ellos un verdadero sufrimiento. Este año, por si fuera poco, parece que el equipo ha ganado en potencial ofensivo, lo que exige sumar al tradicional esfuerzo en ataque, una aplicación en defensa que no parecía tan necesaria en campañas anteriores, cuando nuestros vecinos formaban con delanteros de un nivel algo inferior.

Así que con las ganas típicas de derbi, nos pusimos a esperar el once de Zidane. Los mismos que contra el Gladbach si exceptuamos a Rodrygo, que cedía su puesto a Lucas Vázquez para que el gallego, dejara a su vez la posición de lateral derecho a Carvajal. Francamente, no sorprendía que Lucas y Carvajal formaran de inicio por la derecha, pero sí tal vez que Rodrygo fuera el sacrificado. Ahí había más dudas dada la fantástica exhibición del paulista en el encuentro de Champions.

Sea como fuere, ahí empezaba ese 4-3-3 con la duda, o más bien el temor, que tan acertadamente apuntaba @MoniTeje en nuestro grupo de whatssapp, @luismanper en su Previa y @MiedoEscenico2 en su Videoanálisis, de si tendríamos suficiente presencia en el mediocampo para poder apoderarnos de él.

Imagen: realmadrid.com

Y el hecho es que cuando el Madrid está bien físicamente, y los exteriores se suman a la línea de tres, la respuesta es más que satisfactoria. El equipo fue a adueñarse de la medular con mucha personalidad desde el primer pitido. El Atléti, planteó el encuentro buscando el orden atrás. La presión sobre la defensa madridista se reservaba a los saques de Courtois, tanto con el pie como con la mano. En los demás casos, los rojiblancos esperaban atrás, con las líneas muy juntas y casi anexas a la frontal del área.

Estas situaciones, hace algunos partidos, se le atascaban al Madrid más que el Puerto de Navacerrada en fin de semana de nieve. Sin embargo, las cosas han cambiado, y mucho. La posesión volvió a traducirse en una circulación de pelota rápida. Los unos jugadores no dejaban de correr para dar apoyos y alternativas a sus compañeros. La banda derecha se hizo especialmente acreedora del protagonismo y con Lukita Modric catapultando grandes pases y desmarques por esa zona, Carvajal y Lucas Vázquez empezaron a brillar y a pisar con peligro el área rival. Lo peor que le podía pasar al Atlético es que el mejor jugador de Real Madrid, Karim Benzema, tuviera una noche inspirada y se asociara con sus otros tres compañeros en estado de gracia, iluminado por esas musas de las que es su favorito.

Cuando el Madrid la perdía, con un Case un poco indeciso, o más cerca de la meta contraria, el equipo corría a presionar más bien arriba que abajo. La defensa se situó sorprendentemente adelantada, de diez a quince metros por delante de la frontal, con Courtois jugando de hombre libre, más cerca de la línea del área que de la portería. Si el Atléti intentaba buscar a Joao Felix para enviar balones a los delanteros, el equipo mordía en esa zona del campo, con Lucas Vázquez, Modric y Carvajal sobresalientes sin la pelota también.

El Madrid tenía la pelota y atacaba muchísimo. Llegado el 9’, llegó el primer aviso serio, como no, por la banda derecha. Lucas Vázquez, espectacular en la recuperación, robó la pelota, cedió rápido a Carvajal remontando la línea de fondo para que éste a su vez, cediera atrás a Benzema, que envió la pelota al palo en un zurdazo espectacular con Oblak totalmente batido.

Imagen: realmadrid.com

Cinco minutos después, en el 14’, Lucas Vázquez, el señor de la banda derecha, en su cuarta o quinta entrada por esa zona a esas alturas tan tempranas del encuentro, cede atrás y la defensa envía a córner. El saque es botado por Kroos, que pone un balón espectacular a un Casemiro más sólo que la una. El brasileiro realizó un remate de cabeza espléndido, con la pelota de arriba abajo, muy potente y ceñida al palo. Oblak no pudo hacer absolutamente y, el 1-0, venía a poner justicia a un gran primer cuarto de hora del Madrid. Mientras se escriben estas líneas, escucho a Zidane decir en Real Madrid Televisión que la jugada estaba estudiada por vídeo, aunque no muy trabajada en el campo por falta de tiempo. Uno se sorprende de la franqueza de algunas declaraciones. Ojalá se hablara tanto y tan bien de fútbol siempre.

