CRÓNICA | Regalos de Reyes (La pesadilla continúa): Real Madrid 0 – 2 Real Sociedad

Una crónica de: @MiedoEscenico2

Era 6 de enero, y el partido entre el Real Madrid y la Real Sociedad no podía hacer más que honrar esa fecha. Se sucedieron los regalos, de diferentes tipos, en un partido que finalizó con un resultado abiertamente injusto en función de lo visto. El Madrid tiene problemas, sí, pero hoy es de esos días en que poner en duda que ha intentado competir hasta el último suspiro es de ser poco objetivo.

Otra cosa son las condiciones en que le toca competir, por diferentes motivos. Hoy se presentaba con el mismo once que empató frente al Villarreal, formado por Courtois; Carvajal, Varane, Ramos, Marcelo; Casemiro, Kroos, Modric; y acompañando arriba a Lucas Vázquez y Benzema, la gran noticia: Vinicius Jr. La primera aparición como titular del extremo brasileño tuvo mucho que ver con la racha de lesiones que ha llenado la enfermería del conjunto blanco de delanteros: Asensio, Bale y Mariano se recuperan de sus respectivas dolencias, por lo que en el banquillo blanco no había sustituto para los de arriba.

Empezó el partido con un regalo de Marcelo a Mikel Merino, siendo éste derribado por Casemiro dentro del área. El árbitro Munuera Montero señaló penalti, y Willian José marcó lanzando fuerte y al centro de la portería, donde Courtois ya se estaba tirando. Desde ese momento hasta bien avanzada la primera parte, cada intervención del lateral brasileño en el partido era secundada por pitos de un sector del público. A raíz de esto, conviene manifestar dos cosas: la primera, Marcelo no ha vuelto del parón navideño en un buen estado de forma, como pudo comprobarse el jueves en Villarreal, y en el partido de hoy. Darle descanso hasta que se ponga a punto comienza a ser una necesidad, porque tampoco Ramos está en su mejor momento. Pero, por otra parte, los que van al Bernabéu a pitar o a increpar a los jugadores, podrían mostrar otro tipo de actitud: está por demostrarse que pitar o gritar a un jugador de tu equipo contribuya a mejorar su juego, su motivación o su rendimiento general. Y, para desahogarse, el onanismo es una solución perfecta. Por ejemplo.

El 0-1, desde el minuto 1, no hizo perder a la Real Sociedad las dos consignas claras que manejaban: una, sacar el balón jugado con paciencia desde atrás, y otra, presionar al límite a los jugadores del equipo blanco, que salían de la misma con bastantes dificultades. Eso hacía que apenas se llegara con peligro en los primeros minutos, aunque es de destacar una de las oportunidades más claras del partido: Benzema regaló al equipo donostiarra una vida extra, al rematar fuera, cerca del poste y apenas a tres metros de la portería, un balón que Vinicius le había dejado con el pecho tras un centro del señalado Marcelo. Otra de las necesidades del equipo pasa por que el francés aproveche opciones de gol tan claras como ésta; nadie le va a pedir que aporte la cuota goleadora propia de Ronaldo, pero sí que se muestre letal en este tipo de ocasiones, con todo a favor.

En esos primeros minutos, se empezó a intuir que Vinicius estaba en otra pantalla del juego. El brasileño regaló al público del Bernabéu un partido lleno de electricidad, velocidad, desborde y potencia, al que sólo le faltó un gol o más para resultar perfecto. Elustondo veía cómo una y otra vez el ex de Flamengo le quebraba como un junco, ora por fuera, ora por dentro. La asociación entre Vinicius y Benzema generó algunas jugadas muy reveladoras de lo que el joven puede traer al Real Madrid: ofrecerse siempre, moverse continuamente, tirar desmarques y buscar paredes. Vaya, el socio ideal. Sin embargo, no fue suficiente.

Por la otra banda, Lucas Vázquez seguía mostrando toda la voluntad y todo el desacierto del mundo, y lo más destacable que se puede decir de él es que hizo las coberturas a Carvajal, que es bastante poco. Disparos de Modric y Casemiro desde la frontal se encontraron con el cuerpo de la defensa o con los guantes de Rulli, que hoy decidió dejar la lírica para otro momento. Muy cerca del final de la primera parte, un centro chut de Lucas Vázquez se encontraba con el poste de Rulli, en otro ejemplo de que, cuando te ha mirado el tuerto, poco vas a conseguir aunque lo intentes.

