Una crónica de: @MiedoEscenico2
Llegaba el Real Madrid al Nou Camp en estado entre grave y muy grave, según decían los especialistas en esto. La temporada estaba ya perdida, mientras los agoreros hablaban de si habría equipo para ganar la Europa League y no acabar décimos al final de la temporada. Está claro que las señoras histéricas que nos hacen reír en algunos programas de televisión deben de tener hijos, y pareciera que bastantes de ellos tengan cuentas en redes sociales y se consideren muy madridistas. El caso es que Zidane, al que se la soplan tanto los periodistas como las redes sociales, insistió en el 4-3-3 y volvió a situar a Nacho como lateral derecho, acompañando a Varane, Ramos y Mendy como línea defensiva por delante de Courtois. El centro del campo lo formaban Casemiro, Kroos y Valverde, mientras Asensio y Vinicius se encargaban de las bandas en ataque, y Benzema se ubicaba en punta.
El comienzo del encuentro dejó claro que el Madrid no salía con la caraja de los dos partidos anteriores. Más que nada, porque en el minuto 5, un cambio de juego de Ramos desde la zona izquierda de la defensa, permitió a Nacho un segundo de reflexión antes de pasar el balón: y eligió, en vez de pasárlo a la banda donde había arrancado Asensio, jugarla al medio hacia donde Karim Benzema llegaba a recibir de cara. El francés se tomó otro segundo para darse la vuelta y pensar bien qué hacer, a la carrera, cuando oyó arrancar con estruendo los motores de Federico Valverde, que se había transformado de pajarito en reactor. Así que puso el balón en el sitio justo donde el charrúa entraba como una exhalación en vertical hacia el área y el uruguayo, a partir de ahí, hizo todo bien: se adelantó el balón, corrió con potencia y, ante la salida de Neto, miró, pensó y cruzó el balón con un remate inapelable a las mallas.
Imagen: realmadrid.com
El 0-1 tuvo un efecto incendiario pero volátil en el Madrid, lo que tardó en hilar otra buena jugada, relampagueante, en que Vinicius se asoció a Benzema y la dejada del francés la acabó mandando fuera el joven brasileño. Aunque la jugada fue anulada por fuera de juego, evidenció que el Madrid no había salido a ver qué pasaba. Pero como la felicidad es breve, apenas un minuto después, Asensio se desentendió de Alba, y el lateral encontró un jardín descomunal a la espalda de Nacho. Varane, que marcaba por detrás a Ansu Fati, rompía el fuera de juego, y Alba solamente tuvo que alcanzar esa zona de peligro de la que hablábamos en El Videoanálisis para poner al jovencito azulgrana el balón en el hoyo de las agujas que es el área pequeña y marcar el empate. Varane llegó tarde a cortar el pase, Ramos llegó tarde a evitar el remate, y Courtois se vio fusilado de cerca.
A partir de ahí, y hasta el descanso, la verdad es que no sabría decir si jugaron mejor unos u otros. El equipo madridista salía en algunos momentos con velocidad y castigaba con especial interés la zona defendida por Serginho Dest y Pedri, mientras el Barcelona trataba de abusar del boquete que se generaba detrás de Nacho, superado por la continua aparición de jugadores que le torturaban haciéndole 2 contra 1, ante la tendencia de Asensio a perderse. Lo más peculiar del juego en esta primera parte es que los pájaros (y ahora no hablamos de Valverde) tiraban a las escopetas, y Messi pisó a Casemiro en el minuto 10, Messi pegó a Kroos por detrás en el minuto 15, y Casemiro vio la tarjeta en el minuto 19 por una jugada en que no hizo falta a Messi que, de hecho, remató a puerta justo después. Ya saben, el Ritual de lo Habitual, que decían Jane’s Addiction.
Imagen: realmadrid.com
Entre el minuto 23 y el 24, el partido se volvió loco. Un cabezazo de Ramos a las manos de Neto, a la salida de un corner botado por Kroos vino sucedido de un contraataque del Barcelona en que Messi se plantó, escorado, frente al capitán blanco. Le rompió y, afortunadamente, tuvo que rematar con la derecha, pero para ese momento un impresionante Thibaut Courtois ya se estaba estirando, intuitivamente, para despejar le balón hacia la banda. El segundo intento de centro-chut de Messi, aún más escorado, vio al belga blocar el balón e iniciar la jugada de ataque madridista. El balón le llegó a Vinicius y, viendo un desmarque vertical de Toni Kroos al espacio, se lo puso en largo. El alemán, desde la línea frontal del área, envió un pase para la entrada de Karim Benzema, que remató raso, pero Neto le adivinó la intención y la sacó con una mano providencial.
