Un articulo de: @ErZuru2000
1. Con su venia. Hagamos memoria.
Llegó el momento de la verdad. Jugar o no jugar, ahí estaba la cuestión. Quedar como héroes delante de la masa de individuos dispuestos a mirar para otro lado en lo del 3% u optar por aquello tan culé de ni chicha ni limoná. Fue ni chichá ni limoná, claro. Entonces supimos lo que valía la independencia. Como mucho, cinco puntos. Seis era un precio demasiado alto. Entonces, muchos utilizaron el comodín Javier Tebas para buscar culpables. Y esto faltó para que la culpa fuera de Florentino. Como he dicho antes, todo taaan culé. Tan… cómo decirles… Ese modo de proceder… de quita/pone insignias de oro y brillantes a conveniencia. Justo en ese momento, todos supimos que la independencia pasó a ser la indepen.
Al día siguiente, el president Bartomeu afirmó que el club jugaría en la liga que decidieran sus socis una vez hecha efectiva la indepen. Aquello me sonó a “si no compráis nuestros productos, exportaremos al resto de Europa”, “la UE nos necesita” o “las empresas no se han marchado”. A tenor del tono de Barto, deduje que, llegado el momento, se acabaría desatando una cruenta y sanguinaria guerra entre todas las ligas de futbol más potentes del mundo para tener el inmenso honor de ser los anfitriones de tan ilustre auto-exiliado. Colegí que sería cuestión de horas que el FC Barcelona abriera un concurso, con su pliego de condiciones, para que todas estas ligas presentasen sus ofertas. Supuse que, una vez seleccionada la mejor oferta, la opción elegida sería ratificada en sufragio universal culé. Ya saben ustedes que esta gente vota. O algo.
2. Echen a volar su imaginación. Y mucho. Mucho, mucho. Mucho más allá de lo imaginable e inimaginable.
El concurso fue convocado. Se recibieron 2.200.000 ofertas. Solo cinco llegaron a la fase final. A saber: España, Francia, Italia, Alemania e Inglaterra. Llegó el día de la elección. La mesa de contratación, presidida por Bartomeu, estaba formada por siete vocales (dos de la CUP, dos del PdCat, otros dos de ERC y Juanito Gaspart, que derivó en independentista irredento a la vista del desarrollo de los acontecimientos. Hizo las veces de secretario, la secretaria personal de Barto, Angels Romeu i Valls (otrora conocida como Mariangeles Romero del Valle). Esto es lo que sucedió:
A día de tal y tal, la secretaria de la mesa de contratación para la elección de la competición liguera que tendrá el honor de acoger al FC Barcelona, de la gloriosa República Independiente de Catalunya, levanta el siguiente acta.
Punto primero. Un vocal de la CUP se sube encima de la mesa, se baja los pantalones y procede a mearse en la propuesta española. Dice que por pura coherencia (recuerden que les he aconsejado que dejen volar su imaginación) no pueden, ni tan siquiera, tomar en consideración la propuesta española. A continuación se me ordena que recoja el engrudo y lo introduzca en la trituradora de papeles. Cosa que esta secretaria ejecuta ipso facto. Una vez resuelto este espinoso tema, se procede al desarrollo normal del asunto que reúne a la mesa.
