Un articulo de: @RaulRM31
Hoy me he levantado de una manera distinta. Hoy me levanté sabiendo que somos campeones de Europa otra vez. A priori, para muchas personas no puede significar nada y simplemente lo ven como un hecho que sucede todos los años en torno a las mismas fechas. Pero para mí y para los madridistas de bien, esto va mucho más allá de todo eso. Esto es un estilo de vida y la alegría que te proporciona te marca para vivir el día a día de forma diferente.
Cada año que pasa me doy cada vez más cuenta de la dimensión que tiene este equipo en mi vida. Ese sufrimiento que te provoca, esa angustia que te brinda a lo largo de las temporadas, ese odio que en ocasiones te hace sentir cuando notas que en algún partido los jugadores no lo han dado todo por esta camiseta, porque sé que si estuviera en este equipo me faltarían piernas para correr. Toda esa rabia es proporcional a la alegría que me suministra poder decir que soy del Real Madrid. Estar en las buenas y en la consecución de títulos es muy sencillo. Donde de verdad aprecias a este equipo es en los momentos duros, en las dolorosas derrotas y en la no conquista de trofeos. En ver cómo esta última década tu eterno rival ha sido mejor en esta faceta. Ahí es cuando el Madrid se hace más fuerte y acaba resurgiendo de las cenizas. Porque a este equipo nunca le puedes dar por muerto, ni en el peor de los casos. Y como ejemplo más reciente está esta temporada, que se atisbaba negra desde su comienzo. Pero si hay algo que he aprendido del Real Madrid es a no rendirse nunca. Puede sonar a tópico, pero bien es aplicable a mi propia vida. Y muchos pensaréis: Raúl estás loco, solo es un deporte, solo es fútbol, solo es un equipo, no te van a dar de comer. Yo les digo que tienen razón. Nunca voy a vivir de ello. Pero es un equipo que me concede una energía y una positividad que a mi edad, pocas cosas más son capaces de hacerme sentir así. Y sí, estoy seguro de que un futuro me vendrán alegrías mucho más grandes que ser un fanático del Madrid, pero hasta entonces disfrutaré y seguiré disfrutando de la felicidad que en días como hoy me aportáis.
Y ahora quisiera hacer mención especial a dos jugadores que me han fascinado esta temporada: Lucas Vázquez y Casemiro. El primero, un chaval gallego de 24 años que llegó al Madrid con 16 años. Quien le iba a decir que 8 años después estaría lanzando el primer penalti de una final de Champions, el que pocos osados se atreven a patear. Y lo hizo con toda la naturalidad del mundo, como si estuviese jugando una pachanga en su barrio. No le temblaron las piernas, y, lo mejor de todo, que nada más marcar se señaló el escudo. Porque sabe que el escudo está por encima de todo, Lo ha mamado desde pequeño y sabe que es así. Muchos detractores decían que no tenía nivel para jugar en el Madrid. Él ha demostrado que con perseverancia, entrega y fe se puede hacer un hueco en este equipo, y no solo eso, sino ser importante. Un tío que se ha partido el pecho por esta camiseta cada vez que ha saltado al campo. Y la verdad, que ver a gente así de comprometida, te emociona. Gracias Lucas. Y qué decir de Carlos Henrique. Debería cambiarse el nombre por Kaisermiro. Ese concepto teórico de equilibrio, esa idea inexacta de la que muchos hablan y que él la lleva a cabo mejor que nadie. Como si fueras a un restaurante en el que tu mesa está coja y le pones un trozo de papel para que no se tambaleé. Como si vas en bici, se te pincha la rueda y le pones un parche para que vuelvas a caminar con estabilidad. Tan simple como trascendental. El sostén del equipo, el jugador que, cuando en la prórroga tu equipo está defendiendo con 8 tíos, se recorre el campo de costado a costado para tapar huecos, hacer coberturas o cortar todo lo que intente avanzar. Un portento de la naturaleza que, frente al gran desembolso que se ha hecho en algunos jugadores de su perfil, ha mostrado al mundo que si crees en algo (volver al Madrid), lo persigues y te sacrificas por ello, puedes llegar a ser fundamental para el equipo.
No me olvido tampoco de Jose Mourinho. Con él sí que empezó todo. Nos devolvió al lugar donde debemos estar, con él volvimos a ser competitivos en Europa, y más allá de los conflictos que hubo con él de entrenador, defendió a la institución por encima de todo, ya sea ante árbitros, prensa o rivales. Tampoco me olvido de Ancelotti. Él nos dio esa diversión, ese plus de entusiasmo y de entretenimiento que desprendía su juego. Y porque con él llegó la Décima y Zidane. Un entrenador que quizás todavía peque de inexperiencia en momentos clave, pero que su mera presencia en el vestuario ha cambiado la actitud y la responsabilidad de los jugadores. Gracias también a Arbeloa. Muchos se ríen de él, y aunque en lo referido al juego sus cualidades sean más limitadas que las de otros, ha amparado los valores del club como nadie, dejando claro cada vez que hablaba que el Madrid es lo más importante y luego está lo demás. Aceptó su rol como un profesional impecables, se ha ido por la puerta grande del Bernabéu. Gracias espartano, porque necesitamos más como tú.
Y es que eso es el Madrid, no darse por vencido nunca. Algunos pensarán como yo y otros dirán que me deberían meter en un manicomio. No pido que me entendáis ni que mucho menos compartáis mi opinión, simplemente que la respetéis. Porque hoy me he levantado feliz sabiendo que soy del Real Madrid. Y joder, no puedo estar más orgulloso. HALA MADRID.