Una crónica de: @MiedoEscenico2
Se adelantaba el partido de la jornada 34 del Grupo I de 2ª B entre Castilla y Fabril al Jueves Santo y, para no faltar a la tradición de Semana Santa de abril, fue un partido pasado por agua. El Castilla enfrentaba al filial deportivista, ya descendido la jornada anterior, con Luca Zidane bajo los palos; Dani Fernández, De la Fuente, Javi Sánchez y Fran García en defensa; Martín Calderón y Fidalgo en el centro de operaciones; De Frutos por banda derecha y Alberto por banda izquierda, con Cristo de enganche en la línea de media punta, y Dani Gómez arriba. Antes del inicio del partido, se guardó un minuto de silencio por el fallecimiento de Agustín Herrerín, legendario delegado del estadio Santiago Bernabéu durante 20 años, fallecido en el día de hoy, así como por Alberto Baxeiras.
El partido se desarrolló en su primera parte bajo una llovizna incesante, que se tornó en lluvia a partir del minuto 30 y ya no dejó de caer hasta el final. Quizá por este motivo, o quizá por la entidad del rival, los chicos del Castilla replicaron algunos de los defectos del primer equipo de una forma preocupante. Dominaron la mayor parte del tiempo el balón. Generaron cierto peligro, sí. Pero la constante fue el llegar a la frontal del área y tratar de hacer un pase más, un toque más, y echar a perder cada oportunidad. Cristo trataba, desde la posición de media punta, de hilar jugadas, pero sus pases en profundidad eran, por lo general, malogrados por un Dani Gómez peleado con el balón casi en cada control, y unos extremos que buscaban el regate más que el centro.
El único argumento del Fabril parecían ser los pases a la espalda de los laterales o de los centrales castillistas, pero bien la defensa o Luca Zidane, jugando muy adelantado, malograban prácticamente todas las oportunidades del equipo gallego. Destacó especialmente, a lo largo del partido, De la Fuente, un central que no parece especialmente corpulento, pero que juega el balón con solidez y criterio, va al corte sin rehuír el choque y estaba casi siempre en el lugar adecuado. Fran García trataba de entrar por banda izquierda en su habitual estilo Moto GP, pero sus centros no encontraban rematador casi nunca. El descanso, tras apenas dos remates a puerta del filial blanco, y uno de los coruñeses, fue una bendición tanto para los jugadores como para los que nos atrevimos a asistir al partido en calidad de espectadores.
En la segunda parte, la tónica general fue muy parecida, con el Fabril cada vez tratando menos de lanzar contraataques, y el Real Madrid Castilla ocupando el campo rival, pero sin apenas efectividad. Por fin, en el minuto 53, Martín Calderón lanzó un córner desde la izquierda del ataque castillista y, tras un rechace que le dejó muerto el balón en los pies dentro del área, Dani Gómez envió el balón al fondo de la portería de Pedro López. A partir de ese momento, el Fabril se descompuso un poco, aunque las galopadas de Fran García por el lado izquierdo y las entradas por la derecha de De Frutos no obtenían ningún éxito en términos de transformación en gol de las jugadas. A ello, se sumaba un problema compartido con el primer equipo durante esta temporada: jamás había un jugador del filial blanco pendiente de los rechaces de la defensa blanquiazul para aprovechar una segunda jugada, con lo que la recuperación del balón se retrasaba siempre y era necesario empezar las jugadas de ataque desde la defensa o, como mucho, el medio centro.
Los tres centrales del Fabril no le ayudaban a cambiar el resultado, con lo que el entrenador coruñés decidió relevar al que actuaba como libre, Raúl González, para dar entrada a un medio centro que ayudara al Fabril a salir mejor desde atrás. Lo cierto es que tampoco el cambio supuso muchas diferencias con lo anteriormente visto, y el equipo coruñés a duras penas hacía llegar el balón hasta su línea atacante. Desde las gradas, se demandaba al entrenador castillista una actitud algo más decidida para marcar un segundo gol, con gritos como “Manolo, haz algún cambio” o “Manolo, adelanta al equipo”, mientras la lluvia seguía cayendo de manera incensante. A todo esto, Manolo Díaz no hizo ningún caso, y seguía metido en su banquillo, a resguardo del agua.
Los cambios que introdujo después tampoco ayudaron a que el personal se animara, y demostraron que Díaz estaba más interesado en no encajar un gol que pusiera en peligro la victoria. Así que sacó a Seoane, un centrocampista, en el minuto 73, sustituyendo a Dani Gómez, delantero. En el 81, Jaume, medio centro de corte defensivo, entraba por Martín Calderón, que parecía sufrir alguna molestia. A falta de un minuto para el final, el central Álex relevaba al extremo Alberto, para acabar de calentar los ánimos de la parte más crítica del público congregado, que le afeó esa actitud tan defensiva. Y, aun así, en los últimos minutos, el Fabril consiguió forzar algunos saques de esquina y un par de faltas laterales que mantuvieron la intranquilidad de la parroquia madridista. Eso sí, ninguno lo hizo tanto como un control con el pie que se le fue a Luca Zidane prácticamente en los últimos estertores del descuento, aunque rectificó a tiempo y pudo llegar antes que el delantero del cuadro gallego a despejar el balón. Y, así, finalizó el partido con 1-0.
En conclusión, en el filial madridista se intuyen buenos mimbres, pero no está muy claro si se quiere hacer un cesto o un sillón. Se echa de menos el desarrollo de un cierto criterio a la hora de, sobre todo, resolver cerca del área contraria; hay que imbuir en este equipo la tendencia a ser tan pragmático como efectista, porque sigue en la pelea por el play-off, y no debe fallar en los próximos partidos para seguir en el cuarteto de cabeza, al que ha vuelto hoy, a falta de lo que haga la Ponferradina este fin de semana. Y para eso hace falta más colmillo, más remate, más gol. En fin, Manolo, haznos caso, hombre…
Imagenes: realmadrid.com