Una crónica de: Manuel Pérez Abascal
El Real Madrid cauterizó la herida que le tenía inmovilizado, paralizado y aletargado. Cerró con un 3-0 la peor crisis de resultados de la era Zidane. Y lo hizo en un partido en dónde alternó las sombras ofrecidas durante un primer tiempo donde la ansiedad atenazaba el juego del equipo y una segunda, donde el golazo estratosférico de Asensio no sólo certificó la victoria sino que además y lo que es más importante; activó al equipo, lo liberó de ese corsé que le mantenía ceñido emocionalmente y le dotó de confianza para lanzarse al ataque de una manera más inteligente y decidida.
Empezó a moverse todo al son de Marco Asensio que con la ayuda de su sputnik a la escuadra (uno de esos goles que sólo pueden vérsele a un jugador con la clase y el talento del mallorquín. Un gol que encumbra a los elegidos), decidió abandonar la banda y ganar protagonismo trazando diagonales y buscando pequeñas sociedades con Marcelo e Isco. El jugador junto con Cristiano, Ramos en su versión más atacante y Vallejo fueron los mejores. Sin desmerecer el trabajo ofensivo de Nacho, más entonado en la segunda parte que en la primera, donde provocó dos claros penaltis no sancionados. Un dato que no sorprende a nadie en esta mancillada competición.
Pero no conviene olvidar que para llegar a la calma, el Madrid tuvo que lidiar con otra tempestad en forma de unos primeros cuarenta y cinco minutos donde el equipo volvió a dar signos de zozobra e inseguridad. Donde ni se atacó bien, ni se presionó con solvencia. El ejemplo más claro del confuso partido que se vivía estaba reflejado en la figura de Karim Benzema; el francés mostró su cara más gris. Ineficaz en el remate y desconectado del juego asociativo. Se me agota la defensa a Karim. El talento lo tiene, pero a veces no le llega sólo con eso. Quizás la otra cara de la moneda fue Cristiano, que estuvo tan desacertado como el francés pero a diferencia de este, lo buscó de todas las maneras posibles. Por mar, tierra y por aire… pero no está siendo su temporada por el momento, pero nadie duda que volverá por sus fueros. Y, si bien es cierto que el formato utilizado en ataque el equipo de toque le tiene como tigre enjaulado, su falta de gol y la ansiedad provocada por ello, es la causa prioritaria a su sequía goleadora.
Pero más allá del gol, Ronaldo fue el protagonista de la jugada colectiva del partido trazando una contra que inicia él controlando un balón en la banda derecha, descargando de tacón a Asensio que acompañaba la jugada que a su vez, servía al portugués al espacio, la jugada impecable la terminaba Isco a placer con una asistencia del “7”, en una jugada firmada por el mejor “9”. Una jugada que culminaba la recuperación del Madrid y que ponía punto y final a una semana, mes para olvidar. Una semana, mes del que el equipo de Zidane debe sacar un aprendizaje y una conclusión. Hoy debe ser un punto de partida, hoy el madridismo debe respirar tranquilo y mirar con optimismo lo que lo inmediato. Y lo que nos viene es más que un derbi, es nuestra primera final.