Se debaten las características de las competiciones ligueras de los países que han llegado a esta fase final. Resumen de opiniones: se propone descartar a la Francia jacobina, dado que, de todos esos países, es el de mayor centralismo. Y claro, no se trata de salir de Guatemala para meternos en Guatepeor. Además se reseña la desagradable presencia del jeque del PSG, quien seguramente opondría resistencia a la presencia del Barça, Aytekin mediante. Tampoco hay que obviar el tema político, claro está. Un vocal de ERC afirma categóricamente que nuestra afición no está acostumbrada a que el club sea sancionado por, por ejemplo, llegar tarde a un partido sin motivos de fuerza mayor, utilizar las cabezas de cochinillos como armas arrojadizas o retirarse, sin más, de una competición. Imagínense la que se montaría cada vez que, desde París, se tomase una injusta decisión que contraviniera nuestros deseos. Imagínense que, por alguna de estas decisiones, nuestra afición silbase a La Marsellesa en una hipotética final de la Copa de Francia. Puestos a imaginar, visualicen la masacre que organizaría la policía francesa en esa grada. Otro miembro de la mesa avisa que no colará otro caso MartaDedosRotos o presentar fotos falsas a modo de prueba. Y lo peor, no se podría echar la culpa a la policía española ni a la guardia civil. Y a ver quién es el guapo que acusa, en Francia, a la policía francesa de brutalidad policial. Finalmente se añade otro aspecto pasado por alto. Francia también tiene sus particulares casos de secesionismo: corsos y bretones. Si vieran a nuestra afición burlarse de La Marsellesa, podría ser imitada y el club expulsado. Finalmente, la mesa de contratación deja en stand by la propuesta francesa a la espera del estudio de otros aspectos.
Se analiza la oferta del Calcio. Alguien apunta que en Italia podría darse un clima similar a Francia, dado que allí también tienen parecidos problemas nacionalistas a los de España. Todo aquello de la Liga Norte, Véneto y tal. Si nuestra afición, tan dada a silbar himnos y banderas (de otros, claro), la tomase con el himno de la República italiana, estaríamos en las mismas. Otro añade que en Italia la Juve fue descendida por mangoneos arbitrales. Glup. Alguien tuvo la desafortunada idea de sacar a colación la nandrolona de Pep. Glup y glup. En este momento, se hizo un ominoso silencio que perduró, al menos, cinco minutos.
El silencio fue roto por otro vocal. Analicemos la Bundesliga, dijo. Los miembros suspiraron más tranquilos, como si hubieran despertado de una pesadilla. Alguien afirmó que tendrían que competir con el orgulloso Bayern Munich, un equipo tan potente como ellos mismos y con un gran potencial económico. En Alemania ficha todo lo que se mueve. En el caso alemán nos encontramos, además, con cierto inconveniente: los viajes. Sí, ya sabemos que en avión las distancias son relativas, pero todos sabemos que no es lo mismo un Barcelona-Gerona que un Barcelona-Dinamo de Dresde o similar. Después está el tema del parón invernal. Las gradas del Nou Camp vacías durante esos meses de templado clima mediterráneo. Y la liga española jugándose ahí al lado, a unos pocos metros. Messi se podría dar a la ingesta masiva de conguitos y Coca-cola y a ver quién lo recupera después de dos meses. Llegados aquí, la mesa decide aparcar los casos alemanes e italianos.
Finalmente se aborda el caso de la Premier. El supuesto que más seduce a los miembros de la mesa. Uno, en plan cenizo, dice que se volverían a encontrar con problemas similares a los analizados anteriormente. El God Save The Queen es sagrado para esta gente. Además, está el Brexit de los cojones. Si nosotros no queremos a los españoles, a ver cómo reciben en sus estadios a un equipo secesionista del sur de la Europa continental, un poquito locuelo y botarate y que, encima, promociona referendos secesionistas. Y todo ello sabiendo, además, -aporta otro-, que Celtic y Glasgow Rangers han sido negados en varias ocasiones. No creo que tardasen mucho tiempo, los políticos escoceses del parlamento, en ponernos en contra a las aficiones de todos los clubes.
Otro apunta que aquí el problema de la competitividad se dispararía. Los dos Manchesteres, el Chelsea de Abramovich (seguro que se acuerdan todavía de lo de Ovrebo), el Arsenal, el Liverpool y el Tottenham. Y no olvidemos los peculiares árbitros de la Premier. No pitan falta hasta que no llevas colgando la pierna. Llevan fatal lo de zambullirse en modo piscinero y no consentirían ser rodeados por cinco o seis jugadores poseídos por el maligno. Habría que vender a Luis Suárez.
