Una crónica de: @MiedoEscenico2
Llegaba el Madrid a Anoeta, en la enésima jornada en que no se jugaba nada, para tratar de dar un final medianamente satisfactorio a la temporada. Zidane había prescindido en la convocatoria de Navas, Bale y Ceballos, y había convocado sólo a cuatro defensas, que formaron parte del once inicial. Así, la alineación estaba compuesta por Courtois en portería, Carvajal, Vallejo, Nacho y Marcelo en defensa, Casemiro, Kroos e Isco en el centro del campo, y Asensio, Benzema y Brahim arriba. Lo primero que se adivinaba en este once era que el medio campo iba a jugar lento, priorizando tener el balón, y que arriba se buscaban transiciones rápidas y llegada a gol.
El partido empezó con el Madrid presionando muy arriba, yendo a buscar el balón y tratando de recuperarlo lo antes posible, para generar peligro. La Real Sociedad salía de esa presión contando con la participación de Rulli como un jugador más, intentando fluir por las bandas sin perder la posesión. En el minuto 6, un pase de Benzema a Brahim en el centro del campo fue continuado por el pequeño extremo malagueño con un regate, un sprint hacia el área, un recorte en seco brutal y un remate a puerta, que besó las redes tras pasar entre las piernas de Rulli. El Madrid empezaba fuerte y el gol lo certificaba. ¿Y después del 0-1? Después, se evidenciaron de nuevo muchas de las carencias del equipo en su momento actual. Isco apenas llegaba a los balones, Asensio se movía por la banda derecha como un ciego en mitad de la pasarela Cibeles, Brahim apenas asomaba, Marcelo se aventuraba pero no concretaba nada práctico, Casemiro cortaba y cortaba, pero no tejía, y Kroos asistía a todo esto con cierta sensación de estupor.
¿Resultado? La Real se hizo con el balón, el control y las oportunidades. Remates variados de Merino, Barrenetxea y Oyarzábal, que detenía sin problemas Courtois o se iban altos. El equipo blanco apenas podía salir de su campo, mientras que el txuriurdin robaba, tocaba y llegaba con peligro. La defensa no daba abasto, con Vallejo y Nacho multiplicándose. Llegaba el minuto 20 y una jugada de gol de la Real Sociedad era anulada por fuera de juego de Oyarzábal al inicio, tras cuatro minutos de espera para el dictamen del VAR. Se reanudó el juego y, apenas treinta segundos después, una buena combinación del equipo donostiarra culminaba con un remate de Mikel Merino, que entraba solo en la zona que debería haber defendido el triángulo formado por Carvajal –pendiente de Barrenetxea-, Vallejo –pendiente de Willian José- e Isco, en cualquier galaxia menos la nuestra. El 1-1, para ser sinceros, hacía justicia a los méritos de cada equipo hasta ese momento.
A partir de ahí, el equipo blanco se estiró de nuevo, y generó alguna situación de peligro, especialmente una combinación entre Brahim y Benzema, que el francés devolvió entre tres rivales, Brahim no pudo llegar, e Isco… Isco remató mansamente, con la pierna izquierda a las manos del portero. La Real también llevaba peligro al marco madridista y, en el minuto 38, otra jugada de peligro donostiarra fue frenada con la mano –evidente, aunque no demasiado voluntaria- de Jesús Vallejo antes de que llegara a gol. El árbitro Martínez Munuera señaló la pena máxima y expulsó al central madridista, que enfiló el camino de los vestuarios. El penalti fue ejecutado por Willian José, duro pero poco escorado, y Courtois lo detuvo. Poco más ocurrió de ahí al descanso, pero se vio que el Madrid, con diez jugadores, iba a sufrir.
El inicio de la segunda parte dejó claro que, en el Madrid, Casemiro se ubicaba como central –recordemos que no había defensas suplentes- y el centro del campo lo formaban Kross e Isco. Conocidos en el mundo entero por su denuedo y su esfuerzo sin cuartel en el aspecto defensivo, ambos contemplaron de cerca cómo la Real fue troceando sistemáticamente al equipo madridista, en inferioridad no sólo numérica, sino futbolística. Kroos trató de sobreponerse y, de hecho, hizo algo más para salvaguardar su dignidad, al menos en el intento de iniciar las transiciones ofensivas. Pero Isco volvió a correr persiguiendo sombras durante diez minutos, sin alcanzarlas nunca, perdió los balones que pasaron por sus pies y… sobre todo, dio la sensación de que las piernas, mes y medio después, siguen sin responderle. La Real tenía paso libre para rematar desde cualquier zona, como demostraron Zubeldia, al que Courtois respondió con un paradón, y Merino, que lanzó fuera por poco un remate con efecto.
Zidane, perdido el control del partido, recibiendo ocasiones, y con la defensa achicando agua, decidió hacer un cambio en el minuto 56, dando entrada a Modric por el centrocampista de Arroyo de la Miel. Apenas un minuto después, un centro desde la zona medular buscaba la posición del extremo derecho de la Real. Marcelo esperaba al balón untando su tostada de mantequilla, y llegó Joseba Zaldúa, se elevó por encima de Marcelo, le robó la tostada, y remató de cabeza al otro palo. Courtois se descolocó, se pasó de frenada, se resbaló y vio cómo el balón llegaba a la red sin dificultad para establecer el 2-1.
Aunque el Madrid intentó sacar fuerzas de flaqueza, aquello no había forma de hacerlo funcionar. Brahim ya había perdido fuerza, Asensio naufragaba en su pelea consigo mismo, Benzema se aburría de combinar y que no le llegara un balón en condiciones, y la dupla Kroos-Modric bastante tenían con iniciar las jugadas superando la presión donostiarra. Zidane volvió a mover ficha y metió en el campo a Lucas Vázquez por Brahim, en el minuto 64, para tratar de buscar algo más de equilibrio y salida por el lado derecho, donde Carvajal estaba más solo que Gary Cooper. Tampoco resultó. La voluntad de Lucas se perdía en avances que no acababan en nada, aunque Asensio desde la izquierda trataba de centrar sin éxito ni demasiado convencimiento. El único peligro llegó en una jugada en que Benzema trató de meter un pase muy peligroso en el área pequeña y Rulli despejó con apuros.
Y, poco después, se consumó la tragedia. Un balón en profundidad a Oyarzábal fue rematado por éste, sin oposición, al poste de Courtois, el rechace le llegó a Barrenetxea, y éste remató duro y raso, a puerta, con Courtois tocando tan levemente el balón que no pudo evitar que subiera el 3-1 al marcador. De ahí al final, sólo destacar la aparición de Vinicius por Asensio para el último cuarto de hora, aunque el extremo brasileño estuvo impreciso y algo atropellado en las pocas opciones de que dispuso. Januzaj estuvo a punto de marcar el cuarto con un remate seco y duro que se estrelló en el larguero. Y, afortunadamente, el partido se acabó poco después y sólo queda otro.
Más allá de que el Madrid tuviera que jugar 50 minutos con diez hombres, el diagnóstico está claro: bastantes de estos jugadores quieren que la temporada acabe cuanto antes. Incluso más que los aficionados, que ya es decir… Ha sido la penúltima decepción y esperemos que, en el último partido, en el Bernabéu y contra el Betis, se deje un buen sabor de boca. Porque arreglar lo de este equipo, con algunos jugadores en el estado en que están, va a ser difícil hasta para Zidane.
Imagenes: realmadrid.com