A propósito de Cristiano

Un articulo de: @ErZuru2000

Y ya que estamos hablando de Cristiano, me veo en la obligación de tener que aclarar un par de cuestiones. Este par de cuestiones obedecen a una visión sobre Cristiano que, creo yo, compartimos bastantes y que suele ser malinterpretada (de buena o mala voluntad, allá cada cual) por la legión de admiradores que tiene (aquí yo distingo entre admiradores y  mojabragas).

No soy muy de Cristiano, pero tampoco soy anti. Sus números hacen imposible la existencia de anti cristianos entre el madridismo, creo yo. Y creo también que criticar a fulanito (sea el jugador que sea) no convierte, forzosamente, al criticador en antifulanito. Dependerá de la racionalidad de la crítica, digo yo. En realidad no soy muy de ningún jugador. Soy, fundamentalmente, seguidor del Madrid y muy poco más. Sí, también tengo mis favoritos. Los he elegido a contracorriente. Los más odiados por la mafia de la alcachofa, son mis preferidos. Ni siquiera hace falta que les cite sus nombres porque todos ustedes se los saben. Uno de ellos es Bale, que reúne dos condiciones para ocupar el podio de  mis preferencias. Ha sido atacado, vilipendiado, vejado e infravalorado del modo más hijoputesco imaginable por la mafia más arriba aludida. Al margen de ser un extraordinario jugador, como segunda condición. Nada de lo anterior me impide criticarle cuando creo que se lo merece. Así por ejemplo, el sábado hizo un partido malo o muy  malo. No pasa nada por reconocerlo. Todos tenemos un mal día en la oficina. Y la temporada anterior tuvo un momento crítico cuando, estando el Madrid bajo mínimos gracias a una (una más) plaga de lesiones, jugó los 180 minutos con su selección en dos partidos intranscendentes, pues ya habían conseguido la clasificación. Vino lesionado del último partido contra Andorra. Le atizaron los de siempre, más unos cuantos que siempre hemos creído que es el mejor jugador del Madrid. Él solito con lo que hizo después, tirando del equipo, se reivindicó e hizo que nos olvidásemos del episodio de Andorra.

AVEIRO, PORTUGAL - OCTOBER 07: Cristiano Ronaldo of Portugal scores a goal during the 2018 FIFA World Cup Qualifiers, Group B, first leg match between Portugal and Andorra at the Aveiro Municipal stadium on October 07, 2016 in Aveiro, Portugal. (Photo by Octavio Passos/Getty Images)

Así conjugo yo el tema de ser aficionado de un equipo y el hecho de tener favoritos dentro de ese mismo equipo. Primero el equipo. Después el equipo. Más tarde el equipo. A continuación los favoritos. Principio este que también me vale para lo contrario, es decir, para aquellos jugadores que no me entran. Seguro que recuerdan a Van Nistelrooy. Vino al Madrid con 31 años y algunos problemas físicos. Muchos creyeron (me incluyo) que vino a jubilarse, a tomar el sol y a rellenar currículo. Y todos los que pensamos algo parecido hicimos el gilipollas. Los prejuicios, señores, los prejuicios.

En la actual plantilla del Madrid hay unos cuantos jugadores que arrastran una mochila cargada con varias toneladas de prejuicios. Y yo no quiero hacer el gilipollas como en el caso de Van Nistelrooy. Prefiero ver a los jugadores jugar y desempeñarse en el campo. Ver si son profesionales o no lo son. Y ver si son dignos de ser perdonados si alguna vez no se comportaron como tal.

