Un articulo de: @danipuerto6
La historia de Taylor en el Madrid es la historia de un documento falso. La pifió KC Rivers (1ª opción entonces) con su pasaporte Cotonou y anulado ese documento erróneo, el Madrid, con su cuota de “extranjeros” llena tuvo que renunciar a él y buscar en el mercado. Dentro de ese “bueno, bonito, barato…”, apareció Jeff.
Jeffery Matthew Taylor (Suecia/EEUU. 27 años) es ese tipo de jugador que a simple vista tiene una pinta brutal. Un exterior de 2.01m y 102 kilos bien proporcionados, con unas condiciones atléticas que hacen de Jeff un jugador útil y con fácil acomodo en cualquier equipo de Europa.
Ya en la Universidad de Vanderbilt donde cursó estudios y se dió a conocer, era mucho más que un simple defensor, allí con 16.1 pts y casi 6 rebotes por noche era uno de sus jugadores estrella. En 2012 como número 31 del draft da el salto a la NBA, a Charlotte. Establecido en la primera liga del mundo, Taylor adquiere allí un rol más defensivo, se consolida como un jugador útil en defensa pese a no ser un especialista.
Pero el periplo NBA de Jeff se ve marcado por dos hechos: El primero, en 2013. Una lesión en el talón de Aquiles que le aparta largo tiempo de las canchas y lo peor llega en 2014, el segundo caso. Es culpable de maltratos a su pareja de entonces y le cuesta al de Norrköping (Suecia), 24 partidos de arresto y unos 200.000 dólares de multa. Tras volver de su sanción, ya no encuentra sitio y es cuando le llegó la oferta del Madrid (2015). Un club grande en Europa, con una plantilla competitiva y un tipo de juego que a él le podía favorecer, no se lo piensa y acepta.
¿Que obtiene el Madrid con Jeffery Taylor?
Con Taylor el Madrid se asegura tener a un jugador con un perfil físico brutal. Rápido, ágil y con una potencia de salto considerable, Jeff es un tres capaz de defender a cualquier exterior sin importar sus condiciones, un jugador que en el sistema “saltar y cambiar” que utiliza el Madrid, puede emparejarse con casi cualquier rival perdiendo la mínima ventaja en ese miss match. Laso le utiliza como “stopper” defensivo, emparejándole al rival de turno y apoyado en esas cualidades físicas superiores, es capaz de limitarlo en ataque, ya sea evitando sus capacidades anotadoras o negando sus virtudes organizativas en el caso de medirse a bases. En su debe defensivo podríamos decir que su temperamento e impaciencia le hacen cometer innumerables errores en forma de faltas absurdas.
En ataque, si el Madrid corre, si el Madrid logra imponer su ritmo, Jeff es útil, porque de nuevo, esas condiciones atléticas le permiten recorrer la cancha para anotar en transición con suma facilidad. Es en esos ritmos altos donde Taylor se encuentra cómodo a nivel ofensivo.
Por contra, si el rival no permite correr, si el rival convierte el juego en un 5 vs 5 constante, Taylor se pierde. Jeff no es capaz de generarse sus propias canastas, depende en exceso de sus compañeros para ello, pues no es un jugador que domine el bote como para limpiar rivales en su camino a canasta ni posee un lanzamiento fiable que le permita anotar con fluidez en situaciones de juego estático.
Laso conoce las virtudes y defectos de Taylor. Ahora, con la experiencia de una temporada juntos a sus espaldas, el técnico vasco sabe cuándo esas virtudes que adornan al sueco son más necesarias y cuando esos defectos tienen que llevarle al banco. Proyectándose desde la defensa al ataque, se convierte en una opción diferente al perfil de exteriores que ya había, asumiendo un rol en la rotación que no estaba definido. Taylor llegó para ayudar a ganar partidos sí, pero lo hace cerrando su propio aro, no abriendo el aro rival.