El gol no cambió nada. Los merengues estaban completamente confortables con su aplastante dominio mientras que los colchoneros, ni se asomaban por el área local. Los blancos le quitaban la pelota con extraordinaria facilidad, si es que así puede decirse de los errores rivales provocados por una presión trabajada con tanta generosidad. Por poner algunos peros, si es que está la noche para ellos, señalar que el equipo no salió a la contra con peligro en los robos y que la banda izquierda no tenía, ni de lejos, la misma profundidad que la derecha. Mendy jugó en una posición muy extraña, tal vez demasiado adelantado, y los pocos espacios que tenía Vinicius terminaban por anegarse con el protagonismo ofensivo que reclamaba el francés. Nunca dobló por fuera a su compañero y mucho menos por sorpresa, facilitando la acumulación de jugadores rivales en esa zona. Tampoco fue la noche de Vinicius en las pocas acciones en que le llegó el balón de cara y con la oportunidad de jugar uno contra uno. Y enlazando con la actuación del carioca hemos de hablar de Mateu la Hoz, que dejó atizar a los visitantes a placer pero que no pasó ni una a los locales. Vinicius tampoco se libró, y fue objeto de una acción fea al límite del descanso que el colegiado no quiso parar a tiempo. No obstante, tras la licencia de entrar en analizar la actuación arbitral, la tradicional recomendación de acudir al juicio y sapiencia de Nilo, @cubelas13, que en esta misma casa os ofrece la Crónica Arbitral.

El Cholo no podía sufrir el baño a todos los niveles, táctico y de ejecución, que los jugadores de El Hombre que Empataba con La Roda le estaban dando, e introdujo en el descanso una serie de cambios: Lodi por la izquierda en detrimento de Carrasco, completamente desparecido, Felipe por Lemar, buscando más ventaja en el mediocampo y Herrera por Correa, confiando en un mayor poder ofensivo.

Poco o nada cambió el cuento. El Madrid se adaptó al nuevo dibujo de su rival y a su intento de presionar más arriba y con más agresividad. Si acaso, Joao Felix incrementó su participación en la medular y generó más juego él sólo que todos sus compañeros en los primeros 45 minutos.

Imagen: realmadrid.com

La primera gran ocasión fue, de nuevo, local: a los cinco minutos de la reanudación, en otro robo merengue arriba, Karim cedió un balón genial a Kroos, que entraba desde la frontal para encarar a Oblak completamente sólo. Correa le derribó sobre la línea de la frontal, quizás 2 cm fuera o 3 cm dentro, con el rosarino un metro fuera, eso sí. Mateu no lo dudó y, en línea con toda su actuación, favoreció con su decisión al bando visitante. La falta fue sacada por Ramos contra la barrera.

En el 54’, llegó la primera gran ocasión del Atlético en el partido. Llorente se desmarca por la derecha, recibe en profundidad y pone un gran centro entre Courtois y la defensa. La pelota se pasea por la línea de gol hasta llegar al segundo palo, donde Lodi remata fuera una excelente oportunidad. La jugada es de las clásicas del Atleti. Para los que no hayan visto el partido, similar al desmarque y pase de Gabi con remate de Carrasco en el empate de la Undécima. Esta vez, por fortuna, no encontró portería.

Cinco minutos después, en el 59’, el Cholo, en uno de esos cambios suyos llenos de polémica y que soliviantan a un sector cada vez mayor de la parroquia del Metropolitano, sustituye a Joao Felix por Saúl. El portugués se marchó con cabreo monumental que pagó pateando el respaldo del asiento de delante. No se preocupen, que la prensa se ocupará de aplicar toda clase de bálsamos a la situación sin descuidarse de ungir a su gran Cholo Simeone. El cambio restó capacidad de creación en la medular del Atleti, y favoreció más aún el trabajo del cuadro local.

Tres minutos después, en el 62’, Mendy es objeto de falta por Llorente. Kroos saca la falta y la defensa despeja de cabeza a unos cinco metros de la frontal, donde se encontraba Carvajal. No sé si a Dani se le pasó por la cabeza que estaba jugando un derbi sobre uno de los campos del complejo del que puso la primera piedra junto con D. Alfredo, o tal vez el partidazo que estaba realizando tras su lesión, o el legendario palmarés que ya tiene a sus espaldas, pero el hecho es que se sacó su gigantesca personalidad de la chistera para empalmar de primeras, de empeine exterior, un cañonazo seco que se fue contra el palo. La pelota rebotó de ahí contra la espalda de Oblak, que ya había aterrizado de su vuelo hacia un despeje imposible, y se fue para dentro, haciendo justicia a todo menos a la autoría del gol. Y es que no recuerdo yo que el de Van Basten de falta en el Bernabéu se lo dieran a Buyo en propia puerta. Normas estúpidas para unos tiempos infestados de estupidez.