Y, al acabar la primera parte, una pitada descomunal del estadio. Pero no, no por el juego del Madrid ni por la falta de acierto ante la portería rival. El arbitraje de Munuera Montero merece capítulo aparte, que puede leerse en la  Crónica Arbitral de Nilo Campo , en esta misma web. Como máximo, desde el punto de vista de este humilde cronista, me atrevería a decir que este arbitraje sí ha resultado ser de una alta influencia en el devenir del partido y, por ende, en el marcador final.

El inicio de la segunda parte se dedicó a la entrega de regalos mutuos entre ambos equipos, que se transformó en intercambio de golpes: la Real Sociedad volviendo a generar peligro cerca del área madridista, aprovechando la actitud contemplativa en algunos momentos de los jugadores blancos, y un Madrid bastante plano, sin ideas muy lúcidas y sin construir jugadas especialmente fluidas, pero poco a poco ganando terreno para ir cercando la portería del conjunto txuri-urdin. Una triple oportunidad de Varane y Vinicius, abortadas en línea de gol por Willian José y Rulli, daba paso a otra doble ocasión de Oyarzábal, que mandaba el balón a la grada. Vinicius volvía a ganar posición desde la frontal del área, tras una pared con Benzema, pero chutaba desviado. Januzaj se iba de media defensa del Madrid y chutaba alto. En el minuto 57, Isco reemplazaba a Casemiro, al que aún se ve algo fuera de forma y remiso a la hora de salir al corte como en sus mejores momentos. A los cinco minutos, en una entrada de Lucas Vázquez para cortar un contraataque realista, el árbitro decidió regalarle la segunda tarjeta amarilla y, con ello, mandarle al vestuario, en una decisión bastante rigurosa, como mínimo. Quedarse con diez es, en general, un inconveniente, pero para el equipo blanco en este partido cualquier mala noticia era superada por la siguiente.

Una ocasión de Mikel Merino, que atajó Courtois, fue la antesala de la jugada que hizo rugir al estadio de la manera más potente de la tarde: Vinicius Jr. se desplazaba a toda velocidad de izquierda a derecha, y Rulli, en su salida intentando tocar el balón, al que no llegó, hizo caer al extremo de São Gonçalo, sin que fuera señalado el penalti. El árbitro decidió regalar otra vida extra a la Real Sociedad mirando hacia la Meca. De ahí al final, un Madrid que, a pesar de todos los contratiempos, siguió volcado tratando de empatar el partido con uno menos, con Vinicius intentando todo para conseguirlo, y una Real Sociedad que jugó sus bazas lanzando contraataques peligrosos. Marcelo, pitado al salir, fue sustituido por Sergio Reguilón. Kroos también se fue y entró Dani Ceballos, que aportó más movimiento defensivo pero no muchas más ideas, en el poco tiempo de que dispuso. En el minuto 83, un desajuste defensivo del equipo blanco regalaba ventaja a Willian José para centrar y Rubén Pardo establecía, con un cabezazo cruzado, el 0-2. Aun así, el Madrid siguió intentándolo, aunque cada vez con menos fe, y con la Real lanzando una contra tras otra. Ya en el descuento, una jugada reveladora: Oyarzábal, tras 92 minutos sobre el campo, corría un contraataque perseguido por Isco, que apenas llevaba media hora jugando, y le sacaba cada vez más distancia. El pase del donostiarra no fue aprovechado por Willian José, que regaló el balón a un espectador del fondo norte mandándolo desviado. Y así acabó el via crucis de este partido, 0-2 y un Madrid que había rematado hasta veintiocho veces, ocho de ellas entre los tres palos, y que no fue capaz de marcar un solo gol, pero recibió dos.

Más allá del asunto arbitral, la principal conclusión que se puede sacar del encuentro de hoy es que hay síntomas claros de agotamiento. Se ha agotado el crédito de algunos jugadores como Marcelo o Isco, se ha agotado la confianza depositada en el entrenador, porque el juego ya no da para sacar los partidos adelante, y se ha agotado la paciencia de algunos aficionados, que corearon, en los minutos posteriores al segundo gol rival, los típicos gritos de “¡Florentino, dimisión!”. Hace falta una evolución hacia algo diferente, más versátil, y, a día de hoy, Solari es el hombre al frente del destino de este equipo. Está por ver si promueve esa modificación o si decide mantener lo mismo y acabar como su antecesor, devorado por su propio inmovilismo. La buena noticia es que Vinicius ha transmitido descaro, empuje, habilidad y decisión; un equipo como el Madrid no puede agarrarse a la estela de un chaval de 18 años para dar la vuelta a la situación, y hace falta que bastantes de sus compañeros se pongan al nivel esperado. Pero no contar con lo diferencial que aporta este jugador, a día de hoy, sería el mejor regalo para los rivales.


Imagenes: realmadrid.com