Para entonces, Marco Asensio había entendido que no hay que dejar tirados a los amigos, y ayudaba a Nacho en cada intento de ataque barcelonista por esa banda. Y fue este sencillo movimiento el que desactivó casi por completo el ataque barcelonista, cuyo único recurso parecía ser éste, o las entradas por el medio de Messi, al que le salían los blancos como salteadores de caminos cada vez que aparecía por allí, evitando las penetraciones. Una del minuto 28 fue la más peligrosa, pero Casemiro, aun teniendo una amarilla, se tiró sin complejos y pisó el balón claramente para evitar el remate del azulgrana. Por cierto, el brasileño tuvo un partido funesto en términos de juego, con pérdidas de balón algo inexplicables, más debidas a lentitud que otra cosa. En términos defensivos, mantuvo bien la posición y rebañó unos cuantos balones que evitaron ocasiones barcelonistas, pero echamos de menos a ese Casemiro imperial que dominaba el territorio y escondía sus defectos maximizando sus virtudes.
Imagen: realmadrid.com
Poco después, una obstrucción de Lenglet a Valverde le valió una tarjeta amarilla evidente, y en el último cuarto de hora de esta primera parte, el Madrid fue imponiendo su ley poco a poco, sin grandes oportunidades pero también sin grandes sustos, con la alargada sombra de Fede Valverde proyectando su sombra en cualquier lugar del campo y cualquier jugada. El principal susto fue, básicamente, la lesión de Nacho, que obligó a que entrara en el minuto 43 Lucas Vázquez en su lugar. Digo que esto fue un susto porque reduce otra opción en banda derecha, que no nos sobran. Para los que no soportan a Lucas Vázquez también fue un susto, pero de esos nos ocuparemos después. El caso es que llegó el descanso con la sensación de que había equilibrio en el césped, y que el equipo madridista había ido equilibrando pequeños defectos sobre la marcha, maniatando el peligro del Barcelona poco a poco, pero con los habituales problemas de definición arriba.
El inicio de la segunda parte vio a un Barcelona más dominador, pero se encontró con un Madrid centrado en defender bien, y afilando sus cuchillos para salir al contraataque en la medida de las posibilidades. Tanto Asensio como Vinicius se dedicaron, en el tiempo en que estuvieron en el campo (Vinicius, hasta el final), a ayudar constantemente tanto en tareas defensivas como en el apoyo a la salida del balón. Eso redujo frescura en ataque (la toma de decisiones del brasileño fue horrible en cada jugada), pero aseguró cierta tranquilidad atrás, hasta el punto que el cuadro azulgrana no llegó a rematar una sola vez a puerta en todo el segundo tiempo, destacando solamente un cabezazo de Coutinho que salió fuera.
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Decimos que los extremos ayudaron, pero también hay que decir que Mendy estuvo en su línea habitual atrás (rocoso, potente, granítico, pongan lo que quieran), y que Lucas hizo probablemente sus mejores minutos en lo que va de temporada. Hay una corriente dentro del madridismo que da salida a sus frustraciones cotidianas atizando a algunos jugadores, y Lucas es uno de los favoritos para esta facción. Esperamos que la úlcera que han sufrido hoy no les dure demasiado, pero lo cierto es que el extremo gallego asumió el rol de lateral, cortó y recuperó balones con inteligencia, saltando a las líneas de pase, e inició con criterio muchas jugadas de ataque. En la parte final, además, se decidió a buscarle las cosquillas, junto con Rodrygo, a la defensa culé, y no dejó de entregarse hasta el último minuto. Negar que ha tenido actuaciones desafortunadas es tan impropio como dejar de admitir que hoy jugó unos minutos magniíficos.
Otros dos que brillaron con luz propia en esta segunda parte, y en general a lo largo del partido, fueron Karim Benzema y Toni Kroos. El francés se dedicó a benzemar, a abrir puertas y ventanas para la entrada de sus compañeros, volviendo a mejorar cada jugada con su toque de violín, aunque no marcara. El alemán, en una versión aparentemente difuminada, aparecía justo donde hacía falta, apretó en defensa, contribuyó a cerrar el medio, movió el balón como y donde quiso, y tuvo presencia en bastantes momentos de ataque. En el minuto 59, una falta indirecta botada magistralmente por el alemán acabó con Sergio Ramos por los suelos y protestando un agarrón de Lenglet. El francés ya había hecho una parecida en la primera parte, pero el VAR no se atrevió. Esta vez tampoco, pero al menos le dijo al árbitro que fuera a mirarlo al monitor. Suponemos que lo vio desde todos los ángulos posibles, y que en todos aparecía la camiseta blanca de Ramos como si tuviera los hombros de Ramos y la cintura de Oliver Hardy, aunque es cierto que la manera de caerse del central madridista no ayudó mucho a tenerlo claro. El caso es que el árbitro decidió, en el minuto 62, que era penalti y le sacó amarilla a Jordi Alba por protestar. Los culés que se quejen del penalti deberían de dar gracias de que no hayan sido dos, y de que el árbitro no sacara la segunda amarilla a Lenglet, porque parece impensable que un agarrón como ese no suponga tarjeta, sin haber intención alguna de jugar el balón.
