CRÓNICA | Retorno al siglo XX: Athletic Club 1 – 1 Real Madrid

Una crónica de: @MiedoEscenico2

A lo largo de los años, un partido del Real Madrid en San Mamés en pleno siglo XX era sinónimo de lucha sin cuartel, de batalla en la que los leones mordían y los gladiadores blancos trataban de domesticarlos, a veces con más éxito y otras con menos. En esta cuarta jornada, el equipo blanco visitaba La Catedral con la intención de continuar la racha de victorias con la que había iniciado la Liga. Era relativamente sorprendente la alineación que presentaba Lopetegui, con lo más parecido a un once de gala, incluyendo a jugadores que habían participado en sus partidos de selecciones, casi todos jugando partidos enteros, y sin introducir algunas rotaciones que parecían lógicas, más aún teniendo en cuenta que la semana próxima empieza la travesía en la Champions. Por el contrario, optaba por dejar en el banquillo a Casemiro e Isco, futbolistas que tienden a dar más control del juego, pero pagando el precio de una fluidez del balón más lenta.

El partido se inició con el Madrid (como era de esperar por su alineación), bien plantado en el campo, con una circulación de balón muy ágil, con mucha movilidad por parte de Bale y Asensio y una participación muy acertada de Ceballos y Modric en las combinaciones en tres cuartos. El Athletic, en una vuelta a los tiempos ancestrales, aparecía con marcajes individuales en el centro del campo y más dedicado a destruir el juego del Madrid que a generar uno propio. Sus únicas aproximaciones al área blanca en esos primeros minutos parecían estar limitadas a balones en largo para que Iñaki Williams tratara de hacer valer su velocidad a la espalda de la defensa madridista. La primera media hora de partido, con este planteamiento por parte de los dos equipos, fue un espectáculo de intensidad y movimiento inusitados, que daban la idea de que el equipo que antes mostrara cansancio lo acabaría pagando. En el primer cuarto de hora, el Athletic llegó en un par de contraataques eléctricos a inquietar la meta de Courtois, mientras que el Real Madrid iba tomando más control del juego y cargaba las oportunidades de peligro especialmente por el flanco izquierdo del ataque.

Aun así, hay que destacar que el trabajo defensivo del Athletic no se basó tanto en la tendencia a anticipar en el corte para robar balones, sino que puso en baza un juego que buscaba más el choque y el contacto físico. Benzema salía a recibir de espaldas a la portería y, jugara o no el balón, solía llevarse un recado en los tobillos y algo muy semejante ocurría en el centro del campo con Modric y Ceballos, y en las bandas con Bale y Asensio. Es éste un asunto sobre el que merece la pena detenerse: la llamada ley de la ventaja, aplicada con celo por el árbitro González González, supone ciertamente una ventaja inmediata para poder continuar la jugada, pero a largo plazo acaba suponiendo una desventaja para el equipo que sufre las faltas. Muchas de esas entradas, por detrás o llegando tarde, podrían ser objeto de amonestación, pero la continuidad del juego suele dejar esas sanciones en el limbo. Y, en ocasiones, esa amonestación juega un papel disuasorio para el defensor de cara a la siguiente jugada con un balón dividido. El Athletic de Bilbao, en este partido, no vería la primera cartulina hasta el final de la primera parte, aunque en la primera media hora hizo faltas, señaladas o no, que merecieron mayor castigo.

El primer punto de inflexión vino en torno a la media hora de juego; una preciosa jugada de combinación del Madrid culminaba con un disparo de Marco Asensio que Unai Simón, portero del Athletic, despejaba a mano cambiada con muchas dificultades, evitando el gol. Un par de jugadas después, el Athletic aprovecharia una situación de ataque en que Ramos estába fuera de sitio, Susaeta habilita la entrada en velocidad de De Marcos, quien pone el balón en el área pequeña ante la salida de Courtois, su pase seria aprovechado por un toque previo de Williams que acabaria empujando Muniain a la red. Este gol, repentinamente, tendria un doble efecto en el Real Madrid; al golpe moral que supone recibir un gol tras una primera media hora de un juego aceptable, se suma la conciencia del cansancio físico acumulado. Desde ahí hasta el descanso, el Madrid perdio el control del juego, el balón y parecio desorientado. Empezaba a llegar tarde a algunos balones, no consiguio hilar jugadas con continuidad y futbolistas como Ceballos, que había jugado un papel relevante en la primera media hora, comienzarón a dar síntomas de fatiga. El Athletic dominaria el juego y llegaria a marcar un segundo gol, que fue anulado por fuera de juego de Raúl García más que flagrante, aunque él navarro se empeñaria en protestar la señalización del juez de línea, como siempre. Un disparo desde fuera del área de Modric, que se envenenó después de tocar en un defensa, fue la única oportunidad en que el Madrid generaria peligro real en ese tramo.

Tras el descanso, en el césped apareceria el primer cambio decidido por Lopetegui: Casemiro sustituiria a Ceballos, en una decisión aparentemente contradictoria con la situación del marcador, por ir perdiendo. A diferencia de partidos anteriores, la salida del Madrid tras el descanso no invitaba a pensar en una reacción, sino que, más bien al contrario, seria una continuación de lo vivido al final de la primera parte. Llegadas frecuentes del Athletic y un juego, por parte del equipo blanco, más desordenado que al principio del partido. El desarrollo del partido, a medida que pasaban los minutos, daba a entender que sería muy complicado que el Madrid pudiera equilibrar el marcador, dado que el desgaste generado por la dinámica del partido corría más en su contra que en la del Athletic.

