Los diez mandamientos

Un articulo de: @ErZuru2000

Y seguimos para bingo. Si cumples con estos diez mandamientos, es posible que me plantee comprar lo que vendes. Si no los cumples (y ahora no los cumples), metete tu producto donde te quepa. Que lo sepas.

Primer Mandamiento. Ben Bradlee: “El fundamento del periodismo es buscar la verdad y contarla”. Aplícate el cuento.

Segundo Mandamiento. Un periodista vende información. No vende edredones, ni cajas de almacenamiento, ni fotos de mujeres semidesnudas, ni pijamas, ni calzoncillos, ni cuberterías. Por supuesto tampoco venden chascarrillos, cotilleos o dimes y diretes. Un periodista es un profesional, no es un correveidile ni un mercachifle. Mejor dicho, no debería serlo.

Tercer Mandamiento. Un periodista ha de investigar. Condición sine qua non possum sequor para el ejercicio de la profesión de periodista. No está de más recordar que la investigación no consiste en mirar fijamente el fondo de un vaso de whisky o los restos grasientos de un chuletón recién engullido ni dormir la siesta en el sofá de la redacción. Investigar es trabajar, viajar, estudiar, telefonear y tener que terciar con personas y asuntos, a veces, desagradables. Por aclarar, investigar tampoco consiste en pasarse horas y horas de inútiles tertulias discutiendo sobre el 4-4-2 o el 4-3-3 o sobre si fulanito miró mal a menganito, por ejemplo.

Cuarto Mandamiento. El producto a vender (información) no debe ser defectuoso. La información ha de ser veraz. Hacer otra cosa es engañar al consumidor. Información veraz no es publicar una noticia sobre una hernia inexistente o una reunión de gilipollas en torno a una ouija para contactar con el espíritu de un jugador fallecido. Tampoco lo es, para desprestigiar el rendimiento de Ronaldo, decir que ya tiene 33 años. Los tendrá, claro… cuando le toque y no cuando una mente consumida, por vaya usted a saber qué tipo de sustancias, lo diga.

Quinto Mandamiento. La información ofrecida no estará manipulada por el periodista. La información ha de ser objetiva, guste o no guste al periodista. No se puede tunear. Si tú, periodista, manipulas un video y procedes a reinventar la geometría euclidiana para demostrar que el delantero centro de tu equipo favorito no está en fuera de juego, que sepas que estás manipulando la información. Tu información no es objetiva y tú eres un dizque profesional infame.

Sexto Mandamiento. Si un acreditado periodista vende información objetiva y veraz, producto de su trabajo de investigación en su búsqueda de la verdad, estará moralmente legitimado para cobrar por opinar. Si uno se va a Qatar a elaborar un informe sobre el futuro mundial a celebrar en aquel país y nos relata un idílico cuento de hadas en el paraíso, obviando las condiciones laborales de los trabajadores que están construyendo los estadios, no está legitimado para cobrar por vender su opinión. En realidad no está legitimado ni para opinar.

Séptimo Mandamiento. Si el periodista pretende que su opinión sea respetada y tenida en cuenta, ha de ser honesto. Culpar a un niño de 16 años por las derrotas de un equipo no es de ser honesto al opinar. Tampoco lo es el inverso, es decir, utilizar tu opinión para tapar las tropelías y vergüenzas de amigos tuyos, ya sean aristócratas seleccionadores o vendedores de champús. Afirmar que Beckenbauer fue un jeta y un vago, demuestra inquina personal, tal vez, imbuida por un amigote tuyo, puede que, famoso entrenador y eso tampoco es honesto. Otrosí, decir que ciertos títulos están manchados de sangre, sin pruebas, o negar la mayor, cuando te enseñan una foto de una de una tertulia de Real Madrid Televisión con tu cuerpo presente, y decir que tú nunca has estado allí. Esto te convierte en deshonesto, mentiroso y en un miserable. Ser un miserable, por cierto, no es un delito; lo digo por aquél que opinó de cierto entrenador que era de esas personas que atropellaban viejas y se daban a la fuga. El entrenador se querelló y el miserable fue absuelto y anda por ahí jactándose de su absolución. Que no ten condenen no te absuelve de la condición de miserable. Y ya puestos, que sepas que, en determinadas condiciones y casos, es más digno tener una sentencia en contra que ser un miserable.