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El 1-2 abrió las puertas de un partido diferente, al que Koeman contribuyó decisivamente un rato después poniendo en el campo a base de sustituciones, una alineación condenada a partirse en dos, llena de defensas y delanteros. Ahí aprovechó el Madrid para sacar el cuchillo de entre los dientes, e irse, en cada contraataque, a buscar la yugular barcelonista. El problema es que, a esas alturas, los últimos quince minutos, Vinicius y Asensio ya no podían con las botas, con la panzada a currar que se habían pegado. El brasileño tomó mal, en ataque, todas las decisiones posibles, echando a perder jugadas y contraataques continuamente, pero no dejó de correr, defender, presionar y defender. Así que, ok, chico, sigues siendo uno di noi, si al menos trabajas sin descanso aunque no te salga nada. Para los últimos diez minutos, Zidane decidió incluir a Rodrygo en el lugar de Asensio. Para entonces, ya había tenido que cambiar, en el minuto 69, a Valverde, que estaba mareado y reventado, tras un partido sencillamente descomunal, por Modric.
Esos últimos minutos emergió la figura del príncipe croata y, acompañado por el trabajo incesante de Vinicius, un Rodrygo decidido a apretar muy arriba, y un Benzema inspirado al violín armonizando cada movimiento, asaltaron la banda derecha azulgrana. En el minuto 86, Rodrygo y luego Kroos obligaron a Neto a hacer sendas paradas. Un robo de Lucas y un balón perfecto al otro lado, acabaron en remate de Ramos que sacó el portero con el pie, y un cabezazo de Varane fuera. Un remate lejano de Vinicius malogrando un contraataque acababa también en las manos de Neto. Y, en el 90, la sentencia definitiva.
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No voy a explicar cómo Casemiro jugó de cabeza para Modric, y cómo éste se giró y metió el balón en profundidad para la entrada a todo trapo de Vinicius. No voy a explicar lo enorme que estuvo el brasileño sin desfallecer y tratando de llegar a un balón aparentemente perdido, porque obligó a Neto a ir forzado y despejar mal. No voy a explicar cómo Rodrygo decidió que el foco no era para él y cedió la pelota a Modric, en mejor posición de remate. Pero sí tengo que explicar que el príncipe croata, el superviviente de los Balcanes, recortó con la izquierda hacia su derecha y ya quebró al portero. Que luego recortó con la derecha y sacó del todo de sitio a Neto y a De Jong. Y que, por último, miró el balón, la portería, allí estaban Lenglet y Dest, y recordó a Benítez y su insistencia para rematar con la izquierda. Y con esa zona sobrenatural de su bota derecha, el exterior, mandó el balón a las redes, con los dos defensas clavados, Neto en el suelo, DeJong mirando y aprendiendo. Y 1-3 en el Nou Camp.
Con esta victoria, se repite el Ritual de lo Habitual una vez más. El Real Madrid vuelve a los puestos de cabeza, y le mete seis puntos de diferencia al Barcelona, aunque los culés tengan un partido menos. Los culés se quejan del penalti pitado, mientras el cuadro blanco ya tiene la mirada enfilada hacia Moenchengladbach y el partido del martes. Los perdedores vuelven a serlo, incluidos los cenizos, y el Madrid vuelve a ganar. Ya saben, lo habitual.
RESULTADO FINAL
Barcelona, 1 – Real Madrid, 3.
GOLES
05’ 0-1 Valverde (asistencia: Benzema)
08’ 1-1 Ansu Fati
63’ 1-2 Sergio Ramos (penalti)
90’ 1-3 Modric (asistencia: Rodrygo)
REAL MADRID
1 Courtois
6 Nacho (minuto 43, entra 17. Lucas Vázquez)
5 Varane
4 Sergio Ramos
23 Mendy
14 Casemiro
8 Kroos
15 Valverde (minuto 69, entra 10. Modric)
11 Marco Asensio (minuto 81, entra 25. Rodrygo)
20 Vinicius Junior
9 Benzema
ARBITRAJE: Martínez Munuera (Comité Valenciano)
Amonestó por el Real Madrid a Casemiro (min. 19) y Nacho (min.37).