En torno al minuto 60, tiene lugar un nuevo giro en los acontecimientos. En la salida del balón desde atrás, tras un tramo en el que Courtois tuvo que lanzar en largo más de lo deseable, Kroos y Modric bajarian a iniciar el juego desde la posición de medio centro defensivo, el equipo se abrio más, y Casemiro encontraria una autopista por el carril central, facilitando las llegadas al ataque. En una de estas jugadas, el Athletic cometeria una falta, seria lanzada con potencia por Gareth Bale y Unai Simón despejaria con dificultades, no llegando Sergio Ramos al rechace por poco. Lopetegui, en el minuto 61, decidio dar entrada a Isco por Modric y, apenas pasados dos minutos, llegaria la jugada del empate. Un pase en largo a Bale entrando en la posición de extremo derecho al que llegaria forzado, pero el galés pondria el balón con su pierna diestra en el corazón del área, e Isco apareceria por allí, después de seguir la jugada, para marcar con un cabezazo colocado al segundo palo. El Madrid, así, consiguiria equilibrar la balanza con una jugada en que los participantes han de hacer algo poco habitual para superar la defensa del equipo bilbaíno: Bale centrar con la derecha, e Isco rematar de cabeza.

A partir de ese momento, se abriria una tercera fase del partido, en la que el Madrid comenzaria a llegar con más facilidad al área rojiblanca, pero también el Athletic apareceria cerca de la portería de Courtois, con lo que el partido se convertiria en un ida y vuelta. Marco Asensio tendria un uno contra uno que el portero del Athletic salvaria con el cuerpo, el equipo blanco llegaba cpn peligro, sobre todo por banda derecha. El equipo bilbaíno se veria obligado a hacer faltas porque ya no tenia la frescura del principio, e iria coleccionando, ahora sí, tarjetas amarillas. La más peligrosa de esas faltas, en la frontal, fue lanzada por Sergio Ramos, que tiraria alto el balón. Si bien parece claro que Ramos está dispuesto a asumir un mayor liderazgo en aspectos que, en temporadas anteriores, dominaba Cristiano Ronaldo, el tema de las faltas directas sería algo a analizar en profundidad: otros jugadores como Isco, o Kroos, tienen mayor capacidad para la colocación en esos lanzamientos directos, desde el lado izquierdo del ataque madridista, especialmente cuando la falta es muy cercana al área, y Ramos probablemente debería reservarse para otras a más distancia, por la potencia de su golpeo.

A falta de un cuarto de hora, Lopetegui realizaria el último cambio, dando entrada a Lucas Vázquez por Bale, quizá tratando de rentabilizar que Yuri Berchiche, lateral izquierdo del Athletic, tenia una tarjeta amarilla. Este cambio generaria cierta extrañeza, en la medida en que, tal y como estaba el partido, la entrada de Mariano podría haber aportado ese plus rematador que estaban asumiendo los centrocampistas en las llegadas al espacio generado por Benzema. En ese último cuarto de hora, se sucederian las ocasiones en ambas áreas, aunque el Real Madrid mantuvo un mayor control sobre el juego, que se diluiria en la parte final del ataque. A falta de poco tiempo para el final, un centro al área llegaria a Benzema quien pudiendo rematar de primeras, opto por dársela a Lucas Vázquez, pero un defensor bilbaino cortaria el balón, mientras que en el área blanca, un disparo de Mikel Rico seria atajado de manera espectacular por Courtois.

El partido finalizo con 1-1 y, aunque para el Real Madrid supone interrumpir la racha de victorias en el inicio de la Liga, la valoración del partido no deja de arrojar que el resultado es sólo relativamente justo, tras 90 minutos de alta intensidad, mucha brega física y un buen partido de ambos porteros. Los gladiadores blancos y los leones bilbaínos rememoraron una noche típica de los partidos clásicos en este campo, un retorno al siglo XX. El Athletic, en las fases de dominio del Madrid, sólo pudo parar su juego a base de faltas, señaladas o no, y el cansancio acumulado de los partidos de selecciones (el virus FIFA) acabó pasando factura al equipo blanco en el tramo intermedio del partido. Veremos si la intensidad con la que se ha aplicado el equipo de Berizzo es la misma en otros partidos, porque, de ser así, sacar puntos en San Mamés va a ser complicado en esta Liga y quizá, a largo plazo, este empate sea un logro que hoy no valoramos en su justa medida.

No obstante, el partido también resalta ciertos aspectos a mejorar en el Real Madrid: hay un ángulo muerto, un punto ciego, en la espalda de Marcelo, que Ramos debe vigilar de forma prioritaria, por delante de sus entusiastas subidas al ataque, por ejemplo. Por otra parte, el estilo de juego que Lopetegui quiere imponer requiere, por encima de otros condicionantes, de frescura física, y en este apartado, las rotaciones van a ser imprescindibles para poder mantener un tono competitivo adecuado. Por último, en partidos como el de ayer, se evidencia que Casemiro juega un papel básico en este equipo: aporta un equilibrio defensivo innegable, y lee el fútbol en el momento de una forma soberbia. El miércoles asoma la Roma en el horizonte, y ahora lo importante es recuperarse física y mentalmente de cara al estreno en la competición que más alegrías ha dado a los aficionados madridistas en los últimos años. 


Imagenes: realmadrid.com