Una crónica de: @MiedoEscenico2
Nunca había ganado Zidane en Liga a Simeone en el Bernabéu. El Atlético, con el argentino en el banquillo, había marcado en las tres ocasiones en que había visitado el estadio madridista estando el francés como entrenador. Así que los antecedentes históricos no beneficiaban al Madrid, en absoluto. Para más inri, el equipo rojiblanco llegaba en crisis, y el merengue cada vez mejor, que es la típica situación en que puede pasar lo peor. Zidane decidió plantear el partido como en la final de la Supercopa de España, repitiendo aquel once. El Atletico, por su parte, sufría días antes la baja de Joao Félix, y lo suplía dando entrada a Marcos Llorente para apuntalar el centro del campo junto a Thomas, Saúl y Vitolo. Simeone siempre cumple las tradiciones, y dice la tradición que, frente al Madrid, necesita una dosis extra de medicamento contra la diarrea.
Salió el Madrid al campo con ganas de dominar, y los primeros quince minutos fueron un recital de control del equipo blanco. Moviendo el balón, recuperando con rapidez y volviendo a empezar. El Atlético, como era de esperar, se encerró en su campo y apenas hizo alguna salida. Estaba cómodo porque el Real Madrid llevaba el peso, pero no generaba peligro real. Cerca del minuto 11, el equipo madridista mostró otro aspecto que hacía tiempo que no se le veía. Sacó Kroos un córner en corto para Carvajal, éste le devolvió la pelota y, cuando todo el mundo esperaba que el alemán largara su tren de juguete en forma de pase de la muerte, lo que hizo fue ponerla en el punto de penalti. Y allí apareció Sergio Ramos, solo, para rematar y mandar el balón, en semifallo, a un lado de la portería. Las jugadas ensayadas son ese recurso que sirve para desatascar partidos, y aquí falló la definición pero, hasta ese momento, la ejecución fue magnífica y la noticia, aún mejor: se está trabajando sobre ello.
Un cruce de Mendy en defensa impidió una oportunidad rojiblanca y, al poco tiempo, Kroos envió el balón alto, en un remate desde fuera del área. Pasado ese primer cuarto de hora, el Atlético empezó a largar zarpazos de vez en cuando, empezando con una de las oportunidades más claras de la primera parte: una llegada de Vrsaljko al área, con un pase que dió en Mendy, remató Vitolo con dureza y que Courtois despejó con apuros. Unos minutos después, Correa hacía daño por ese mismo lado, y disparaba al poste ante la salida del belga, que no dejó espacio para el remate. El Madrid se encontraba metido en la misma trampa de todas las veces, un Atlético que ahogaba el juego blanco en la parte final del campo, y que aprovechaba cada error de los madridistas para echarles sal en las heridas. En el cuarto de hora final de este primer tiempo, volvieron a recuperar algo de presencia los jugadores locales, pero sus intentos eran estériles ante el buen planteamiento del equipo rival, que se había vuelto a convertir en un armadillo. Solamente un remate lejano de Modric en los últimos minutos inquietó a Oblak, pero sin apenas peligro. Vaya, un coñazo de partido hasta ese momento, con Isco naufragando entre líneas -porque había demasiadas líneas, y él no andaba demasiado inspirado-, Valverde jugando en la derecha, lejos de la salida y la construcción, y un Kroos algo bloqueado, porque el Atlético cerraba las líneas de pase continuamente, y no tenía dónde poner el balón con cierta seguridad. El descanso trajo la sensación de que se aporreaban un hombre de cemento y un hombre de hormigón, y apenas había sitio para el juego.
La segunda parte empezó con sorpresa. Zidane, siempre criticado por lo tardío de sus cambios, metió de golpe, para iniciar esta segunda fase, a Lucas Vázquez y Vinicius por Kroos e Isco. Pasó de un 4-5-1 granítico a un 4-3-3 desatado. Y de qué manera. Al minuto de iniciarse este segundo periodo, Valverde lanzó una bengala de aviso, en forma de misil tierra-aire, que buscaba la escuadra, y que obligó a Oblak a estirarse para pararlo. A diferencia de lo visto antes del descanso, el equipo madridista se movió y movió el balón, comenzó a presionar muy arriba con instinto, y fue llegando al área atlética con más intención ofensiva. Valverde era feliz con más espacio disponible, y se ofrecía continuamente para devolver paredes, dar salida a sus compañeros y ocupar diversos roles por todas las zonas. En una de ésas, Vinicius recibió en la zona de tres cuartos, y pensó tranquilamente qué hacer con el balón. Al mismo tiempo que le cercaban tres defensores atléticos, Ferland Mendy arrancaba su moto hacia la línea de fondo. Y el joven brasileño le abrió la puerta para que entrara, con un pase magistral. Mendy puso un centro tosco pero preciso al segundo palo y Karim Benzema apareció por allí para dar un golpe de violín también preciso y a quemarropa, que llevó el balón a la red.