Otro vocal, callado hasta ese momento, remata: debemos tener en cuenta las tropecientas copas que juegan y que tanto les gustan. Nuestros muchachos no estarán acostumbrados a semejante tralla. Y lo peor, está el boxing day y no seré yo el que le diga a Messi que este año no hay vacaciones de Navidad en Argentina.
Inglaterra es, además, un país relativamente pequeño con una orografía muy adecuada para desplazarse cómodamente. Nuestros muchachos estarían más tiempo en el avión que en los campos de entrenamiento, sobre todo en esas épocas en las que empiezan a jugar las malditas copas de no sé qué.
Se hace el silencio. La mesa de contratación decide posponer, de momento, la elección de la liga en la que participar, a expensas del análisis de los factores que se pasan a detallar a continuación.
Punto segundo. Se aborda el tema de las asociaciones de clubes profesionales de los países finalistas. Alguien apunta que en los cuatro países el VAR, en diversos grados, ha sido admitido por asociaciones y federaciones. Otro apunta que los realizadores encargados de las repeticiones que se pasan a los árbitros no son del equipo de Roures. Un tercero dice que es una pena porque las repeticiones de Roures en Beinsport son “muy oportunas y convenientes”. Todos se ríen y se dan codazos de complicidad. Un cenizo, echa agua al vino, y remata, pesimista, que el VAR sería peligrosamente imparcial y que nuestra afición no está acostumbrada. Desaparecen las risas y gestos de complicidad.
Se discute el peliagudo tema del equipo del país al que habría que descender de categoría para que el FC Barcelona, de la República Independiente de Catalunya, jugase la competición del lugar. Tarde o temprano, surgiría el malestar entre los clubes asociados. Imaginemos a la afición del club que descendiese de categoría sin que le correspondiese por puntaje, que diría aquél. Imaginemos que es un club centenario, antiguo y de enorme tradición. No cuesta ningún trabajo visualizar comentarios xenófobos en nuestra contra. Es muy posible que la repulsa se terminase haciendo global a todo el país.
Hemos de tener más cuidado con el precio de los fichajes y los contratos de los jugadores. Puede que las asociaciones de clubes de por ahí fuera no tengan por presidentes a tipos expertos en uralitas (más risas y codazos), pero me da que para estas cosas son muy miraos ellos. Acordaos de la que montamos con el fichaje de Junior&Senior, por ejemplo. Tampoco parecen muy dispuestos a aguantar soflamas políticas como lo del minuto 17 y 14 segundos. Como no reeduquemos a nuestros aficionados nos pueden crujir a sanciones y no hace falta que os diga que en todos esos países pintaremos menos que Garibaldi en Madrid (risas y codazos de complicidad).
Punto tercero. Se aborda el tema federativo. Apesadumbrado, Barto afirma que no Villar, no party. No estarían Villar ni herederos al mando de los álbitros. Ni qué decir que Arminio sería una quimera en cualquier país de estos. No estaría Hdez-bis, De Burgos Bengoetxea, Fernández Borbalán o Undiano Mallenco, por citar solo unos ejemplos.
Otro advierte que en todo caso, habría árbitros italianos juzgando a equipos italianos compitiendo contra un equipo extranjero. O peor aún, chauvinistas árbitros franceses juzgando a equipos franceses contra un equipo secesionista. Y todo ello, sin Arminio de salvavidas. Y sin posibilidad de influir. Una plomiza y pesada sensación de pesimismo se apodera de la reunión.
Punto cuarto. Se procede a discutir el tema de la afición culé. Uno dice que una cosa es ir a jugar a Vigo, donde seguro que hay alguna peña culé y otra cosa es ir a jugar a Sassuolo donde debe haber los mismos culés que en Raticulín (el chiste no hace ninguna gracia). Y remata: ya no serán desplazamientos a lugares acogedores y amigos, como Gerona o Pamplona. Serán desplazamientos a sitios hostiles, sin seguidores, y recibidos con la idea de haber usurpado un lugar en la competición a un equipo del país. A todo esto, ¿Qué hacemos con los españolazos que incomprensiblemente sigan siendo aficionados nuestros (más risas)? ¿Nos seguirán a la liga italiana, llegado el caso? ¿Se darán de baja del Beinsport de Roures? Se va a cabrear mucho, pero oye, él ha sido juez y parte, ¿No?, pues ajo y agua.