Octavo Mandamiento. Se puede ser honesto y parcial. De hecho una de las consecuencias lógicas de la honestidad es el reconocimiento de la parcialidad propia. Se puede ser aficionado de un equipo y reconocer que ha jugado mal o que cierto penalti no fue o sí fue, depende. No se puede acusar a un equipo de ser el equipo del régimen franquista obviando que al tuyo, ese mismo régimen franquista, le recalificó hasta las letrinas para evitarle la quiebra. Sí, se puede ser honesto y parcial, pero eso es una cualidad que distingue a muy pocos periodistas. Lo normal es que la parcialidad grosera fulmine la honestidad. O tal vez, ni eso, porque de donde nunca hubo, nada nunca se pudo rascar. Se puede ser periodista afín al Madrid y decir que Messi es muy bueno. Hay ejemplos. Se puede ser del Barça y quedarse en que Cristiano es…un chulo, macarra y provocador. Aquí, desgraciadamente, sobran los ejemplos. Puede que un portero amigo tuyo te caiga muy bien, pero no le puedes atribuir poderes mentales para justificar la potra del sujeto en ciertas jugadas. Tampoco es muy edificante infravalorar a otros profesionales por el simple hecho de estar ocupando el puesto de tu amigote. Créeme, le estás haciendo un flaco favor, la gente se da cuenta. La parcialidad no puede ser llevada al extremo de hacerte pasar por un gilipollas, a no ser, claro está, que seas un gilipollas, pero ese ya es tema que escapa del código deontológico del periodista.

Noveno Mandamiento. La opinión ha de ser coherente. No se puede opinar una cosa hoy y mañana otra distinta sin que las circunstancias hayan cambiado. Mejor dicho, no se debe; como poder, claro que se puede. Uno no se puede hacer un mascaró e intentar pasar por coherente. No se puede opinar un lunes que Neymar es un mohicano prepotente y macarra (bueno para el Madrid y malo para el Barça) a opinar el martes a mediodía que el fútbol de Neymar es como el culo de la Kardashian.  Brillante, excesivo y desbordante.

Tampoco es muy edificante dar la matraca, día tras día, con que Florentino obliga a los entrenadores a hacer las alineaciones con sus favoritos y que si no, los echa y, de repente y sin más explicaciones, ponga y mantenga en el banquillo a un entrenador que, según tú, no le hace caso. Tampoco es muy coherente, por ejemplo, decir que a Florentino no le gustan ciertos jugadores, como por ejemplo Casemiro, y que por eso no los ficha, para después hacerse no sé cuántas pajas mentales para justificar que Florentino sí fichó a Casemiro y que juega de titular, en contra de la voluntad presidencial, porque un entrenador que él ha puesto (a pesar de que no le hace ni puto caso, según tú), así lo ha decidido. Esto, ya es más propio de enfermos mentales o de gilipollas summa cum laude (no descartable). 

No se puede llamar burro a un entrenador por no poner de titular a Isco y NO llamar burro a un seleccionador por no poner ni convocar a Isco. Tampoco se puede ir por ahí presumiendo de ser el adalid de valores como la dignidad, por muy El Butano que seas, y haber hecho la vida imposible a todos aquellos que concedían entrevistas a otros antes que a ti.

Décimo Mandamiento. Cierto rigor en las formas a la hora de opinar. No es necesario ser un experto lingüista, simplemente se trata de no quedar como un perfecto palurdo. No se dice “convezca”, se dice “convenza”. No es lo mismo exento que extinto… un poquito de por favor. Se dice “de pie”, no se dice “de pies”.  El sujeto ha de coincidir en número con el verbo. El individuo que acusó a un entrenador de atropellar viejas y darse a la fuga tituló en Marca una columna de opinión suya de la siguiente manera: “Mourinho, una mosca en los testículos”. Clase, estilo y educación a raudales. Burlarse de un mendigo en directo, al margen de la consideración ética, tampoco parece que formalmente sea muy profesional. Aún menos estético es ponerse a roncar en directo a través de las ondas hertzianas. Tampoco estaría de más avisar a algún que otro contertulio de que no se dice “se pensáis”, se dice “os pensáis”. Más que nada para no hacer sangrar tímpanos ajenos. Cuando se hace referencia a los futbolistas, es aconsejable utilizar ese sustantivo. También puede valer el de jugadores. Lo de “tíos” es arrabalero y demuestra tener menos clase que una choni.