Me siento incapaz de hatear a un tipo por el simple hecho de tener un yayo del Frente Atlético o por tener un papá ex-directivo de la Prisa. Y me resulta imposible, sobre todo, si veo al tipo salir al campo de La Cultural y con 0-6 en el marcador pegarse un sprint de padre y muy señor mío en el minuto ochenta y tantos para tapar a un fulano que quería avanzar por la banda izquierda del ataque del Madrid. No sé qué gloria había en esa jugada y tampoco sé qué ovación multitudinaria iba a ganar. ¿Tienen un entorno manifiestamente mejorable? Sin duda, pero si el tipo sigue haciendo lo mismo que ha hecho hasta ahora, por mí como si se va de parranda con el CholoQuinqui y Fred Relaño los fines de semana. ¿No es un dechado de facultades técnicas? Ciertamente, pero si el tipo al que ha de sustituir está adquiriendo la peligrosa costumbre de campear por las verdes praderas de todos los estadios de España, en estado semi-comatoso, prefiero la décima parte de este chico antes que al caminante blanco. Y si no observen el tercer gol del sábado. ¿Están ustedes seguros de que el caminante blanco se hubiera pegado ese sprint desde el centro del campo esperando el pase largo? Yo, visto lo visto, creo que se hubiera quedado en el centro del campo esperándola al pie que, en definitiva, es lo que estuvo haciendo toda la tarde. Y es que hay veces que da una imagen en la que solo le falta tener metidas las manos en los bolsillos (idea para Adidas). Si me apuran es casi cuestión de aritmética. Ustedes, ¿Qué prefieren?, ¿Un seis/siete o un cero/uno? Cuando ese cero/uno se pueda transformar en un nueve/diez, hablamos, mientras tanto, prefiero mil veces antes, cien mil veces más antes, un millón de veces antes al “tarugo” que al “bello durmiente”. Y si la Prisa le hace campaña por aquello de papá, pues mala suerte. Y si es español y la mafia de la alcachofa forofea por él, doble mala suerte, mientras el tipo siga saliendo al campo como si fuera su último partido a jugar.   

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Pero volvamos al tema. He admirado a Cristiano como a pocos, le he dejado de admirar y le he vuelto a admirar. Y así unas cuantas veces. En estos vaivenes siempre me he negado a alcanzar ese punto de no retorno, según el cual, el personaje admirado nunca hace nada mal y, en todo caso, la culpa es de otro. En ese momento, el admirador se ha japonizado. Si usted se cruza con un admirador japonizado, habiendo criticado previamente algún aspecto de Cristiano que no le ha gustado, pueden ocurrir dos cosas, básicamente, a saber: Que el admirador sea alguien educado y discuta con usted amablemente y sin calenturas (raro). En este caso, nada pasará y quedarán tan amigos. También puede ocurrir que su crítica no sea aceptada deportivamente por el admirador, que se tomará el asunto como cosa personal. Entonces usted será insultado. En este caso estamos ante el mojabragas de manual. Mi consejo es que pase. Y si está en twitter, bloquee y a otra cosa mariposa.

Mi humilde experiencia de enfrentamientos (no queridos) con el mojabraguismo arroja toneladas de insultos. En su momento, los recibí a propósito de Casillas (cuando ni siquiera Mou le había puesto en fila de a uno), a causa del Marqués de la Colorá (siendo entrenador del Real Madrid) o por mor de la crítica a Raúl (cuando correteaba de acá para allá del campo sin alcanzar ningún balón y aplaudía a sus compañeros sin que nadie supiera muy bien por qué). El proceso siempre era el mismo. Yo criticaba lo que me parecía. El mojabragas, en lugar de oponer argumentos, me insultaba. Algunos me insultaban incluso con mayor ira que si les hubiese mentado a su propia madre. Hasta ahí llega el mojabragas y su fe ciega en el ídolo.

A Cristiano (y a cualquiera, incluyendo directivos) se le puede criticar sin dejar de ser madridista. Nosotros no somos ni el culeríonacionalismo ni el quinquicholismo que admiten al cocodrilo del Serengueti como animal de compañía. Capaces de ver agresiones múltiples en una botella de plástico medio vacía. Capaces de adorar a un cobarde macarra que manda a un niño a arrojar balones al césped para interrumpir jugadas del equipo contrario.

No seré yo el que diga a cada cual lo que tiene y lo que no tiene que hacer en este asunto. Allá cada cual. Yo le seguiré criticando cuando me parezca y eso será cuando no le vea comportarse como un profesional. Sí han leído bien, no comportarse como un profesional.