Más cosas. Nuestra afición le ha cogido gusto a pedir la dimisión de Tebas por cualquier causa. Podrían caer en la tentación de pedir la dimisión de Tebas en protesta por jugar, en la fiesta de la Diada, un Barcelona-Lazio. Sería del todo punto necesario que algún responsable fuera destebarizando al populacho. Y por si acaso, desflorentinizándolo, también. Y mejor no pedir la dimisión de cualquier cargo oficial del país que hayamos elegido. Allí no contaremos con federativos amigos dispuestos a echar las manos que fueran necesarias y es harto improbable que los secretarios de estado del deporte (o similares) del lugar, consintieran que un desconocido y extranjero, les presionase para tal o cual favor. Las consecuencias podrían ser terribles y el eco de la hostia podría llegar hasta Wisconsin. Y sin poder rechistar. Ni siquiera el recurso al franquismo.
Más. Escupir a grito pelao aquello tan manido de “Arbitro valiente, valiente hijo de puta” a un árbitro inglés, creo que sería muy, muy, muy mal visto por los árbitros ingleses y la asociación de clubes ingleses. Hay que desasnar a las masas y dejarles claro que por ahí fuera no está bien visto echarles las culpas a otros, mucho menos cuando el que la ha cagado has sido tú. Además, sería groseramente inconveniente atizar a un árbitro inglés después de que el aficionado inglés del Chelsea, por ejemplo, asistiera al show Obrevo.
Barto finaliza la exposición de este punto, advirtiendo que se ha de hacer una labor intensísima de educación a la grada. Dice que, sea el que sea el país elegido, la grada ha de respetar los himnos, banderas y jefes del Estado del país del que se trate. Y que no nos van a consentir lo que hemos estado haciendo hasta ahora con los españolazos. Nos pueden crujir a sanciones. En cualquiera de estos países, repite, pintamos cero. Se da por finalizado el punto cuarto sin llegar a un acuerdo concreto sobre nada.
Punto Quinto. Barto introduce otro tema: ¿qué hacemos con nuestro periodismo deportivo, que tan buenos y formidables servicios nos ha prestado? Debemos hacer lo posible para que no queden en la estacada. Son de los nuestros. Muchos serán despedidos de los medios españolazos donde trabajan. Habrá que reubicarlos. A algunos los mandaremos a cubrir la competición que elijamos. A estos habrá que darles instrucciones precisas: no se puede hablar del injustificable trato de favor del arbitraje alemán en favor del Bayern Munich; tampoco se puede hablar de las ánforas manchas de sangre del Liverpool; menos aún se puede hablar de Franco, Pepeplaza o Guruceta. Obvia deciros que nada de eso, que tan buenos beneficios nos ha dado, tendría sentido. Mucho cuidado con las portadas y los titulares escandalosos. No venderán ni un puto periódico si les da por titular una portada con algo así como “Atraco arbitral al Barça en La Toscana”, ya que no podrán acudir a la teoría conspiradora del equipo del estado centralista, franquista y opresor. Por no mencionar de las consecuencias negativas que esto podría tener en nuestro equipo si tales comentarios llegan (que llegarán) a los equipos, árbitros y federaciones del país. Aunque vendan poco, tendrán que dar información de la forma más aséptica posible.
Al resto de medios los podemos aconsejar que sigan editando, hablando y escribiendo sobre la liga española y sobre el Real Madrid. No me cabe ninguna duda de que a nuestra afición, con tal de ver perder al Madrid, puede que le interesase más un Atleti-Real Madrid que un Leipzig-Barcelona. Esto les puede salvar de la ruina económica. A esta parte de la prensa no se le pondrá ningún reparo: Franco, Pepeplaza, Guruceta, los hilos, las bolas calientes, etc. Lo que sea.