Estos diez mandamientos, se pueden resumir en una sola reflexión que, con su venia, explico brevemente a continuación.

Cuando van a comprar unos zapatos, unos pantalones, una barra de pan o un libro, ¿Qué hacen ustedes? Asegurarse, en la medida de lo posible, de que lo que compran es adecuado a sus necesidades o gustos, ¿verdad? Pues esto de la información deportiva es lo mismo. ¿Comprarían unos calzoncillos agujerados y con anchoas?, claro que no, ¿verdad? Pues que sepan que escucharle un comentario a JJ Tontons es comprar calzoncillos agujereados con anchoas incorporadas. Perder el tiempo leyendo algo del Diego Torres es salir a cazar gamusinos. Cliquear en el As de la Ouija es invertir dinero en bonos basura.

La prensa deportiva española ha dejado de ser, si es que alguna vez lo fue, prensa deportiva en estricto sentido periodístico. No venden información, venden opinión. Supongo que porque cotorrear es bastante más rentable y menos agotador. Como no venden información no necesitan (no quieren) investigar. De resultas, opinan sin fundamento. Opinan sin información y al socaire de sus gustos, amistades o intereses bastardos particulares y/o corporativos. Se pasan la lapidaria frase del Sr. Bradlee por el arco del triunfo (suponiendo que sepan quién es). Y hablan y hablan y hablan sin tener ni puta idea de lo que dicen. Es sonrojante escuchar al estupi-pope de todos ellos afirmar que Zidane bajó al Castilla a 2ª, sin que nadie sea capaz de rebatirle, o escucharle que Florentino engañó a los socios en el precio de Bale, sin tener la más remota idea de la normativa contable y fiscal, ni haber hecho el mínimo esfuerzo por enterarse.  Vergüenza ajena da oírle determinadas aseveraciones sobre leyendas del fútbol mundial, como Beckenbauer. Y éste es el listo de la clase. Pues de éste para abajo, lo que quieran.

Hagan un ejercicio de imaginación y visualicen cómo sería el mundo del deporte en general y el fútbol en particular (y más concretamente el entorno del Real Madrid) con una prensa profesional y honesta ejerciendo de cuarto y saludable poder fiscalizador. No existiría el emponzoñamiento que respiramos. Todo sería mucho más nítido y transparente. Villar sería un triste recuerdo. Clos Gómez visaría licencias de obra. El fútbol no estaría politizado hasta la medula. No habría grupos mediáticos intentado meter las zarpas donde no les corresponde, ergo no habría campañas a favor y en contra de Tal o Pascual. No habría mejores porteros del mundo, ni mejores sentrales y más sinceros del mundo. No habría títulos ganados vergonzantemente de aquella manera. Hasta es posible que Mourinho todavía estuviera entre nosotros. Hoy no veríamos ni oiríamos ni leeríamos las bufonadas de payasos del tres al cuarto que lo más redondo que han visto en su vida  ha sido un iPhone. Muchos de ellos estarían poniendo cañas en algún bar de Malasaña o vigilando el registro de entrada de algún centro oficial. Gente que apenas sabe hablar correctamente y no digamos escribir tres subordinadas. ¿Cuándo fue la última vez que leyeron un artículo o vieron/escucharon un reportaje de investigación? No hace falta que respondan.

NO LES COMPREN LA MIERDA, ese es mi consejo/reflexión. Pierden el tiempo, ergo pierden dinero. Hay medios alternativos para saber lo que pasa sin que huelan ni céntimo de euro. Y eso, no les quepa duda, es lo que más les duele. Ellos solitos se lo han ganado. A conciencia. Es simple, son ellos o somos nosotros. Es justo y necesario. Y así debería ser: O me das un producto de calidad o te vas a la cola del paro.