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Ser un excelente profesional no consiste solamente en hacer pesas, abdominales o cuidarse en cámaras hiperbáricas. Ser un excelente profesional, en mi modesto entender, conlleva otra serie de cosas. Así a bote pronto: no echar a tu afición encima de otro jugador compañero tuyo porque no te ha pasado el balón; decir, urbi et orbe, que estás triste… sí, claro, triste; ver pasar a tu lado al lateral de tu marca sin mover un solo músculo de tu musculado cuerpo para ayudar al lateral de tu equipo; no mirar a compañeros mejor colocados que tú, cuando el resultado de un partido está más apretado que un dedo en el culo; pasarse los partidos gesticulando y reclamando pases, a veces imposibles; montar media bronca por una sustitución en un partido de cada mil; empeñarse en jugar todo y a toda costa, sin pensar en el futuro de tu equipo; opinar sobre cuestiones del club que ni te van ni te vienen y para lo que no tienes competencia y ni puta idea. Esas cosas; algunas de las cuales no son exclusivas de Cristiano y ya saben a quién más me estoy refiriendo.

Cristiano vino al Madrid con muy mala prensa, sin motivo ni justificación para ello.  Se le silbó de manera ridícula, infantil y borreguil. Solo cuando el experto público del Bernabéu le vio cojo (recuerden aquel partido de Zagreb con la media ensangrentada), tuerto (recuerden aquel partido de Levante, gol suyo, con aquel animal de profesión sus animaladas) y manco (recuerden aquel empate a dos, los dos suyos, en el Nou Camp y el tipo con el hombro colgando) la gente empezó valorarle. Tarde mal y casi nunca. Aquello fue una injusticia tan burda y barriobajera que yo no sé cómo el tipo no le pidió a Florentino que le devolviera a Manchester. Tan injusta y barriobajera como lo de Gareth Bale.  

Lo de menos es que Cristiano (o el que sea) juegue mal, ¿Quién no tiene malos días? Jamás se me ocurrirá criticar a un jugador por jugar mal. Yo solo les pido una cosa, profesionalidad. Y se puede ser un profesional cojonudo y un hombre de club fantástico y jugar mal un partido o mil partidos. Tal vez el ejemplo de Arbeloa nos pueda decir algo.

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Dentro del catálogo de insultos y desprecios que es habitual recibir cuando uno critica a un futbolista como Cristiano, lo más suave que se suele recibir es lo de desagradecido, que no es más que un eufemismo del consabido “por todo lo que nos ha dao”. No les puedes criticar porque ¡Han dao tanto al club! Y el club ¿Qué? Y la afición ¿Qué? No les han dado nada a ellos. ¿Dinero, fama, prestigio, títulos? ¿Eso no cuenta? ¿Acaso todo eso no te permite ser exigente con ellos hasta el último minuto de sus multimillonarios contratos? ¿Por qué cojones no voy a poder exigirle a Cristiano que no se comporte como un jodido egoísta en el partido del Athletic y le pase la pelota a Kroos en una partido con un resultado tan ajustado como ése? ¿Acaso el club no le está pagando como futbolista de superélite para esperar de él que se comporte como un futbolista de superélite en TODOS los sentidos?

Los agradecimientos por los servicios prestados, cuando ya no hay servicios que prestar. Entonces, sí. Entonces los abrazos, las placas, las estatuas, los besos, las lágrimas, los videos de las hazañas, las antologías y una capea de homenaje, si se terciase. Hasta que llega ese momento, se les debe exigir absoluta profesionalidad, que, vuelvo a repetir, no solo consiste en entrenar veinte horas al día, hasta el último segundo de su contrato.

Dicho lo cual, aclaro. El sábado volví a admirar a ese jugador. No por los tres goles, ni porque jugase un gran partido (que no lo jugó) si no por su dureza mental para sobreponerse a los chuzos de punta (merecidos) que ha venido recibiendo en las últimas semanas. Chuzos de punta que volverá a recibir a poco que se descuide, porque esto, señores y señoras, es el Real Madrid, no una guardería. Eso es lo que hizo Gareth Bale cuando le tocó a él aguantar el chaparrón, con muchos menos motivos. Sí, sí, yo también admiro a Cristiano Ronaldo, claro que sí pero, por eso mismo, advierto que, al igual que sucedió con el portero del Oporto, los halagos y lisonjas que recibe en base a un glorioso pasado (lejano, reciente o recentísimo) le hacen más daño que bien.  Que sus aduladores full time, antes de insultar, piensen en los defensores del portero del Oporto, en su momento. Y recuerden algunas de las cosas que se leyeron, escucharon y vieron. Y recapaciten. Yo no critico a Ronaldo porque me caiga mal. Lo critico porque quiero admirarlo siempre y no a tiempo parcial. De verdad, de verdad de las buenas.