CRÓNICA | Gestos: Valladolid 0 – 1 Real Madrid

Una crónica de: @MiedoEscenico2

Llegaba el Madrid a Valladolid en una jornada atípica, en que había caído derrotado el Barcelona en Mestalla, el Atlético no conseguía marcar un gol al colista y caía a puestos de Europa League y, ya no la flor, sino el auténtico jardín de Zinedine Zidane estaba a punto de florecer en pleno invierno. Para algunos, la no convocatoria de Vinicius ni Brahim volvió a poner en tela de juicio su capacidad, y la alineación inicial les sirvió a los mismos para quejarse. El caso es que el francés, en un ejercicio de sensatez, puso a un equipo en que hasta ocho jugadores llevaban sin jugar desde el sábado anterior. Courtois guardaba la meta, mientras que Nacho, Varane, Ramos y Mendy defendían el fuerte, Casemiro, Kroos, Modric e Isco estaban destinados a generar juego, y arriba Rodrygo y Benzema tenían la misión de hostigar la portería defendida por Masip.

Voy a resumir la primera parte en un párrafo, porque tampoco estamos para andar perdiendo mucho tiempo hablando de malos recuerdos. El Valladolid jugó bien porque impidió al Madrid jugar. El Madrid jugó bien porque impidió al Valladolid jugar. Un truño, vaya. Presión adelantada, centros de campo que no dejaban respirar, defensas expeditivas y alguna ocasión a balón parado. Un intento de gol olímpico del Valladolid que sacó Courtois aunque no iba dentro, y un gol de Casemiro anulado por fuera de juego. Ningún remate a puerta de ninguno de los dos equipos. Que no es que no quiera contar más, de verdad: es que no lo hubo. Bueno, lo que sí hubo fue una extraña tolerancia por momentos del árbitro De Burgos Bengoetxea ante la dureza de algunas jugadas. Especialmente una tarjeta amarilla a Joaquín Fernández por una entrada que podría haber puesto los tobillos de Rodrygo en el primer anfiteatro. Y que era merecedora, por su temeridad, de ser sancionada con roja directa y un billete a Soto del Real. Llegó el descanso y todos los que estábamos viendo el partido suspiramos aliviados, porque aquello había sido una tortura insufrible.

No obstante, en la segunda parte, algo cambió. El gesto de Zidane, por ejemplo. De las expresiones de cabreo, preocupación y frustración que se le habían visto en la primera parte, el francés había evolucionado a otra de dureza, de decisión, con la mandíbula tensa y absoluta concentración. Y el equipo blanco, anoche azul noche estrellada, salió en consonancia con ese rictus. Ya en el minuto 50, apenas cinco minutos después de empezar, Rodrygo puso a prueba a Masip y demostró que el portero vallisoletano no era un holograma. A partir de ahí, el Madrid ocupó decididamente el campo contrario y comenzó a mover el balón de un lado a otro, sin mucha velocidad, pero también sin pausa, desgastando pacientemente las últimas fuerzas de un Valladolid que se había vaciado en los primeros cuarenta y cinco minutos. Dos córners seguidos, con remates rechazados por la defensa pucelana, un centro magistral de Isco que Benzema no remató bien ni acabó de servir a Modric para el gol y que atajó Masip, fueron las ocasiones creadas en ese primer cuarto de hora de verdadero fútbol de la noche.