Un rictus de nostalgia y melancolía cruza el rostro de Gaspart. Hay que reconocerles a los españolazos el aguante que han tenido con nuestros muchachos de la prensa. Les han permitido de todo. Insultos, vejaciones y mentiras. Y casi siempre, sin respuesta. Y lo mejor, es que los mensajes calaban. Franco, el equipo centralista y opresor, los hilos del palco, el poder de Florentino, la Central Lechera…jodeerrr. Risas y más codazos…Y nostalgia.
Sigue reflexionando Gaspart. Por ahí fuera no hay tertulias nocturnas radiofónicas de charletas de amigos en las que vender las conspiraciones del estado centralista en contra del FC Barcelona. Y casi que mejor que no las haya, francamente, alguno de estos es capaz de acusar al Bayern Munich de ser el equipo de Hitler o disparate similar. Esas cosas en España nos las pasaban. Fuera, no. Hay que advertir de todo esto porque si nuestra prensa da esta imagen tan sectaria puede repercutir en la evolución del equipo. Es más, sería recomendable que de vez en cuando dijeran que hemos sido favorecidos por algún árbitro (aunque sea mentira) o que algún rival nos ha dado un baño. Sin pasarse, claro.
También hemos de pensar en la prensa local del país que elijamos. Hasta ahora hemos disfrutado del beneplácito de ciertos popes y gurús, al margen de nuestra prensa afecta. En otros países, también encontraremos popes y gurús, pero algo me dice que no será lo mismo. Mal me barrunto que el segurola francés nos sacaría los ojos con una cucharilla de café como osásemos burlarnos de La Marsellesa. Cierto es que seguiremos contando con nuestra prensa, pero obvia decir que cualquier cosa que publiquen importará una higa al público francés o italiano. Eso no significa que no nos vayan a vigilar. Si llegado el caso, uno de esos medios afectos acusase, en portada, al PSG de ser el club del estado centralista y opresor, podríamos tener importantes problemas. Una cosa es que no les importe lo que se publique y otra cosa es que se dejen insultar o que les imputen cosas muy feas o sin pruebas, simplemente porque al Santi Nolla de turno le hubiese dado una ventolera independentista.
Punto Sexto. Barto aborda el tema jugadores y su comportamiento en el extranjero. Habría, además, que hacer ciertas advertencias. Y así a Gerard, habría que advertirle muy seriamente de que ni se le ocurriera quedarse quieto, a pies juntillas como torero pintón, delante de una bocana de vestuarios señalando, dedo índice acusador, a alguna autoridad del palco en Old Trafford. Es más que probable que le cayera alguna sanción ejemplar. Y lo peor, sin poder echarle la culpa a los hilos, a Florentino, a Franco o a la Fiscalía del Estado Español. Solo quedaría el recurso del cespet y mucho me temo que el descojone generalizado sería ejemplarizante. Tampoco le sería recomendable poner tuits irrespetuosos en contra de algún ídolo local. Hasta ahora ha dispuesto de un ejército de palmeros aplaudiéndole las gracias. Por esos mundos de Dios, sería un extranjero más, sin voceros afectos a nuestro régimen. Supongo que sobrará decirlo, pero habría que advertirle que las selecciones nacionales son sagradas…por si tiene la tentación de tirar al monte.
Otra advertencia: los piscinazos, los insultos a árbitros y auxiliares y acoso mancomunado a colegiados, están muy mal vistos. Habrá que aleccionar al entrenador actual para que entrene, a puerta cerrada, estos aspectos.
Se da por concluida, sin acuerdos, la primera reunión de la mesa de contratación. Se propone la continuación de la misma después de un receso para comer. Se convoca a los asistentes a las 16 horas y 30 minutos.
En Barcelona a día de tal y tal.
3. El telegrama.
Los asistentes, en alegre expedición, se dirigen al restaurante del Nou Camp. Angels, se detiene un momento para comprobar llamadas pendientes y la valija de documentos recibidos. Los revisa rutinariamente y se detiene en un telegrama al comprobar el nombre de remitente. Se lo da a Barto. Este, a su vez, enfrascado en una conversación independentista con un independentista de ERC, se lo guarda de modo distraído en el bolsillo de la chaqueta.
