Una crónica de: @LindeVelasco
El encuentro empezaba caliente. El Atlético tuvo una previa atareada, mediante los mensajes en Twitter, la «presión» de intentar remontar y el pique de los tifos. Pero centrándonos en lo importante, fijarse en los 22 jugadores que están en el terreno de juego y que van a luchar para estar en la final.
El Atlético hizo que el Madrid apretase los dientes. El conjunto de Simeone salió en tromba y Koke midió la trayectoria para colocar el balón en la cabeza de Saúl. El espíritu rojiblanco nació para batallar. El ruido del penalti de Varane a Torres debió parecer la primera lucha en la guerra y la resolución de Griezmann a la red. En apenas un cuarto de hora, la euforia se contagio por todo el estadio. El Madrid no trataba de entenderlo.
Pero un gol de los blancos, agotaban las entradas para Cardiff. El equipo dirigido por Zidane olió la sangre y salió al descubierto el tiburón. Los locales se echaron atrás, y más con la presencia en el eje defensivo de tres centrales. Congelar el partido no era la mejor opción con tanto tiempo por delante.
Y para sorpresas, salió una acción individual proveniente de Karim Benzema. El galo sobre la línea de cal, con Godín, Giménez y Savic observándole se marchó como gato por su casa, y realizó un pase atrás que lo acabó remachando Isco a la red. El gol al borde del descanso, bajo los ánimos de los de Neptuno. El Calderón quiso volver a apretar, pero su equipo se tenía que dejar aún más el alma. Marcar tres goles más para clasificarse, todo una proeza.
La lluvia aparecía como reflejo del sentimiento de la afición del Vicente Calderón, que vivían su última noche europea en su estadio (con el añadido del no pase a la final). El Madrid quería dormir el partido, pero Isco y Modric no querían terminar la tarea. Tomaban el esférico como dueños de la noche, dueños de la pista de baile. Una exhibición de fútbol en estado puro. Se hicierón con el mando y manejaron el partido a la perfección. Luego, el tradicional cambio de Asensio y Lucas a la cancha. Para abrir las bandas y que Kroos y Modric sean más atrevidos. Un doble paradón de Keylor a Carrasco y Gameiro fue el acabose.
Los blancos tienen orgullo y la melodía de la Champions la quieren escuchar de nuevo, esta vez levantándola. No se conforman con once y tendrán que batir a la Juventus para llevarse la duodécima. Y sobre todo, la hazaña de conseguir dos Champions seguidas, que nunca se ha conseguido anteriormente. El Atlético ha reinado en la locura, pero cuando se ha empezado a jugar al fútbol, el Madrid ha sido superior. Ha demostrado orgullo, la vena del gen ganador, de histórico. No importa lo que venga, aunque se trate de un huracán, este club se sostendrá de pie. Ahora toca centrarse en Liga y no en incorporaciones de la temporada que viene. Toca Sevilla, Celta y Málaga, y de nuevo con la mirada concentrada en la Juventus. Prohibido despistarse. Quedan cuatro partidos para el doblete.