Imagen: realmadrid.com

Con el Madrid muy cómodo en el campo, la figura de Mateu volvió a surgir para mantener a flote a los colchoneros, en dos acciones consecutivas, en el 72’ y en el 73’, con las que se convirtió en el mejor de los de Simeone a esa altura del encuentro. La primera, una falta de libro a Vinicius tras un gran desborde del carioca que decidió no sancionar. La segunda, al perdonar la segunda a Savic por una dura patada por detrás a Karim en el mediocampo.

En el 78’, Zidane retiró por precaución a un Carvajal que cuajó un gran partido en su reaparición. En su lugar entró Rodrygo, que desplazó a Lucas Vázquez al lateral derecho. Por su parte, Marco Asensio sustituía a un Vinicius cansado, luchador, pero desacertado ofensivamente. A pesar de todo, los cambios no se notaron mucho, ni siquiera para bien. Si algo se puede decir es que empezó a llegarnos más peligro desde nuestra derecha, donde Lodi tuvo sus primeras oportunidades para crear peligro. En el 79’, un desajuste defensivo entre Rodrygo y Lucas Vázquez fue aprovechado para que el lateral brasileño se internara sólo y pusiera un gran centro al segundo palo. Allí remató Saúl de cabeza con Courtois muy bien posicionado, extraordinariamente concentrado para tapar el espacio en su palo, lo que le permitió repeler a córner el único remate peligroso del Atlético entre los tres palos.

Tres minutos después, en el 82’, Casemiro pareció querer poner emoción en los minutos finales, y entregó a Lemar una pelota en la frontal de nuestra área. El disparo del galo desde una posición muy peligrosa salió, sin embargo, demasiado elevado.

Cinco minutos después, en el 87’, se produjo otra gran noticia. Un Luka Modric en plena segunda juventud, que jugó 180 minutos de los de máxima exigencia en tan sólo tres días, pareció salir lleno de acné del campo para dejar su puesto a nuestro Pajarito Valverde, un charrúa nacido para vestir nuestro escudo. Segunda reaparición tras lesión en el día de hoy.

Imagen: realmadrid.com

El partido nos iba a dejar, en el 89’, una última genialidad de un impresionante Benzema. Debió de parecerle poco haber llenado el encuentro de maravillosos lienzos de todos los estilos: del Cinquecentto al Manierismo, al Barroco, al Romanticismo y de ahí, a una jugada en la que, rodeado de contrarios en la frontal, deteniendo el tiempo con su composición, su luz, su elegancia y su sangre fría, detectando el desmarque de Lucas Vázquez a su espalda sólo Dios sabe cómo, esperó hasta que el gallego le dobló y se la entregó con la precisión de un relojero suizo. El canterano del Madrid la pegó, un poco escorado, de empeine y Oblak la desvió demostrando por qué es uno de los mejores porteros del mundo. Una lástima que conjurara el gol en una jugada tan bonita.

Con esta acción se llegó al final de un gran partido del Real Madrid. El derbi en el que tal vez menos hayamos sufrido de la última década. El club en crisis permanente ha cosechado una gran victoria sobre el equipo del entrenador más mediático y mejor pagado del mundo, por eso de los equipos pobres y ricos que tanto le gusta (o quizás, le gustaba) a él como argumento que todo lo explica. Zidane, este hombre denostado incluso desde un sector de cierta envergadura de la parroquia blanca, ha vuelto, Dios sabe cómo, a salvar otro matchball  y a remontar el vuelo de una plantilla en caída libre. Bueno, hay algunas cosas que no se nos escapan: un once base con los jugadores que más aportan y suspender las rotaciones de hasta cuatro futbolistas de los que están, hoy por hoy, para pocos trotes. También ha recuperado la solidez defensiva y la presión agresiva en el área rival, cimentadas en un estado físico que iba a más en el último mes. Pero lo que más me admira es todo aquello que este hombre, tocado por la magia, realiza sin que acertamos a averiguar cómo: conseguir que una legión de jóvenes multimillonarios, que lo han ganado todo, con la moral baja, se agrupen en torno a su idea y confíen ciegamente en ella. Si a alguien le parece eso fácil, es que no sabe lo que significa entrenar al Real Madrid.

No obstante, el martes toca el Athletic, y los tres puntos valen tanto como los de hoy. Quién sabe si no habrá que dar entrada a jugadores de refresco. Asistiríamos entonces al nivel que puede dar el equipo cuando hay que dar, necesariamente, descanso a los miembros del bloque principal.