El 1-0, en ese minuto 56, tuvo un doble efecto: el Madrid se notó cómodo, y al Atlético empezó a picarle el culo. Y, a partir de ahí, Casemiro desoxidó sus tijeras de podar, Modric cogió su traje de príncipe, y Vinicius cogió la Black & Decker otra vez. El centro del campo del Atlético estuvo diez, doce minutos viendo pasar el balón de un lado a otro, por detrás, por delante… Se sumaban a la fiesta Lucas, con su sonrisa y su tirachinas preparado, Mendy, con sus zapatillas de velocista, y Benzema, que salió del área a benzemar, que es eso que hace que pone nerviosos a los centrales, a los medio centros y a cualquier rival, y que es intangible, pero irrita enormemente. Pero, sobre todo, el partido se hizo celeste y negro, olía a Río de la Plata y a parque de Montevideo: Valverde se calzó sus botas de siete leguas y dio un recital impresionante de recorrido, de resistencia y, más que ninguna otra cosa, de puntualidad: llegó aquí y allí, desplegando su descomunal zancada, y jugando el balón siempre con inteligencia, siempre con criterio, siempre con intención de ir a por más. Su mapa de calor desbordaba las coordenadas del campo, marcaba el territorio desde el fondo norte hasta el fondo sur, desde Padre Damián hasta La Castellana, y los jugadores rojiblancos parecían lentos en cada cruce al que iban con él.
Remates de Vinicius, centros de Benzema, penetraciones de Lucas Vázquez, controles de Modric, cambios de juego de un lado a otro, Casemiro repartiendo pases VIP, Mendy horadando su banda y echando el cerrojo allí, Carvajal peleando cada balón como si se acabara el mundo, y dos centrales sentados en su trono imperial, que no dejaban pasar a nadie, es lo que se vio en la última media hora. El Atlético, impotente, forzaba algún córner pero todos sus intentos eran neutralizados por la solidaridad y el compromiso que los jugadores blancos derrochaban en cada jugada. A cada balón dividido iban los madridistas, siguiendo la estela de Casemiro, como si fuera el último plato de comida, mientras los atléticos bajaban poco a poco la presión, y llegaban solo a base de chispazos momentáneos y de poca importancia. El partido fue transcurriendo hasta el final así, salpicado por algún momento de tensión, como la brutal entrada a Valverde por parte de Felipe, de la que el árbitro se desentendió, y algún enganchón, mientras el público del Bernabéu cantaba a coro “¡Cholo, quédate!” con más ironía que otra cosa.
La victoria de hoy del Madrid le permite poner tierra de por medio con el rival vecino, además de meter presión a sus perseguidores y mantener su poder estadístico en esta Liga. Otra portería a cero, otra victoria y la sensación de que puede ser un acorazado y transformarse después en un destructor, de la mano de un Zidane que hoy sorprendió, haciendo lo que siempre hace en un momento diferente. El futuro es imprevisible, como el francés, que “tiene una idea que desarrolla con esa sonrisa perenne, impertérrito ante lo que le rodea”, como decía @pepo2204 en la previa de hoy. Pero lo cierto es que ese futuro desprende, ahora mismo, un aroma muy, pero que muy atractivo.
RESULTADO FINAL: Real Madrid, 1 – Atlético de Madrid, 0.
GOLES:
1-0: 56’ Karim Benzema (asistencia: Ferland Mendy).
REAL MADRID: Courtois; Carvajal, Varane, Ramos, Mendy; Casemiro, Valverde, Kroos (Lucas Vázquez, min. 46), Modric, Isco (Vinicius Jr., min. 46); y Benzema.
ÁRBITRO: Estrada Fernández (comité catalán). Mostró tarjetas a Mendy (m. 83) y Casemiro (m. 88).
Imagenes: realmadrid.com