Un articulo de: @luismanper
Cuando todos saboreamos las mieles de la victoria de ayer en la Supercopa de España en los penaltys ante el rebautizado como Malakito de Memphis, no podía evitar recordar esa noche de verano en la que nuestro rival de ayer nos clavó un 7-3 en la pretemporada norteamericana, que a muchos madridistas (a mí el primero) nos sentó como una puñalada en el bajo vientre, por más que no hubiera nada en juego más allá del honor y del daño de imagen que supuso aquella goleada, más aún cuando llovía sobre mojado después de una pasada temporada patética en la que se juntó la ansiedad con el desgaste físico provocado por una nula pretemporada de la mayoría de los futbolistas con el desgaste emocional de esas 3 champions consecutivas, que unido a algunos actos de indisciplina de ciertos jugadores acabó en una tortura de temporada con ganas locas de terminar para hacer cuantos antes borrón y cuenta nueva.
En la recta final de tan penosa temporada llegó Zidane con esa vitola de salvador y esa creencia generalizada de que había vuelto al club con las manos libres para revolucionar el equipo a su antojo, sin interferencias y sin que el presidente ose llevarle la contraria en ninguna de las altas o bajas que quisiera tomar, pero como decía al principio cuando llegó la siguiente pretemporada tras más de dos meses de vacaciones de los futbolistas (lo que ya invalida por completo el argumento de que estaban agotados físicamente) y vimos que los onces de la pretemporada eran idénticos a los del año pasado salvo contadas excepciones y que los jugadores que peor rendimiento tuvieron seguían al pie del cañón, muchos empezamos a dudar del segundo proyecto de Zidane, más aún después de esa humillación en forma de 7-3 antes mencionada, pero precisamente ayer tras ganar la Supercopa de España recordaba la rueda de prensa de Zidane en los momentos posteriores a aquella hecatombe, en la que más allá del bochorno de ese resultado Zizou expresaba su confiaba en la plantilla y aseguraba que el equipo mejorará y ganará títulos en esta misma temporada. Muchos entonces se reían de él y otros pensábamos que nos tomaba por estúpidos después de haber visto como el máximo rival de la ciudad nos había endosado una manita al descanso pero ahora nos damos cuenta de cuánta razón tenía y como por enésima vez, Zidane ve aspectos y tiene presentimientos que a la mayoría de los mortales se nos escapan y que una y otra vez comprobamos como el tiempo le da la razón.
Parece que Zidane no ha hecho nada desde que volvió hace diez meses, pero además de tomar el pasado verano decisiones impopulares en forma de ventas (Marcos Llorente), cesiones (Reguilón o Kubo) o fichajes poco conocidos para el gran público (Jovic o Mendy) ha conseguido repetir la receta con la que triunfó la temporada del doblete, que es nada más y nada menos que tener a toda la plantilla enchufada a pesar de contar con una plantilla amplísima de 25 jugadores que el club no consiguió aligerar en verano debido a la cabezonería de algunos futbolistas cuyos altos salarios les llevan a empecinarse a quedarse aún siendo conscientes de que eso les condena a sentarse en la grada gran parte de la temporada, mantener enchufados a todos los componentes de una plantilla tan enorme es una virtud que muy pocos entrenadores consiguen y uno de ellos es Zidane, quien para mantenerlos a todos activos en la rueda ha conseguido que futbolistas que en mayo parecía que su ciclo madridista estaba agotadísimo como Isco o Marcelo sigan aportando al equipo aunque ya no sea con tanta regularidad como en temporadas anteriores. Para no saber de fútbol como dicen ciertos twitteros cuando llegan los malos resultados no está nada mal.
Todo ese balance del equipo en la primera vuelta no excluye que ayer el Real Madrid se proclamase campeón del título menos importante del año futbolístico, por lo que lo mejor o lo peor está todavía por llegar y presumiblemente ahora llegará el bajón físico propio de las preparaciones físicas con picos de forma tan características de Zidane y de su preparador físico Gregory Dupont, que fue la incorporación de Zizou a su cuerpo técnico cuando regresó al club blanco y que también se llevó más palos que una estaca a comienzos de temporada cuando era evidente que el equipo no carburaba y nos dejaba derrotas impropias de un club como el Real Madrid como la de Mallorca o la goleada que recibimos en Champions frente al PSG, esperemos que esos bajones pasen cuanto antes y nuestro equipo mantenga esa regularidad que está mostrando en los últimos meses.
Pero ocurra lo que ocurra yo prometo no volver a dudar de Zidane y de sus decisiones técnico-tácticas, pues otro de los sambenitos que se han colgado al técnico francés es la de ser un mero gestor de grupos sin ningún conocimiento táctico, afirmaciones que también ha desmentido en fechas recientes como en el baño de la semifinal ante el Valencia con la novedad de los cinco centrocampistas que nadie se esperaba o del Clásico de diciembre ante el Barça en el que a pesar del empate a cero, el Real Madrid fue muy superior a los blaugranas con la iniciativa de presionar muy arriba en la salida del balón para cortocircuitar el juego culé, eso por no mencionar el ojo clínico de Zidane con ciertos jugadores como Valverde, en quien creyó desde el principio mientras los que hoy lo entronizan se echaban las manos a la cabeza viendo como el astro francés prefería vender a un canterano como Marcos Llorente para quedarse al uruguayo, los más honestos hoy reconocen su error pero siempre quedarán esos irreductibles oportunistas que se mueven al son de los resultados para los cuáles los entrenadores de fútbol solo entienden el fútbol cuando la pelotita entra, yo prefiero recordar durante mucho tiempo esa afirmación florentiniana en las declaraciones tras ganar la Supercopa de España en la que definía su admiración a Zidane como una bendición del cielo, esperemos que el madridismo agorero sepa valorar la presencia de esa bendición cuando la pelota no entre, que alguna experiencia de falta de puntería desesperante hemos tenido esta temporada.