A cada minuto que pasaba, el Valladolid pensaba menos en ir arriba y el Madrid iba consiguiendo quitarse de encima esa sensación pegajosa que le había hecho jugar a medio gas toda la primera parte en el frente de ataque. Rodrygo se movía aquí y allá como un relámpago, Kroos lanzaba balones de un lado a otro obligando a una basculación cada vez más pesarosa para el equipo blanquivioleta, y Modric recuperaba algo de su tono para acompañar las operaciones de asalto. Una falta sobre Rodrygo en la frontal era lanzada por Isco alta, un centro desde la derecha era rematado por Benzema junto al poste, y el Madrid seguía martilleando el área de Masip, aunque fuera con dos vallisoletanos colgándole de los brazos y ese gesto de decisión en cada rostro, de ir a por el partido, fuera como fuera. En el minuto 73, Zidane enviaba otro gesto claro al equipo ordenando la entrada de Lucas Vázquez por Isco, y abriendo el campo para un 4-3-3 que generara espacios libres y más profundidad. Y, en el 77, llegó el momento. Lucas Vázquez forzó un córner y Toni Kroos fue a sacarlo. Lo puso en el área y el despeje fue hacia la banda derecha, donde el general teutón acomodó el balón con cariño y destreza, hizo sus cálculos de física cuántica, y puso la pelota, con una rosca magnífica, en el corazón del área. Allí, un hasta ese momento gris Nacho Fernández respondió al gesto técnico del alemán con otro equivalente: un gran salto, un giro preciso de la cabeza, y un remate que entró en la portería pucelana cerca del poste. La celebración del hoy improvisado lateral derecho tuvo mucho de espontánea y sincera: corrió como un poseso, con una sonrisa en la boca, hacia su entrenador, el hombre que le ha seguido dándole confianza a pesar de todo, y le abrazó con entusiasmo. Un gesto de lealtad, propio de un equipo sólido y solidario, que sabe lo que debe al tipo que está recuperando, uno a uno, a todos sus elementos.

De ahí al final, el Valladolid despertó y sacó fuerzas de flaqueza y fue precisamente la banda defendida por Nacho y Lucas Vázquez  la elegida para tratar de empatar en el marcador, pero bien el esfuerzo de los dos canteranos, bien la ubicua presencia de Casemiro, o bien el oficio de los dos centrales, mantuvieron la portería del Madrid a cero hasta llevarse los puntos. Aunque, defensivamente, lo más destacable fue una jugada en que el equipo pucelano filtró el balón entre los centrales madridistas, y sólo la aparición final de Ferland Mendy, hijo de Usain Bolt y nieto de Carl Lewis, rebañando el esférico, evitó una ocasión clara de gol. La entrada de Valverde por Modric apuntaló la zona central en los últimos minutos, y aún salió el equipo blanco a algún contraataque que no se culminó porque ya estaban los cuerpos algo castigados. El caso es que el marcador no se movió más y el partido finalizó con Jovic entrando por un Rodrygo tocado, esperemos que no de gravedad.

Con esta victoria, el Real Madrid se queda como líder en solitario, y consigue poner tres puntos de por medio ante el Barcelona, además de aventajarle en el gol-average general. La sensación de equipo sufrido y solidario, que los días buenos luce y que los días malos sabe aguantar estoicamente, mantener fría la cabeza y empujar hasta que consigue el objetivo, va calando cada vez más. Un diplodocus paciente, además de ser el equipo menos goleado y el que más porterías imbatidas acumula (11 de 21, más de la mitad). El equipo blanco enfrentará el próximo miércoles al Real Zaragoza en Copa del Rey, mientras que el próximo rival en Liga será un Atlético de Madrid en horas bajas, pero que suele sacar lo mejor de sí en los duelos capitalinos. Hasta entonces, disfrutemos del presente.

 

RESULTADO FINAL: Real Valladolid, 0 – Real Madrid, 1.

 

GOLES:

0-1: 17’ Nacho Fernández (asistencia: Kroos).

 

REAL MADRID: Courtois; Nacho, Varane, Ramos, Mendy; Casemiro, Kroos, Modric (Valverde, min. 87), Isco (Lucas Vázquez, min. 73); Benzema  y Rodrygo (Jovic, m. 93).

 

ÁRBITRO: De Burgos Bengoetxea (comité vasco).Mostró tarjetas a Varane (m. 36), Modric (m. 57) y Nacho (m. 76).


Imagenes: realmadrid.com