Y así, comienzan a degustar las viandas entre abrazos, aclamaciones, felicitaciones y parabienes con otros comensales, por la libertad que, por fin, ahora se respira en Barcelona bajo el manto protector de la República Independiente de Catalunya y el govern de las CUP, ERC y Puigdemont. Risas, chistes y alguna lagrimita de emoción. El cava independentista desaparece, como evaporizado, entre risotadas de satisfacción. La sobremesa se alarga entre efluvios etílicos.
Un poco bolinga, Barto recuerda aquel meme tan gracioso de Mariano y Albert. Con la intención de enseñárselo a sus compañeros comensales y echarse unas risas, busca el móvil en el bolsillo de su chaqueta. Sus dedos tropiezan con el telegrama. Lo saca de su bolsillo, lo mira y comprueba, asombrado el nombre del remitente. Reclama toda la atención de los comensales y se lanza a leer, a calzón quitado y sin lectura previa:
Viene de Madrid, es de Florentino Pérez (risas, codazos, abrazos, chistes). Dice así:
Felicidades por vuestra independencia. Stop. Villar y compañía, sin apoyo culé, al carrer. Stop. Sin aguantar a árbitros catalanes, tipo Álvarez Izquierdo. Stop. Arminio, al carrer. Stop. Las radios, sin brotones, péreces de rozas, davides sanchezes y similares. Stop. Sin dizque analistas, forofones proculés, con historias sobre valors, seny, masía, modelos o tikitaka. Stop. Sin lecciones sobre democracia o libertad de expresión. Stop. Sin insultos. Stop. Sin autopenaltis, tipo Alba. Stop. Sin piscinazos. Stop. Sin el gol semanal en fuera de juego. Stop. Sin records absurdos de partidos seguidos sin penaltis en contra. Stop. Otrosí sobre records absurdos de saldos de expulsiones. Stop. Otrosí, por las expulsiones de Suárez y los penaltis de Mascherano. Stop. Próxima final de la Copa de Nuestro Rey, El Gran Felipe VI, a celebrar en el Estadio Santiago Bernabéu. Stop. Sin calvos al Rey. Stop. Sin broncas al himno y a nuestra bandera. Stop. Gracias, gracias, gracias y mil veces gracias. Stop.
Las risas se congelaron. La rabia provocó un par de amagos de ataques cardiacos. El odio comenzó a chorrear por orejas, glándulas sudoríparas y otros orificios. Mandíbulas apretadas. Nudillos blanquecinos y alguna copa rota. En la tele, Puigdemont discurseaba entre estrepitosas ovaciones. Un plato repleto del famoso pantumaca voló por encima de las cabezas de los comensales y fue a impactar contra la imagen del President de la Generalidad, que quedó congelada y brazos en cruz, mientras por su cara resbalaba perezosamente una sabrosa rodaja de tomate y una tapita de jamón ibérico pugnaba infructuosamente por asirse a su pelambrera.
Barto, tiró la servilleta al suelo. Salió del restaurante a toda pastilla, seguido a distancia por sus alegres compañeros de cava y menú (menos los dos del amago). Llegó a su despacho. Una vez allí, así se dirigió a Angels (otrora conocida como Mariangeles):
Angels, agénciese ahora mismo un secador. Abra la trituradora de papel y recupere todo, y digo TODO, lo relativo a la propuesta española para participar en LaLiga. Seque lo que pueda con el secador a ver si consigue espantar el olor a pis. Y reconstruya el documento. Si es menester recurra al utillero, al que cuida el césped, al Lobito Carrasco o a Arda Thuram. No recurra a ninguno de estos (señalando al séquito) porque están todos borrachos. En ello va su puesto de trabajo.
4. Ya pueden dejar de echarle imaginación al asunto. O no. ustedes mismos.